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TURISMO
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TEXTO:
John E. y su equipo
FOTOS:Carlos Villoch |
Un
día en las Maldivas con Marc y Marilen |
La
fauna marina en su explendor puede disfrutarse en estas islas paradisíacas |
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El
avión está despegando del aeropuerto de
Male, nos asomamos a las ventanillas para retener en nuestra
memoria las últimas imágenes de Maldivas.
Para nuestra sorpresa, sobre un mar color turquesa aparece
fondeado el NASRUALI, el barco de crucero donde hemos
pasado una semana. Nos miramos y sonreímos, que
mejor imagen para despedirse de este lugar. En proa, bajo
el toldillo distinguimos un grupo de gente. No vemos sus
rostros, pero sabemos quienes son: Marc y Marilen, dando
la bienvenida al nuevo grupo de buceadores recién
llegados. Hace una semana nosotros hacíamos lo
mismo.
Entre una extraña mezcla de alegría y pena
vemos como desaparece el Nasruali. Pena porque se acabó,
alegría porque fue magnífico.
Marc y Marilen son una pareja de instructores mallorquines
que en verano dirigen su centro de buceo en el Port de
Soller, Mallorca, y en invierno enseñan a los buceadores
las maravillas de los fondos de las Islas Maldivas.
Bucear, comer y dormir, cuantas veces hemos
oído en boca de amigos buceadores o leído
en revistas de buceo estas palabras, el sueño de
todo buceador. Pero no, eso no es lo único en el
Nasruali con Marc y Marilen. Ellos dos, junto a las tripulaciones
del Nasruali y del Ushiaru, el barco de buceo, hacen que
esas tres palabras se queden pobres al definir este crucero.
Las
jornadas han ido pasando sin tiempo para el aburrimiento.
Inmersiones diurnas y nocturnas, visitas a pequeñas
islas de pescadores, fotografías, algunas compras,
amenas conversaciones en la proa del barco, acompañadas
de café y té, música y cine. En una
pantalla improvisada por Marc en proa, podemos ver alguna
película o la filmación de la inmersión
del día.
¿Qué día? Uno cualquiera. Miércoles:
hoy la jornada ha empezado a las 06:45 horas. Los más
madrugadores rondaban ya por la cubierta, mientras el
resto conseguía despegar los ojos y abandonar los
camarotes. Un café, el bañador, la toalla,
y de un saltito estamos en el pequeño dhoni de
buceo. Cada uno se sienta junto a su equipo, y poco a
poco nos lo vamos poniendo.
Marc, de pie en la proa, y Ahmed, capitán del dhoni
de buceo, al timón, van dirigiendo el barco al
punto de inmersión.
Marilen, pizarra en mano, nos da las indicaciones para
la inmersión, son claras, breves y concisas, pero
imprescindibles para disfrutar de una buena inmersión.
Lugar de buceo HUKURUVELHI FARU, atolón
Ari Sur. Propósito, ver mantas diablo en una estación
de limpieza o manta point
La corriente, fundamental en este tipo de inmersiones,
es favorable.
Marc avisa, todos a punto, y a su voz todo el grupo salta
al agua, directos hacia el fondo, sobre el cantil que
forma el arrecife, a unos doce metros, no es necesario
bajar más.
No han pasado ni cinco minutos cuando Marilen señala
algo. Miramos atentamente y vemos aparecer una manta diablo.
Siguiendo las indicaciones de Marc y Marilen nos colocamos
pegados al fondo, sin movernos, procurando no dañarlo.
La manta, curiosa, pasa sobre nosotros, una y otra vez.
Gira, sube, baja, en un magnífico vuelo. Alguien
señala con el dedo, otra más. Al final son
seis las que van y vienen, las que hacen las delicias
de nuestra vista.
El
tiempo pasa, el manómetro y el ordenador mandan,
hay que subir. Ascenso, globo de señalización,
parada de seguridad, y arriba.
En el dhoni todo son gritos de emoción y alegría,
ha sido fantástico. De vuelta al Nasruali, Vajira,
el cocinero, nos tiene preparado un espléndido
y abundante desayuno, del que damos buena cuenta entre
emocionados comentarios.
Luego, mientras el barco se dirige al nuevo punto de buceo,
tiempo para descansar, tomar el sol, extasiarse viendo
islas de blanca arena y palmeras junto a la orilla, leer,
rellenar el divelog. Gritos en proa. ¡Delfines!.
Son un grupo numeroso. Nos acompañan un rato. Saltan,
nadan y recrean nuestra vista.
Comemos, tomamos el café y té, en proa,
bajo el toldillo, y tras un rato de asueto, al dhoni de
buceo.
Marilen explica, Marc y Ahmed dirigen el barco hacia el
punto de buceo, Azumath, el marinero, está atento
a nuestras solicitudes.
Destino HIMANDHOO THILA. Thila, formación
coralina que desde el fondo asciende hasta unos -8 metros,
en español sería una especie de altina.Todos
preparados, comentario imprescindible de nuestro amigo
Lusso antes de cualquier inmersión: John
Estoneman y su equipo.... A la voz de Marc, al agua.
Nos dejamos llevar por la corriente.
Empieza el frenesí. Brazos que se alzan y señalan
en todas direcciones, no damos abasto. Tiburones, enormes
atunes, carángidos, barracudas, tortugas, bancos
de peces de todos los tamaños y colores, rayas,
rayas águila, napoleones, todo ello mientras pasamos
por paredes tapizadas de coral blando de todos los colores.
Al final, como colofón de la inmersión,
aparecen tres mantas, que nos deleitan con su vuelo. De
nuevo en el dhoni. Sobran los comentarios, basta con mirarnos
las caras. Tras el café, nos llevan a una pequeñísima
isla de arena. Está todo preparado, la tripulación
del Nasruali, nos espera, hay partido de voley playa.
La cuestión es divertirse. La tripulación
se lo toma en serio. El voley es el segundo deporte nacional.
Queda demostrado, nos ganan 3 a 1. Da igual, al final
la gente ha disfrutado.
Ducha, nos vestimos con los pareos comprados en una de
nuestras visitas a una isla de pescadores, guiados por
Marc y Marilen. Bajamos de nuevo a la pequeña isla
de arena. Cena y música regional. Sin palabras,
hay que verlo.
La jornada toca a su fin. Al barco a dormir. A soñar.
Al día siguiente más. |
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