2010-12-28
28/12/2010 Tiburones, la auténtica víctima



Los tiburones han protagonizado la reciente atención mediática tras los ataques sufridos por varios turistas en la costa egipcia del mar Rojo. A pesar de su mala fama, son la auténtica víctima: en el Atlántico Noroeste, debido a la sobrepesca, sus poblaciones han descendido en más del 80% en las últimas dos décadas, y en el Mediterráneo su número ha bajado en un 99% en los últimos dos siglos. España protagoniza la cara y la cruz de esta situación. Por un lado, encabeza la venta mundial de aleta de tiburón y, por otro, es el primer país europeo en prohibir la pesca de dos especies en peligro.

La localidad costera egipcia de Sharm el Sheij se ha convertido en noticia en todo el mundo tras los ataques de tiburones a varios turistas. Una de las víctimas, una ciudadana alemana de 70 años, ha fallecido como consecuencia de las graves heridas. El equipo de biólogos marinos que ha estudiado las agresiones apunta a tiburones de distintas especies como responsables, pero señala a la acción humana como desencadenante. Su informe explica que los tiburones, en general, huyen de las personas, pero se han acostumbrado a su presencia y a la comida que les proporcionan.
 
La mala prensa que acompaña a estos animales es exagerada. Sólo cuatro de las más de 300 especies de tiburón conocidas han causado alguna vez la muerte de personas, y entre 15 y 20 han atacado o herido sin matar a seres humanos. Se calcula que al año hay cien ataques de tiburón, de los que treinta resultan fatales. El tiburón toro, y no el gran blanco de la famosa película 'Tiburón', es la especie con mayor número de ataques a humanos. Las otras dos causantes de muertes son el tiburón tigre y el tiburón oceánico de punta blanca, implicados en ataques en el Pacífico tropical. La "selacofobia", o miedo injustificado a los tiburones, ha llegado a sus cotas más altas tras la película de Spielberg.

Los tiburones tienen muchos más motivos para temer al ser humano. En el Atlántico Noroeste, las poblaciones de tiburones han descendido más del 80% en las últimas dos décadas. El Mediterráneo es "el lugar más peligroso del mundo para los tiburones", según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), ya que su número ha bajado en un 99% en los últimos dos siglos. El 32% de las 64 especies de tiburones y rayas oceánicos (pelágicos) están al borde de la extinción debido a su sobrepesca, según el primer estudio sobre el estado de conservación de estas especies, publicado el año pasado por el Grupo Especialista en Tiburones (SSG) de la UICN. Estos animales son muy sensibles a la sobrepesca dada su madurez tardía y su relativa baja tasa de reproducción.

Los más amenazados son los tiburones capturados en pesquerías de alta mar (52%). En cuanto a las especies en mayor peligro, destacan el tiburón martillo o cornuda y su versión gigante, la cornuda común, el cailón, el jaquetón oceánico, la manta gigante, el gran tiburón blanco, el tiburón peregrino, el tiburón pardo, dos especies de marrajo, tres especies de tiburón zorro y el tiburón azul (el tiburón oceánico más abundante y que se captura en mayor número). En buena parte de los casos, la pesca de tiburones oceánicos ni está regulada ni es sostenible. Muchas de las capturas se realizan en las pesquerías de atún y pez espada en alta mar, donde han ganado valor. La carne de tiburón se aprecia cada vez más y las aletas son la base de una sopa considerada un manjar en los países asiáticos. Para ello, se le cercenan al ejemplar capturado y se arroja el resto de su cuerpo al mar, proceso conocido como aleteo o "finning".

Se estima que la pesca accidental, en especial al quedar atrapados en anzuelos destinados a atunes o peces espada, podría provocar la muerte cada año de millones de tiburones. La caza deportiva de ciertas especies, como el tiburón mako, pone también en peligro a estos animales. Además de las aletas, el tiburón ha originado una gran industria de diversos productos, como el aceite de su hígado o su cartílago, por la creencia, sin base científica, de sus propiedades curativas. A pesar de ser ilegal en muchos países, es frecuente la venta de productos como dientes y mandíbulas.

 

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