La Comisión Ballenera Internacional, en la que están representados 88 países, debatirá a partir de hoy (en su asamblea en Agadir, Marruecos) un acuerdo que plantea por primera vez desde 1986 que los países balleneros (Japón, Noruega e Islandia) dispongan de cupos limitados para cazar ballenas a cambio de cazar menos ejemplares que ahora y aceptar someterse al control internacional sobre sus actividades en el mar. La presidencia de la Comisión Ballenera ha elaborado un plan que permitiría reanudar la caza comercial de ballenas -sólo a Japón, Noruega e Islanda- durante 10 años, instaurando unas cuotas de 400 capturas de ballenas por año para Japón (durante los primeros cinco años, para reducirlas luego a 200 ejemplares por año). Hasta ahora, Japón se autoadjudicado cada año -sin respaldo de la legalidad mundial- unas 950 ballenas (850 rorcuales aliblancos y 100 rorcuales comunes), mientras que si se alcanzara el pacto podría capturar sólo la mitad en los próximos cincos años. Si prospera la propuesta de la presidencia de la Comisión Ballenera, Marruecos, la actual moratoria en la caza de ballenas quedará desdibujada, porque el acuerdo legitimaría las actividades balleneras de Japón, Noruega e Islandia (que dejarían de ser países parias del acuerdo internacional). Sin embargo, como contrapartida, podría reducirse la presión sobre estas especies, la mayoría en peligro de extinción. Actualmente, se estima que sólo queda un millón de ballenas, una quinta parte de las que había antes de emprenderse su caza industrial. En cualquier caso, la nueva estrategia supondría un giro copernicano en los planes establecidos hasta ahora para proteger las ballenas, basados en la moratoria que entró en vigor en 1986, y que ha sido considerada una solución clave para recuperar las esperanzas en la recuperación de estos cetáceos. Pero ahora, el objetivo pasaría por cazar menos. A tan rocambolesca situación se ha llegado porque Japón, Noruega e Islandia han boicoteado la moratoria de forma continuada. Japón ha seguido cazando cada año -y sin control- cientos de ballenas en la reserva del océano Antártico -creado en 1994-, invocando de manera fraudulenta que eran capturas "con fines científicos" (para conocer su biología...), mientras que Noruega e Islandia han planteado objeciones formales como excusa para romper también la baraja y hacer caso omiso a la moratoria (aunque sus capturas son muy inferiores). Y así se ha alimentado un pequeño mercado de carne, que ha supuesto la caza de unas 30.000 ballenas (sobre todo, el rorcual aliblanco, rorcual común o rorcual boreal). Japón es el centro de la diana de las críticas lanzadas por la prensa inglesa, que ha venido denunciando estos días los sobornos practicados para intentar que una mayoría de países de la Comisión Ballenera Internacional se avenga a sus posiciones favorables a una reanudación de la caza comercial de ballenas. En medio de estas sospechas de corrupción, se inicia hoy en Agadir (Marruecos) una asamblea que puede ser histórica, puesto que puede acabar con la actual moratoria en la caza de ballenas, que rige desde 1986. Japón sería la gran beneficiada de la decisión. Pero la prensa inglesa ha denunciado que Japón no juega limpio. Y se acrecientan las sospechas de que ha comprado votos de pequeños países para ganar posiciones en esta cumbre decisiva. El diario británico ya expuso la semana pasada que Japón estaba comprando votos de los representantes de pequeños países del Caribe y de África a cambio de promesas de ayuda al desarrollo, dinero y prostitutas.
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