La globalización debería eliminar fronteras, suprimir barreras y unificar el mundo en un interés común. Esta teoría, sin embargo, es sólo aplicable en la superficie, porque en los grandes fondos marinos, está ocurriendo todo lo contrario. Las grandes, medianas y pequeñas potencias del planeta están elaborando mapas geológicos tan precisos y tajantes como pueden sobre el suelo y el subsuelo ocenánico. Es un titánico trabajo científico efectuado con un único objetivo: trazar fronteras y reivindicar la soberanía sobre el lecho del mar, los recursos mineros de su subsuelo y los seres vivos que albergan. Exactamente 92 demandas de ampliación de la soberanía a unas 350 millas náuticas han sido presentadas ante la Comisión de la ONU sobre Límites de la Plataforma Continental (CLPC), que cerró un primer plazo de solicitudes el pasado 13 de mayo. Francia, gracias a su extenso parque mundial de joyas coloniales, reivindica un millón de km2, que la convertirían en segunda potencia marítima mundial con más de 11 millones de km2 de fondos marinos en cuatro continentes. Australia es el gran goloso, con demandas por 2,3 millones de km2, aunque a partir de un parque inicial mucho menor. España ha abierto reivindicaciones firmes en el Golfo de Vizcaya y en el área de Galicia. También presentó in extremis un dossier científico de demanda preliminar de reivindicación de fondos en la costa oeste de las Canarias.
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