2010-03-30
30/03/2010 Sacrificios humanos, misterios...


 

Fuente: http://www.diariodeleon.es/ por  Pedro Trapiello

Hola amigos, seguimos mi curso intenso de penetración en cuevas o full cave. El desafío es alcanzar la estalactita sumergida más larga del Planeta, y para ello mis amigos Óscar, María, Jaume y Vicent me están ayudando a que pueda afrontar el reto con las máximas garantías de seguridad. Ese es el buceo más peligroso que existe, y para ello nos hemos venido a la meca del espeleo buceo, en la península del Yucatán (México). Todas estas cuevas y galerías están inundadas, y para visitar los secretos que esconden hay que sumergirse en sus peligrosas aguas y buscar en el laberinto de pasadizos que se abren por todas partes.

Amigos, hoy tengo una noticia muy buena: esta tarde me han dicho que estoy apto para el intento. Mañana lo intentaremos-¦ No puede existir ni un solo fallo, llevaré 200 atmósferas de aire comprimido, y esto quiere decir que sólo puedo emplear 66 en llegar al objetivo, 66 en regresar y dejar 66 de reserva, o lo que es lo mismo tendré 4.800 litros de aire, que a la presión que respiraremos debajo del agua consumiré mucho más que en la superficie, que es entorno a los 20 litros minuto, llegaré a consumir unos 50 litros minuto en ocasiones.

En esta parte del Yucatán hay unos tres mil cenotes, estando casi todos ellos vírgenes, es decir nadie los ha buceado. Otros son conocidos. Nuestra intención es entrar en un cenote llamado San Antonio, que sí es conocido y completamente explorado. Pero, ¿por qué queremos entrar allí? Pues porque se accede a través de un pequeño pozo que los antiguos mayas utilizaban para sacar agua y sobre todo para arrojar los cuerpos de las doncellas, niños y mayores que sacrificaban y se ofrecían a los dioses del inframundo, para que trajeran buena suerte en diferentes facetas de la vida maya. Vemos un pequeño agujero que fue pozo y lugar de sacrificio. Allí instalamos un mecanismo de poleas y atados al vehículo descendemos equipados con nuestros complejos y pesados equipos de submarinismo. Debajo se abre una campana muy amplia de unos sesenta metros de diámetro y quince metros de altura, a partir de aquí agua hasta los treinta metros de profundidad. Descendemos a las profundidades y nos quedamos atónitos con los huesos y calaveras humanas. Aquí está lleno de cadáveres que se han conservado desde hace más de dos mil años, porque las aguas son pobres en oxígeno y dulces, y apenas hay descomposición orgánica. Los huesos y dientes están impecables, además hay cadáveres de animales. Nunca olvidaré este extraño buceo-¦ Nos sacan de este agujero enganchándonos a un vehículo mediante una cuerda y la polea, sacándonos del agujero con los 50 kilos a la espalda que parece que se te la va a romper la columna vertebral. Después Helmer nos lleva a otro cenote que nadie ha buceado, y las razones son dos: una el aislamiento del lugar y otra que se encuentra veinte metros por encima del agua y, para el colmo, el borde esta abovedado, es decir estamos sobre una visera voladiza, y descender al cenote, hay que hacerlo utilizando técnicas de escalada. La inmersión la hacemos con mucho cuidado, hay cantidad de árboles en el fondo que los huracanes arrancan precipitándolos, siendo elementos de riesgo por la posibilidad de engancharte a las ramas y quedar atrapado. También puede haber nubes de gases tóxicos en algunos niveles, pudiendo ser letales, además de corrientes que pueden llegar a ser fuertes. No os voy a revelar todo lo que encontramos para que lo veáis en la serie Desafío extremo de Cuatro TV.

 

 

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