Aunque la "maldición de Dahab" aún persiste
y su profundo Blue Hole (Agujero Azul) sigue siendo el mayor punto
negro del buceo del mundo, se puede decir que lo que más
subsiste en este pequeño punto del Desierto del Sinaí,
a orillas del Mar Rojo, es el mito... Y hay que tener en cuenta
que, un mito bien alimentado es, sin duda, un fructífero
negocio.
En torno a este agujero sin fondo, que en los últimos 30
años se ha cobrado la vida de decenas y decenas de buceadores,
hoy se ha creado un "circo" (con zoco beduino incluido)
en el que no sólo operan los 65 centros de buceo de Dahab
(una ciudad con tan sólo 1.000 habitantes) y varias decenas
más de operadores de la vecina Sharm el Sheik, sino que es
el campo de operaciones de numerosos vendedores ambulantes de souvenirs
y de auténticos beduinos que ofrecen sus camellos para pasear
por la playa. Los chiringuitos al estilo jaima se han adueñado
de toda la ensenada y las hamacas y tumbonas llegan hasta el mismo
borde del arrecife. La enorme boca del Blue Hole (sobre la que hasta
han instalado escaleras y pequeños pantalanes) se ha convertido
en una especie de piscina
del Parque Sindical, donde, a diario, cientos de niños, padres
y abuelos provistos de flotadores y chalecos salvavidas, chapotean,
gritan y pisan sin disimulo el coral del arrecife, sin ningún
tipo de respeto por los cadáveres de buceadores que aún
yacen en el fondo de ese abismo y ajenos a los dramáticos
sucesos que se han vivido y se siguen viviendo en el legendario
Blue Hole de Dahab.
Pero vayamos por partes y respetemos las premisas del periodismo,
las cinco "W": "what", "where", "when",
"who" y "why" (qué, donde, cuando, quien
y porqué)... La ciudad de Dahab está situada en la
costa del Mar Rojo, dentro de esa lengua de agua que se conoce como
el Golfo de Áqaba, a unos 100 km al norte de Sharm el Sheik,
localidad de la que parte
la mayoría de los cruceros de buceo que cubre la llamada
Ruta Norte del Mar Rojo. La palabra "dahab" significa
"oro" en árabe y ése fue el nombre que los
habitantes de esta región del Desierto del Sinaí,
al final del lecho del río seco de Nasab, le dieron a esta
zona haciendo referencia al color brillante de la arena de su costa.
Los beduinos se establecieron hace algún tiempo aquí,
alrededor de un pequeño oasis que fue el origen del pueblo.
El escenario del Sinaí, marcado por la desolación
de una tierra árida, famosa porque en ella sucedieron dramáticos
acontecimientos bíblicos (la huida de Moisés con su
pueblo durante 40 años), contrasta con la explosión
de vida y color que oculta el Mar Rojo en sus costas: los malvas
y rosas del coral, los destellos de los anthias naranjas y, bajo
todo esto, el profundo azul.
Hippyes,
drogas y leyendas
Esta riqueza y belleza de sus aguas atrajo, allá por los
años 70, a los primeros buceadores, aventureros más
bien, que se empezaron a instalar en campamentos en el entorno de
Dahab y Assalah, el otro núcleo de población de la
zona (separados por tan sólo tres kilómetros). Se
creo una atmósfera bohemia y típicamente hippye en
la que las drogas estaban presentes. La peculiaridad de este lugar
es que cualquier punto de la costa es bueno para sumergirse. Tras
una entrada de playa sencilla, a apenas cinco metros, empieza el
arrecife que alberga una interesante biodiversidad, con más
de 400 corales diferentes que se caracterizan por su enorme regeneración.
Sin embargo, Dahab no se hizo famoso por su biodiversidad, sino
por la existencia del Blue Hole, localizado a 6 km. al norte de
Dahab. Se trata de un enorme agujero de unos 70 m. de diámetro
situado en medio de un arrecife coralino y al borde de la orilla
de la playa. El agujero llega hasta los 120 m. de profundidad y
en sus paredes no hay realmente nada interesante que ver. Sin embargo,
la inmersión cuenta con unas características especiales
que la hacen muy atractiva para los buceadores de profundidad, ya
que en la pared opuesta a la costa, sobre los 56-60 m. de profundidad
se abre un paso natural al exterior del arrecife, al mar abierto.
La visibilidad de las cristalinas aguas anima a intentar superar
este reto y muchos buceadores, desde entonces, se han lanzado a
la aventura en este abismo. Sin embargo, no todos consiguen el objetivo.
Todos los años, algún buceador muere intentando encontrar
la salida al mar. Si los
efectos de las drogas en los buzos pudieron ser la causa de muchos
accidentes en el pasado, hoy lo es la falta de experiencia y preparación.
En la década de los 80 murieron decenas de ellos. En los
90, las restricciones y el control del Gobierno egipcio consiguió
frenar las cifras de accidentes, pero con la llegada del nuevo milenio,
otra vez han empezado a registrarse sucesos mortales en este agujero
traicionero. En 2007, uno de los peores años que se recuerdan,
murieron entre 6 y 8 buceadores (las cifras no son exactas debido
a la opacidad de los datos facilitados por las autoridades locales).
Hoy, los centros de buceo, muestran el Blue Hole a sus clientes,
simplemente, paseándoles por su superficie y desarrollando
la inmersión en la cara externa de él o, también,
iniciado el buceo en la conocida como The Bells, un espectacular
y profundo surco en el arrecife que llega hasta los 30 m de profundidad,
para terminar subiendo por la pared externa del Blue Hole.
The
Canyon
Muy cerca de aquí también se encuentra otra inmersión
mítica: The Canyon, un buceo típico de galerías
y túneles cuya profundidad supera los 40 m. Y entorno a estos
lugares legendarios para el mundo del buceo, con los años,
se ha creado una industria turística difícil de describir
y, probablemente, sin parangón en ningún otro lugar
del mundo. Los buceadores, en temporada alta, se pueden contar por
cientos cada día, incluso pueden llegar al millar, concentrándose,
al borde de la playa, en los accesos a los puntos de buceo, hasta
50 buzos a la vez, intentando encontrar un hueco por donde introducirse
en el Mar Rojo. En tierra, vendedores ambulantes, beduinos y oprtunistas
hacen su agosto alquilando o vendiendo de todo. Los curiosos también
acuden aquí para ver las decenas de lápidas y epitafios
de buceadores muertos situadas al borde del Blue Hole (sólo
el 5% de las que existen, ya que el resto están bajo el agua,
incrustadas en la pared del arrecife). Un infierno en lo que el
morbo está muy por encima del respeto a los buzos caídos.
El verdadero paraíso beduino
Más al norte, en el área protegida de Ras Abu Gallum,
el Mar Rojo muestra su esplendor. Un lugar sólo accesible
en camello en el que se encuentra un pequeño poblado beduino
en el que sus habitantes viven hoy de los turistas que se acercan
por allí y... por el tráfico de drogas (eso es lo
que se dice). Aunque no es una expedición muy solicitada
por allí, ya que el perfil del buceador que se acerca a Dahab
suele ser el del "buceo fácil", con hotel y con
zona de marcha para las noches (alemanes, ingleses, austriacos y
rusos), cualquier centro de buceo puede organizarlo. Se monta todo
el equipo de inmersión, botellas incluidas, en los camellos
y se recorre la costa subidos a sus chepas hasta este lugar. Si
se quiere quedarse a dormir, bajo un chamizo y en un entorno beduino
auténtico, los camellos, todos los días, traerán
las botellas de aire que se necesiten para las inmersiones. Abu
Gallum es otra historia. Aquí, en inmersiones como Salahs
Place, Red Tooth Trigger Bay o Ras Mamlah uno puede ver el Mar Rojo
en toda su plenitud, con arrecifes de coral completamente vírgenes
e intactos, verdaderos jardines multicolor que colonizan hasta el
último centímetro del fondo marino y donde la biodiversidad
es apabullante. Los anthias anaranjados llegan a ocultar el sol,
los peces payasos, haciendo guardia en sus respectivas anémonas
están por todas partes..., hay tortugas y algún esporádico
delfín que se acerca a la costa a curiosear... Esto es como
una guardería infantil, donde se desconoce la malicia y lo
único importante es la diversión. Los animales juegan
constantemente y no ven en el ser humano una amenaza. A tan pocos
kilómetros del infierno del Blue Hole existe el verdadero
paraíso beduino, esperemos que por mucho tiempo... inshallah,
que en árabe significa: "si Alá quiere"....
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