Fuente: www.granadadigital.com Cuando la nieve cubre prácticamente toda la sierra, cuando el frío cala hasta los huesos, cuando ya Granada se sumerge en mantas, abrigos y bufandas, las opciones de pasar el puente de la Constitución son varias y muy diferentes. Algunos recuperan sus esquís y se acercan hasta la cima de la pista para deslizarse sobre la nieve. Pero la naturaleza es tan polifacética como hermosa y, mientras que unos disfrutan del deporte blanco, otros lo hacen del agua. Bucear en esta época del año es una actividad diferente que, al idearla, congela el pensamiento, pero, en realidad, los que lo practican aseguran que el invierno y el mar pueden llegar a ser muy compatibles. Por ello, la mayoría de los clubes de buceo de nuestra costa tropical no han cerrado sus puertas con esta estación del año. Robert Martín es uno de estos hombres rana que cada semana acude a Marina del Este para saciar su necesidad de sentirse “como pez en el agua”. Y es que, Robert afirma que esta práctica es altamente adictiva: “jamás hubiera imaginado que en plena Navidad, cuando la gente saca las bufandas y se calienta con polvorones, yo podría estar a veinticinco metros bajo el agua”. Así, el submarinismo, además de convertirse en un negocio rentable, es una afición que cada vez tiene más adeptos en nuestra provincia. Por ello, los clubes y los buceadores con equipo propio no escatiman en gastos en lo que a material se refiere, más aún cuando el invierno requiere mayor protección para soportar las temperaturas bajo el agua. “Lo normal es que el agua en esta época esté en torno a los 14º”, apunta Robert. Por lo que los buceadores deben desechar los trajes de verano de 3 mm por otras opciones: semisecos de neopreno, de nueve milímetros o trajes estancos en los que no se filtra nada de agua. Y es que, curiosamente dentro del mar el calor se pierde veinticinco veces más rápido que en superficie. También se debe tener en cuenta que esta actividad no es tan sencilla como parece, cuando alguien se introduce en la práctica, antes ha de tener en cuenta una serie de requisitos indispensables para su seguridad. “En primer lugar, hay que pasar un reconocimiento médico, después viene el curso en centros y agencias homologadas, que es muy similar al carné de conducir ya que requiere clases prácticas y teóricas”, dice Robert. Pocos pensaban que para bucear hay que estudiar y aprobar un examen tipo test, pero es necesario, ya que el buceo es potencialmente peligroso si no se respetan ciertas reglas. “Siempre debemos de vigilar la profundidad y el tiempo de fondo de nuestra inmersión, al respirar aire comprimido se acumula nitrógeno residual que si no se expulsa de manera normal pueden formarse microburbujas letales para el organismo. Por otro lado, la presión a la que sometemos nuestro cuerpo es mucho mayor que en superficie, para evitar daños se realiza la “valsalva”, una maniobra muy sencilla que consiste en taparse la nariz y exhalar aire por los oídos. Por ultimo, tenemos la borrachera de las profundidades, también conocida como narcosis, que produce efectos de alucinación o sensación de euforia provocada por el nitrógeno residual”, añade Robert. A pesar de todo, el buceo es un deporte sano y seguro, tanto los cursos como los equipos contribuyen a la seguridad de practicarlo correctamente y, aunque parezca curioso, la mayor parte de los accidentes se producen en la superficie… “ Un gran error que cometen muchos novatos es no inflar el jacket o chaleco cuando ascienden, por lo que con el peso del plomo y la botella, vuelven a hundirse y si no tenemos aire hay riesgo de asfixia”. También existen pequeños trucos para aumentar la seguridad y disfrutar al máximo de esta experiencia, uno de ellos consiste en mantener la flotabilidad neutra adecuada durante la inmersión, y así sentir esa sensación de ingravidez. “Se trata de aumentar o disminuir el aire del chaleco para compensar el peso adecuado si lo hacemos bien puede ser una experiencia increíble, es similar a volar, supongo que parecido a lo que siente el astronauta en el espacio”. El mayor encanto de este deporte es el contemplar y sentirse dentro de la fauna y los mundos submarinos, “Allí abajo todo es distinto, los peces son los anfitriones y nosotros los invitados. Si los respetamos, ellos nos muestran su lado más especial. El espejo del agua esconde un sinfín de paraísos inalcanzables en la tierra, esto aumenta la sensación de libertad y te hace olvidar el estrés de la vida diaria”. El mar no sólo esconde tesoros de épocas pasadas, sino que él mismo alberga su propio tesoro en cada gota de agua. Para conocerlo profundamente Robert recomienda una primera toma de contacto, lo que se conoce como “ el bautismo”, en la que un instructor te pasea por las profundidades y te invita a conocer los entresijos de este deporte. Si el bautismo te ha entusiasmado, es muy probable sentirse “enganchado al buceo” y quieras conocer más, en este caso, prepara tu cartera porque las inmersiones comienzan a formar parte de tu vida. Enamorarte de una puesta de sol, escuchar la música de las olas o contemplar el azul del mar no tiene porque limitarse a la estación estival, su belleza va más allá del frío o el calor. En invierno también se puede bucear y este puente es una nueva oportunidad. La experiencia de Robert nos lo corrobora.
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