2009-01-28
España es el mayor cazador europeo de Tiburón


Las consecuencias ecológicas y económicas que conllevaría la desaparición de estos grandes depredadores son de una magnitud desconocida. Aun hoy, el tiburón es una pieza insustituible de los ecosistemas marinos, en los que habita desde hace más de 400 millones de años.

Hace tan solo unos años la sopa de aleta de tiburón era un manjar solo apto para los bolsillos más pudientes de Asia. Ahora, la emergencia de la clase media en países como China ha creado un ejército de consumidores dispuestos a pagar un producto que antes tenía un precio prohibitivo. El auge de la demanda ha provocado un incremento exponencial de la pesca de tiburones y no solo en los países asiáticos. Europa, con España en cabeza, también se lucra de un floreciente negocio que está diezmando las poblaciones de este animal amenazado.

Según datos de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), España declaró unas capturas de más de 38.000 toneladas de tiburón en 2005, un botín que, ese mismo año, le permitió convertirse en el cuarto mayor ‘cazador' de tiburones del mundo y el primero de Europa con una cuota del 7'19% sobre las capturas totales. Un porcentaje solo superado claramente por Indonesia y casi a la par que India y la provincia china de Taiwán. Estas cuatro regiones concentran más de un tercio de las capturas mundiales de tiburón.

A pesar de que España es el único representante europeo en el ‘top ten' de países con mayores capturas de tiburón, lo cierto es que la Unión Europea (UE) juega un papel principal a nivel mundial en la pesca, importación y exportación de tiburones. Un grupo de sólo 20 países concentran el 80% de las capturas globales y entre estos están España, Portugal, Reino Unido y Francia. Debido a la fuerte influencia de Europa en la política mundial de pesca, las normas de la UE sobre captura de tiburones tienen un efecto de gran alcance en todos los océanos. Es por eso que organizaciones conservacionistas como Shark Alliance exigen la implantación de un plan de acción para la conservación de los tiburones en la UE que ponga fin al expolio de este animal en peligro.

La Fundación para la Conservación y Recuperación de Animales Marinos (CRAM) visitó la lonja de Vigo, en Galicia, para observar como funciona el puerto europeo más importante en desembarco de tiburones. La flota de barcos palangreros que allí operan ejerce una enorme presión sobre los tiburones del Atlántico, a pesar de que estas pesquerías tienen como objetivo el atún o el pez espada. Así, el volumen de capturas de tiburones oceánicos en palangres de superficie es incluso mayor al de las especies objetivo, como muestran los datos extraídos del puerto de Vigo. 

El porcentaje de capturas lo lideran los tiburones con un 50%, seguidos de un 30% de pez espada (Xiphias gladius) y de un 20% restante compuesto por  especies varias como túnidos, pez vela (Istiophorus spp.) y cochinilla (Lepydocibium flavobrunneum). Del porcentaje de capturas de tiburones, tres cuartas partes corresponden a tintoreras (Prionace glauca), un 20% a marrajo (Isurus oxyrinchus) y el 5% restante a otros grandes tiburones como el martillo (Sphyrna zygaena) o el zorro (Alopias vulpinus).

Antes de llegar a la lonja de Vigo las capturas siguen un proceso del que dependerá su precio y su futura salido al mercado. La flota de palangre de superficie que tiene como base este puerto cuenta con diferentes tipos de embarcaciones: las que desembarcan las capturas frescas, las que las congelan y las mixtas, cada uno de ellas con distintas capacidades y mareas (tiempo desde que el barco sale de puerto a pescar hasta que regresa).

Así, los barcos de ‘fresco' faenan durante unos 15 días en los que suelen obtener un total de de 8.000 kg de capturas por barco. En el caso de los barcos mixtos, su mayor tamaño les permite alcanzar mareas de hasta dos meses, congelando gran parte de las capturas y dejando frescas sólo las de los últimos días. Según los observadores del Instituto Español de Oceanografía, las capturas de estos barcos se componen (por barco y marea) de entre 12.000 y 15.000 kg de pez espada, entre 20.000 y 30.000 kg de tintorera y entre 5.000 y 8.000 kg de marrajo, además de otras especies accesorias.

Finalmente, los barcos ‘congeladores' realizan capturas similares a las de los barcos ‘mixtos' pero no descargan pescado fresco. En la actualidad, debido a la subida del precio del carburante, este tipo de embarcaciones no vuelven a su puerto de origen a desembarcar sus capturas sino que lo hacen en puertos de la zona de pesca y las mandan a Vigo en mercantes. Como consecuencia, esta flota ha aumentado mucho el esfuerzo pesquero sobre las poblaciones afectadas.

Las distintas partes del tiburón se destinan a usos muy diferentes y existe una gran disparidad entre el alto valor de las aletas y el bajo precio de la carne de tiburón. Por ello y para facilitar el almacenamiento de las capturas congeladas, los barcos desembarcan los troncos y las aletas por separado, comprobando que la cantidad de aletas corresponda al peso de los troncos mediante la aplicación de un ratio predeterminado.

En la lonja de Vigo, las capturas frescas son subastadas a compradores mayoristas que se encargan del procesado y distribución de  carne, aceite y aletas. Una vez cercenadas las aletas, siguen un proceso de clasificación según su especie, tamaño y tipo. A continuación, se miden, pesan y empaquetan en sacos etiquetados con la información recogida durante el proceso y se transportan a China en contenedores por vía marítima, para ser distribuidas posteriormente al mercado asiático. La eficiencia de los productores nacionales ha permitido a España copar el 40% de las importaciones de aletas de tiburón de China, siendo su mayor proveedor con diferencia, según datos de la FAO del año 2005.

Aunque ha habido algún paso hacia la conservación de los tiburones, como la prohibición de cercenar sus aletas y desechar el cuerpo al mar (‘finning' o aleteo), el declive de sus poblaciones va en aumento. Por ello es necesaria una mejor gestión de las pesquerías de tiburón, ya que el lento crecimiento, la tardía maduración y la baja productividad sexual de estos animales favorecen su  sobreexplotación.

Las consecuencias ecológicas y económicas que conllevaría la desaparición de estos grandes depredadores son de una magnitud desconocida. Aun hoy, el tiburón es una pieza insustituible de los ecosistemas marinos, en los que habita desde hace más de 400 millones de años.

 

 

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