2010-08-27
27/08/2010 Buceo enológico


 

Quien más quien menos ha visitado alguna vez una cava o sabe cómo es, lo que no todos conocen es que los vinos también maduran en las profundidades marinas, al menos en una bodega submarina de cala Llevadó, en Tossa de Mar, donde además se puede practicar buceo enológico.

La curiosa experiencia consiste en descender al fondo de mar, abrir uno de los cofres de madera situados a 10 metros de profundidad y extraer una botella de las 400 que guardan para luego degustarla en un restaurante de la cala. El vino proviene de Viña Casanueva, en Chile , y aquí hace su maduración, que dura un mínimo de un mes. La diferencia entre los vinos de las bodegas convencionales es que aquí los negros son más aromáticos y los blancos tienen notas minerales, más parecidos al cava, debido a la temperatura constante de las aguas -más baja que en una bodega convencional-, a la luminosidad, humedad y al movimiento causado por las corrientes.

De la mano de un instructor, los buceadores se sumergen en las aguas -los principiantes a ocho metros, los expertos a 18-, en busca de estas botellas que reposan en lugares secretos de las profundidades, fuera de las rutas habituales de los submarinistas. Las inmersiones, que se organizan a través del club de Buceo Cala Llevadó Watersports, resultan doblemente interesantes, ya que a la belleza de los fondos marinos de la Costa Brava se une la recompensa final: beberse el vino en las mesas a pie de playa del Beach Club, situado en esta encantadora cala escondida entre rocas y pinos.

 

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