La reconstrucción de los océanos en el pasado es uno de los objetivos que ocupa estos días al Censo de la Vida Marina, un proyecto internacional que pretende catalogar toda la biodiversidad marina pasada y presente.
Múltiples ejemplares de ballenas azules, orcas y tiburones de 5,5 metros de largo merodean por las costas europeas. Cualquiera que se pasee por la playa puede avistarlos con facilidad. El Caribe cuenta con millones de tortugas verdes y numerosos peces que dan de comer a sus habitantes. Los caballitos de mar pueblan los fondos marinos del globo y algunos peces pelágicos como el atún rojo nunca han sido cazados por el hombre. Los peces y los moluscos son asombrosamente grandes y abundantes. No es un relato de ciencia ficción, sino el mar tal y como era hace sólo dos o tres siglos. No es que entonces fuese prístino, pero hoy cuenta con 30 veces menos ballenas azules y los tiburones están gravemente amenazados. Las poblaciones de caballitos de mar se han reducido drásticamente, el Caribe es un desierto de vida y los stocks de atún rojo están al borde del colapso. Todo, debido a la sobrepesca. La reconstrucción de los océanos en el pasado es uno de los objetivos que ocupa estos días al Censo de la Vida Marina, un proyecto internacional que pretende catalogar toda la biodiversidad marina pasada y presente. Y ésta es la imagen del pasado del mar más completa obtenida hasta ahora, que se presentará los próximos días 26 a 28 en Vancouver, Canadá. El propósito es calibrar el daño producido por Homo sapiens sobre el entorno. No es la primera vez que se hace. En realidad, hace casi una década, Jeremy Jackson, uno de los más importantes ecólogos marinos, presentó un esclarecedor estudio que resaltaba cómo el Mar del Caribe se había vuelto mucho menos productivo como consecuencia de la sobrepesca de tortugas verdes. En 300 años, el hombre había casi eliminado del mar caribeño a uno de sus principales herbívoros, alterando toda la cadena alimentaria. Jackson quiso entonces saber en qué medida otros ecosistemas del globo se habían deteriorado por la actividad humana, y recopiló investigaciones de otras partes del mundo. Impacto pesquero en la Edad de la Piedra Ahora, el Censo continúa con la investigación inicial de Jackson a mayor escala: se ha propuesto calcular la biodiversidad marina del pasado a través de una recopilación exhaustiva de datos arqueológicos, históricos, paleontológicos y biológicos. Algunos de los resultados obtenidos son novedosos: recientes hallazgos arqueológicos han aportado pruebas de que Homo sapiens, en su Edad Media de la Piedra, hace 300.000 años, ya cogía peces, moluscos y animales marinos del mar en Europa. Pero una de los datos más llamativos se refiere a la disminución del tamaño de los peces por la presión humana. "Esto significa que lo que consideramos hoy como el tamaño natural de los peces es erróneo", comenta Terry Collins, uno de los portavoces del Censo. Como los científicos ya sabían, la sobrepesca ejerce una presión enorme sobre los peces y otros amimales con valor comercial. Para satisfacer una demanda cada vez mayor con unos recursos cada vez más agotados, se capturan ejemplares cada vez más jóvenes. Para poder reproducirse a tiempo, los animales marinos adelantan su madurez sexual. "Lo que antes eran considerados juveniles ahora se pescan como adultos", añade Poul Holm, también del Censo. El peso medio de los peces ha pasado de 20 kilos a 2,3 kilos en los últimos 50 años. "No es muy inteligente por parte del hombre: los peces jóvenes ponen menos huevos". Este problema, particularmente grave desde las últimas décadas, lleva ocurriendo siglos: se sabe que los indios precolombinos extraían botutos (caracoles marinos comestibles) cada vez más pequeños debido a la sobreexplotación. "Hemos subestimado hasta ahora la intensidad de la pesca preindustrial", continúa Holm. "La presión humana sobre los océanos es muy antigua". El Caribe, un desierto El caso del Caribe sigue siendo uno de los más dramáticos. "La gente va al Caribe y piensa que es un entorno prístino, con bonitos peces de colores representando una rica biodiversidad. Pero en realidad el Caribe es un desierto, uno de los ecosistemas marinos más deteriorados y menos productivos del mundo", señala Holm. La palabra clave de los estudios sobre biodiversidad es la productividad. Un ecosistema rico en especies es más robusto y productivo, es decir, beneficioso también para el hombre. "Nuestros mares han perdido productividad en un orden de magnitud. Pero no todo es pesimismo: también estamos descubriendo que su capacidad de recuperación es mayor de la que creíamos. Tenemos que transmitir que 'menos es más'. Si ejercemos menos presión sobre nuestros océanos, obtendremos mayores beneficios. Ahora mismo es todo lo contrario: cada vez necesitamos más tecnología para coger cada vez menos peces", concluye el científico del Censo.
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