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MEDICINA
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TEXTO
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El
tétanos: una enfermedad escondida en el oxido |
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No debemos
sorprendernos cuando el médico que nos está
haciendo el reconocimiento médico para la práctica
del submarinismo nos pregunte si estamos vacunados del tétanos.
Para todos es recomendable estar inmunizado contra esta enfermedad,
pero para los submarinistas que practicamos nuestro deporte
en un ambiente donde la humedad relativa del aire es alta
y además nos exige estar largo tiempo en remojo, es
más que recomendable estar convenientemente vacunados.
Y esto es así porque en la costa se oxidan con gran
facilidad los metales, y el hecho de estar sumergidos, provoca
el reblandecimiento de la piel, haciéndola más
vulnerable a las agresiones de todo tipo.
Una herida anfractuosa o con un cuerpo extraño, un
corte profundo o incluso un inocente pinchazo pueden desembocar,
si se dan las condiciones adecuadas de suciedad y ausencia
de aire, en el desarrollo de esta terrible enfermedad.
El tétanos es una enfermedad muy grave. La bacteria
causante de este mal es Clostridium tetani, cuyas esporas
están presentes frecuentemente en la tierra y en objetos
sucios u oxidados. El bacilo del tétanos es anaerobio,
es decir, que sobrevive en ambientes carentes de oxígeno.
Por lo tanto, cualquier herida que no sea superficial puede
ser susceptible de incubarlo. |
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Cuando la
espora del bacilo del tétanos encuentra un ambiente
idóneo en una herida, empieza a reproducirse y se transforma
en la forma vegetativa, que es la que excretará la
toxina tetánica. La infección bacteriana permanece
localizada en la lesión; son las toxinas producidas
las que llegan a los centros nerviosos, cuya afección,
provocará el cuadro tetánico.
La enfermedad se manifiesta tras una o dos semanas de incubación.
Cuanto antes aparezcan los síntomas, más grave
y de difícil curación será. Frecuentemente
es mortal.
El tétanos se caracteriza por la rigidez de la musculatura
esquelética y los espasmos convulsivos. Es característica
la contracción continuada y dolorosa de los músculos
de la masticación, adquiriendo el paciente un rictus
denominado risa sardónica, y de los músculos
dorsales, provocando el arqueo del cuerpo hacia atrás.
Las crisis convulsivas son muy dolorosas. Pueden ser desencadenadas
por cualquier tipo de estímulo: un sonido, una brisa
de aire, una luz, un movimiento del cuerpo. Por tal motivo,
a los pacientes se les mantiene sedados y en una estancia
tranquila y oscura.
Una vez que la enfermedad ha hecho su aparición, es
imposible neutralizar la acción de la toxina fijada
a las células nerviosas. Sin embargo se puede impedir
que la toxina, que aún viaja por el torrente sanguíneo,
alcance los centros nerviosos suministrando suero antitetánico.
Simultáneamente se aplica antibiótico para luchar
contra el germen productor de la toxina.
El tratamiento que se aplica al paciente tetánico es
sintomático. Se trata de que pase las crisis convulsivas
lo menos dramáticamente posible.
Aunque actualmente es una enfermedad poco frecuente en nuestras
latitudes, dada su gravedad y la ausencia de antídoto,
es fundamental prevenirla con la vacunación (que se
realiza mediante inyección subcutánea de la
anatoxina tetánica). Esta precaución nos proporcionará
diez años de inmunidad, siempre y cuando se siga el
protocolo correcto de administración del fármaco.
Para todos los buceadores es aconsejable comprobar la fecha
de nuestra última dosis de recuerdo antitetánico.
Muchos tendrán que ponerse al día.
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