MEDICINA
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¡Que no cunda el pánico!
El estrés interno o el miedo profundo pueden desencadenar una crisis de pánico que en un entorno subacuático suelen ser fatales
 

El pánico no es una enfermedad, ni tampoco una alteración exclusiva de determinados individuos. Podríamos definirlo como una consecuencia física y mental provocada por una situación de un acusado e intenso estrés o de un profundo miedo.

Se caracteriza por:
* un incremento en los niveles de adrenalina
* un aumento de la frecuencia cardiaca y respiratoria
* una disminución de la secreción salival
* movimientos bruscos e incontrolados
* una pérdida de autocontrol y raciocinio

El grave problema de una situación descontrolada provoca, al no encontrarnos en nuestro medio natural, situaciones muy arriesgadas que pueden llevar al buceador a la muerte. Sin embargo, se puede y se debe aprender a reconocer qué situaciones, tanto externas como internas, pueden llevarnos a un estado de pánico si no tomamos medidas.

El estrés del buceador no tiene por qué convertirse en pánico si lo reconoce y lo maneja a tiempo. Así, se podría decir que aunque el estrés puede tener resultados indeseables, debemos tener en cuenta que en muchas ocasiones, las reacciones y los cambios que se provoca en el organismo pueden resultar positivos para el buceador, puesto que lo preparan ante una situación de emergencia.
Este estrés puede ser provocado por múltiples factores que pueden clasificarse en dos apartados:
Por un lado, las causas de origen físico, como por ejemplo el frío, el mareo, la falta de ajuste del equipo, la ingesta de alcohol o medicamentos, agotamiento muscular, calambres, etc.
Y por otro lado, las causas con fundamentos psicológicos, como la presión que ejercen sobre nosotros otros buceadores, actitudes y creencias del buceador, el propio estrés físico, padecer de claustrofobia o tener miedo a la oscuridad. Por ejemplo, antes estas dos últimas consideraciones hay que extremar las precauciones si visitamos una cueva, por sencilla que sea, pues en los sitios cerrados los ataques de pánico pueden acarrear consecuencias dramáticas.
Si el estado de estrés aumenta su intensidad corremos el riesgo de padecer un ataque de pánico de mayor o menor intensidad, pero siempre muy peligrosos en el agua.
Para evitar tales situaciones es determinante el perfil y la aptitud del buceador.

El buceador ideal debería reunir cualidades entre las que se incluyen:

* Seguridad en uno mismo, dependiente de factores físicos (salud y adecuada preparación, descanso, dieta correcta, etc.) y factores emocionales (autocontrol, motivación, estabilidad emocional, etc.).
* Confianza en el medio, mediante el aprendizaje y conocimiento del entorno, de sus condiciones y de los organismos que allí habitan.
* Conocimientos sobre la técnicas de buceo y el equipo de buceo.
* Asimilación de nuestras propias limitaciones
* Reconocer cuando se están produciendo situaciones estresantes para un mejor manejo de las mismas.

Cuando el pánico se apodera de un buceador hay que ayudarlo actuando con contundencia, pues no razona, pero cuidando nuestra propia seguridad. Pasada la crisis, la mejor terapia para la víctima es analizar el porqué ocurrió y cómo podría haber evitado llegar a ese estado.

 
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