2011-01-10
10/01/2011 Los minerales de fondos oceánicos y su relación con el clima



El proyecto GLOBANT Portales Oceánicos Antárticos y cambio global trabaja desde 2008 desde diversas disciplinas  para comprender la historia paleoclimática de la Tierra a largo plazo desde las condiciones de efecto invernadero en el Terciario inferior al paso a las condiciones de Tierra glaciar durante el Terciario superior y Cuaternario, y establecer el papel jugado por la apertura y cierre de portales oceánicos en el desarrollo del casquete polar Antártico y los cambios climáticos asociados.

 Mediante el uso de las tecnologías más novedosas disponibles en el mar para geofísica y toma de muestras de rocas y sedimentos, el proyecto coordinado por los investigadores Andrés Maldonado (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC) y Luis Somoza (Instituto Geológico y Minero de España, IGME) pretende analizar los márgenes continentales y las cuencas oceánicas del Pacífico Sur y Oriental, el Paso de Drake, y los mares de Scotia y Weddell con el fin de desarrollar un buen conocimiento de la cinemática de placas pasada y presente, procesos en el manto, desarrollo de márgenes, subsidencia de la corteza y procesos de levantamiento orogénico.

Además, pretende conocer mejor el establecimiento de la circulación oceánica pasada por medio del estudio de los cambios registrados en los sedimentos oceánicos profundos. Estos estudios se basan en conceptos de estratigrafía sísmica secuencial y el análisis de técnicas paleoceanográficas y actuales para establecer la evolución de la circulación profunda en los mares del sur y los cambios climáticos asociados.

 El geólogo segoviano especialista en recursos minerales marinos e investigador del Instituto Geológico y Minero de España (IGME) Javier González Sanz trabaja en el estudio de las mineralizaciones de costras de manganeso que aparecen asociadas a dorsales oceánicas y márgenes continentales de los mares de Scotia y Weddell. Éstas se forman por precipitación de óxidos de hierro y manganeso a partir del agua oceánica sobre las rocas del fondo marino. González apunta que "la formación de costras es muy lenta, apenas unos pocos milímetros cada millón de años, por lo que una costra de algunos centímetros de grosor puede tener una edad de varios millones de años".

 

 

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