Presidiendo
el Caribe, entre Cuba y Puerto Rico, hay una isla que alberga dos
países: Haití y la República Dominicana. Rodean
sus costas playas de finas arenas blancas y palmeras además
de unas aguas tropicales de trasparentes reflejos. Pero la isla
no sólo son sus playas. En el interior se puede disfrutar
de ríos, cascadas, paisajes alpinos, bosques tropicales,
300 variedades de orquídeas, inmensos cocoteros, iguanas,
cocodrilos y la famosa cotorra verde, símbolo de la isla.
A ritmo de merengue podemos adentrarnos en una cultura que va más
allá del tópico dominicano sonriente y descubrir maravillas
como el ámbar, la magnética y enigmática piedra
semi-preciosa que encierra en su interior restos fósiles
del terciario. Otros ritmos nos conducen a la explosión de
color y ritmos del carnaval, que convierte a sus calles en un improvisado
teatro fruto del cruce de tres culturas: la nativa, la hispana y
la africana.
Buceo caribeño
Para los buceadores, la República Dominicana ofrece una
gran diversidad de inmersiones: arrecifes poco profundos con pronunciados
brazos, paredes escalonadas, grandes e impresionantes pináculos
en forma de torres submarinas... Abundan los pecios, ya sean antiguos
o modernos que se impregnan de las leyendas de estas costas que
fueron testigo de grandes batallas navales entre piratas y galeones
españoles llenos de oro. Los turistas que visitan la Costa
del Ambar, en el norte de la isla, suelen bucear al este de la
ciudad de Puerto Plata, en la Bahía de Sosúa.
Allí, un gran arrecife en forma de península arranca
a 5 m de la superficie, y cae a una profundidad de 20 m en un
lado y 15 m en el otro con una apertura estrecha que lo corta,
formando un pequeño cañón. En las afueras
de la bahía, se presenta un segundo sistema con intricados
parches de arrecifes conocido como Jardín Tropical. Estas
siguen los contornos de la suave pendiente que comienza a una
profundidad máxima de 33 m y sube a 10 m para culminar
en un sitio llamado Tres Rocas. Llegando tan sólo a una
altura de 5 m de la superficie, los tres parches de arrecifes
de forma lineal que conforman Tres Rocas crean un fascinante escenario
para la fotografía macro con abundante presencia de pequeñas
y bellas criaturas de los arrecifes como los diablitos juveniles,
que nadan entre los corales con despreocupación.
En
un sitio conocido como La Pista, camino a Puerto Plata del otro
lado de la Bahía de Sosúa, se encuentran tres montículos
coralinos gigantes, de 16 m de altura, uno al lado del otro. Grandes
colonias de corales Pata de Ñame se extienden
hasta la superficie y coronan la formación central.
Viajando hacia el Este, por el lado norte de la Península
de Samaná, el fondo marino varía desde arrecifes
pocos profundos con multitudes de aleros pronunciados, a sistemas
de rocas erosionadas con grandes cavernas, túneles y pasos
submarinos que pueden ser atravesados, tales como aquellos que
rodean las pequeñas islas rocosas de Las Ballenas. Son
tantas las formaciones de cavernas y túneles bajo profundidades
moderadas de 10 a 16 m que es difícil contarlas durante
una inmersión.
Cada
año, en invierno, desde enero hasta finales de marzo, las
Ballenas Jorobadas visitan las aguas de la República Dominicana.
La gran mayoría de las ballenas se congrega en el extenso
sistema de arrecifes oceánico conocido como el Banco de
la Plata y se puede llegar cerca de ellas en barco con excursiones
especiales. También, aún es común avistar
sus respiraciones a chorros y bulliciosos saltos desde las regiones
costeras norte y occidental de la isla. Durante los meses de invierno,
el canto embrujador de las ballenas, que se puede oír desde
grandes distancias, transporta al oyente a un mundo pasado donde
las grandes criaturas dominaban la tierra.
Considerado el más largo trayecto entre arrecifes de la
región, el sistema de Punta Cana ocupa casi la totalidad
de la Costa Este de esta segunda isla más grande del Caribe.
La majestuosidad de su extensión se inicia en la misma
costa y se extiende a más de una milla mar adentro.
Se caracteriza como una muy bien desarrollada formación
de espolones y surcos con una profundidad máxima de 20
metros antes de llegar a una amplia planicie arenosa. Más
allá de esta extensa área de arenas blancas, el
fondo está salteado con numerosos parches de arrecifes
adornados con grandes y coloridas gorgonias o corales blandos.
Si se avanza más afuera las profundidades bajan a los 33
m y el fondo cae hasta las mayores profundidades del Canal de
la Mona, donde ocasionalmente los buzos se encuentran con tiburones
de arrecife.
Pecios y cuevas
Los
amantes de los pecios deben visitar el Parque Nacional Submarino
La Caleta, al este de la capital, Santo Domingo, y cerca de los
hoteles de la playa de Boca Chica. Allí los buzos pueden
encontrar los naufragios Capitán Alsina, El
Limón y el afamado Hickory. Hundido intacto
en 1986, este buque usado para el rescate de naufragios, descansa
en su quilla en el fondo a una profundidad máxima de 20
m. Pasados unos 12 años, el esqueleto de acero de la nave
muestra una extraordinaria cobertura de esponjas y crecimientos
de corales incrustantes, dejando ver una profusión de vivas
tonalidades de rojos, naranjas y amarillos. Grandes cardúmenes
de peces tales como candiles, peces luna, candiles soldados y
sargentos mayores pasean por allí.
Una de las más fascinantes características geológicas
de la República Dominicana es su lado sur que está
completamente compuesto por roca cárstica. Esta roca madre
se caracteriza por complicados e intricados sistemas de aguas
dulces subterráneas, si milares a los que se hayan en el
norte de la Florida y en la Península del Yucatán
en México. Cerca de La Caleta queda uno de estos sistemas,
el cual es uno de los favoritos de los buzos. Allí existe
una serpenteada red de cavernas submarinas y túneles de
más de 100 m con paredes que se asemejan a rositas de maíz.