FOTOS: ICEP-PORTUGAL

TURISMO
La cuna del anticiclón
El mar de las Azores, con centenares de especies de peces y moluscos y con la presencia de grandes mamíferos como los cachalotes, es una extraordinaria reserva natural para los aficionados al submarinismo.
 

A 1.280 kilómetros al oeste de las costas portuguesas de la Península Ibérica los navegantes encontraban un refugio privilegiado de nueve islas que marcaban el último recurso antes de adentrarse en la ruta de las Américas. El águila ratonera que puebla sus cielos es fácilmente confundida por un azor, lo que explica por qué las llamaron así los marineros portugueses que desembarcaron en las islas en 1427. Piratas y balleneros hicieron de las islas su base de operaciones. Hasta 1981 Pico era uno de los principales centros balleneros portugueses. Hasta finales del siglo XIX, los balleneros americanos acudían a las Azores para capturar cachalotes y reclutar arponeros. Después, la pesca de la ballena se hizo en la isla a partir de la isla en esbeltas canoas a remo que muchas veces naufragaban. Hoy la isla de Pico ha recuperado su tradición ballenera pero de forma pacífica. Dos museos que dan a conocer su historia y exhiben el delicado arte de las piezas realizadas por los marineros con dientes y huesos de cachalote. Además, cachalotes y delfines son avistados por los curiosos turistas en pequeñas embarcaciones.

Sobre un mar de lava
Faial fue el escenario de la última erupción de las Azores, en 1957, donde surgió del mar un pequeño volcán cubriendo de ceniza el faro y dejando un paisaje que aun hoy es un testimonio mudo de las fuerzas naturales que forjaron las islas. El cráter de Sete Cidades, con un perímetro de 12 kilómetros, es el más impresionante de las islas pero el volcán más altanero y el que tiene el honor de ser la cima más alta de Portugal es Pico, de 2.351 m., con su cumbre nevada que puede darnos la engañosa sensación de que el gigante nunca volverá a despertar.
De hecho, la gente de las Azores convive con la actividad volcánica. La estación termal de Furnas muestra barros burbujeantes y rocas sulfurosas aun calientes, y unas sospechosas nubes de vapor brotan de la tierra como aviso de lo que se cuece bajo una ligera capa de tierra. Y esto es literal, dado que muchos habitantes de las Azores siguen cocinando en ollas que entierran y en las que lentamente se hace un delicioso cocido.
Dada su situación geográfica privilegiada, las Azores son un acuario natural que está repleto de grandes pelágicos como los espadines azules y blancos, atunes y escualos. Los centros de submarinismo más importantes se encuentran en la isla de Sao Miguel, en Caloura y en Villa Franca do Campo. Pero los clubes náuticos existentes en ocho de las islas (excepto en Corvo) y las empresas que operan en las islas de Faial, Graciosa, Sao Jorge y Terceira, disponen de equipos de apoyo para la actividad del submarinismo.

Nueve joyas naturales
Sao Miguel, la isla más grande, tiene tres lagunas cuya belleza es asombrosa: Sete Cidades, evoca una leyenda de princesas desgraciadas y reinos perdidos; Fogo, dramática, enmarcada en lava y mar, y por último Furnas, un lozano jardín en el fondo de un amplio cráter, por donde corren riachuelos de agua caliente. Santa María es una empinada escalinata de gigantes cubierta de viñedos que posee las playas más bellas de Azores, además de ser un excelente lugar para practicar el buceo. Graciosa tiene una enorme caverna que penetra en las entrañas de la tierra y un verdadero tablero de ajedrez de viñas en las paredes de lava de los “corrais”.
Terceira fue un puerto de galeones donde Angra do Heroísmo, ciudad declarada patrimonio de la humanidad, es un ejemplo de urbanismo europeo del siglo XVI. Pico es un gigante al que en sus pies le han colocado unas pocas ciudades de pescadores y balleneros. Faial posee una de las marinas más multicolor del mundo, la de Horta, donde los yates llegan de todos los rincones del mundo, y es que en sus aguas se pescan enormes espadines y atunes, siendo también un lugar privilegiado para la práctica del buceo. Sao Jorge es una isla verde con forma de navío cuyos quesos son famosos. Flores es una orgía de color, cascadas de agua, y flores, muchas flores. Y, por último, Corvo, con 17 Km2, es la más pequeña y norteña de las 9, posee unas bellas lagunas en el fondo de un gran cráter verde y una población que mantiene sus tradiciones seculares.
No hay grandes urbanizaciones y complejos hoteleros y permanecen al margen del turismo de masas. Sus playas no se mencionan, llueve mucho, pero a pesar de ello comienzan a considerarse como unas islas ideales para quienes desean unas vacaciones tranquilas o para la práctica de deportes náuticos, ecoturismo y, como no, buceo.

 

 

 
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