2007-11-22
La odisea de la foca Sahara


 

Una foca ártica con un transmisor vía satélite adosado en la espalda ha recalado en las costas vascas. El 11 de noviembre fue vista por primera vez en Ondarroa, en la rampa que habitualmente utiliza el club de remo de la localidad. El animal mostraba signos de fatiga, si bien mantenía un comportamiento natural. Miembros de la red de varamientos del País Vasco, Ambar, se desplazaron a la villa arrantzale. Observaron al animal y decidieron que lo adecuado era dejarla en paz. Sin embargo, los acontecimientos se precipitaron, explica Pablo Cermeño, de Ambar. «El domingo por la tarde recibimos una llamada en la que se nos comunicaba que la foca mostraba poca capacidad de movimientos», afirma. Era evidente que el animal necesitaba atención sanitaria. En las horas siguientes, guardas forestales de la Diputación de Vizcaya trasladaron a la foca hasta el Centro de Recuperación de Fauna Salvaje en Gorliz, donde está siendo atendida por el equipo de veterinarios dirigido por Iñaki Intxausti. «El animal ha pasado sus primeras dos noches en el centro y se encuentra estabilizado a la espera de que se adopte una decisión sobre su futuro», señala Cermeño. En este sentido, se espera que en el transcurso de los próximos días, el animal sea trasladado de nuevo al sur de Inglaterra para su mejor recuperación.

 

Del Sahara a Escocia

 

La localización de un transmisor en la espalda de la foca ha permitido conocer la verdadera historia de este ejemplar macho que fue bautizado con el nombre de Sahara o Laayoun. El animal apareció precisamente en El Aaiún, en pleno mes de septiembre de 2006. Su vida corría un grave peligro. El veterinario Pascual Calabuig, responsable del Centro de Recuperación de Fauna Salvaje del Cabildo de Gran Canaria «se desvivió por sacarla adelante en un país donde, el hielo que se precisaba para bajarle la temperatura es un bien difícil de conseguir», explica Cermeño. En los meses de estancia en tierras marroquíes, sus cuidadores tuvieron que superar no pocas complicaciones. «Cuando la foca fue estabilizada hubo que obtener los permisos para sacarla del país. Fue necesaria incluso la autorización de la familia real», afirma el biólogo. El animal llegó a Canarias sin pelo en la piel «debido a la hipertermia a la que había estado sometido». En el archipiélago se le acondicionó un lugar en la piscina de cuarentena de pingüinos del Loro Parque de Tenerife. Eran las instalaciones con temperatura más baja de todas las islas. Los cuidados de Calabuig y de Sara Capelli, responsable veterinaria del Loro Parque, hicieron el milagro. En los meses siguientes, la foca consiguió engordar y recuperar el pelaje. Todo estaba a punto para su puesta en libertad. Sahara fue al Seal Sanctuary de Gweek, en el sur de Inglaterra, donde desde abril a octubre engordó aún más y cogió fuerzas para su vuelta a casa.

Y llegó el momento de la liberación. El pasado 11 de octubre, la foca fue trasladada a Orkney, al norte de Escocia. Antes de su suelta se le instaló un transmisor, con la esperanza de seguir de cerca su itinerario. «El recorrido en los primeros días parecía acercarle al Ártico, pero finalmente tomó dirección sur y después de recorrer 2.000 kilómetros llegó a Ondarroa.

La aparición de focas en Euskadi no es excepcional. Cermeño explica que desde la creación de la red de varamientos se han detectado cinco especies diferentes.

 

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