En este número haremos referencia a los accidentes
producidos por la fauna, aunque la experiencia nos demuestra
que tanto en tierra como en el mar, todos los animales,
en principio, huyen del hombre o bien le tratan con indiferencia.
Sólo en etapas específicas, como épocas
de celo, migraciones o ataques espontáneos como el
de la araña de mar, el peligro pocas veces viene
directamente del animal, sino que es una reacción
defensiva propia, o bien por contacto causal debido a una
distracción o a un error.
No obstante, puede sernos útil conocer un mínimo
de especies que pueden representar, aunque sólo sea
potencialmente, un riesgo o peligro, así como el
tratamiento idóneo una vez sucedido el percance.
Podríamos describir tres tipos de lesiones según
su mecanismo de producción: lesiones por contacto,
lesiones por picadura o pinchazo y lesiones por mordedura.
En este número analizaremos el primero de los tipos.
LESIONES POR CONTACTO
Se trata de lesiones muy frecuentes entre bañistas
y también entre buceadores (en las partes no protegidas
por el equipo). En su mayor parte son afecciones urticantes
de consecuencias muy variables, dependiendo de la zona corporal
afectada (tamaño y vascularización), estado
general del accidentado (convaleciente, niño o anciano)
y de la existencia o no de una sensibilización especial
por parte del individuo lesionado que puede llegar a desencadenar
una reacción anafiláctica de consecuencias
fatales.
Los animales más representativos de este tipo de
lesiones son los celentéreos entre los que se incluyen
anémonas, actínias y medusas. Estos animales
cuentan con unos órganos denominados nematocistos,
consistentes en multitud de vesículas con sustancias
tóxicas y flagelos huecos y enrollados en espiral
que, al entrar en contacto con otro organismo, se disparan
clavándose e inoculando así el tóxico.
Gran número de las lesiones producidas en buceadores
tienen lugar en la zona de los labios y cara tras tocar
con los guantes estos animales y posteriormente rozarnos
nuestra propia piel con el consiguiente transporte de nematocistos
hacia zonas desprotegidas.
Los síntomas de las lesiones que se presentan por
el contacto con estos antozoos se caracterizan por sensación
quemante y dolorosa, eritemas, urticaria y prurito.
Si las lesiones se ulceran o se necrosan, pueden dar lugar
a abcesos purulentos. En ocasiones, raras, pueden aparecer
reacciones generalizadas que se caracterizan por náuseas,
vómitos, molestias abdominales, fiebre, escalofríos,
etc.
RHIZOSTOMA PULMO (aguamala
o acalefo azul). El contacto con ésta
da lugar a un cuadro de urticaria y prurito leve.
PELAGIA NOCTILUCA
(acalefo luminiscente). Posee un veneno bastante activo
y numerosos nematocistos en sus tentáculos, lo que
da lugar, al mínimo roce, a dolor y sensación
quemante. Además puede dar lugar a náuseas
y vómitos y a un síndrome neurotóxico
con parálisis de los músculos respiratorios.
La pérdida de conciencia y la muerte, aunque raras,
son posibles. En ocasiones las lesiones urticariantes iniciales,
una vez curadas, reaparecen a las 2-3 semanas (reacciones
alérgicas tardías).
PHYSALIA PHYSALIS
(carabela portuguesa). Cuerpo con campana de gas o neumatóforo
de gran tamaño (color plateado o púrpura rojizo),
encima de él, estructura aplanada que actúa
como vela. Por debajo del neumatóforo cuelgan los
tentáculos filamentosos de gran longitud, enrollados
en espiral y cargados de nematocistos. Produce lesiones
cutáneas como ronchas o habones eritematosos lineales
que posteriormente se vesiculan y necrosan. Los fragmentos
sueltos en el agua pueden dar lugar a lesiones semejantes
a las producidas por ejemplares vivos. La toxina nematocística
puede originar un cuadro neurotóxico y cardiotóxico
con hipotensión, taquicardia, calambres, dificultad
respiratoria e incluso muerte por parálisis respiratoria
y colapso cardiovascular
TRATAMIENTO DE LAS LESIONES
PRODUCIDAS POR CONTACTO (por
nematocistos)
En un principio debe lavarse la herida con agua de mar o
suero fisiológico para el arrastre mecánico
de los restos de tegumentos del animal; nunca deberemos
realizar este lavado con agua dulce, ya que se produciría
por ósmosis un estallido de los nematocistos aun
íntegros.
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Para
la neutralización de parte del veneno puede valernos
la aplicación de compresas de alcohol, ácido
acético (vinagre), bicarbonato sódico o amoniaco
diluido. No frotar la zona afecta con papeles, arena, toallas,
etc. Pueden aplicarse pomadas antihistamínicas o corticoides
tópicos cubriendo seguidamente las lesiones con un
apósito estéril así como la administración
de algún analgésico si la intensidad del dolor
lo requiere.
En caso de presentarse lesiones severas y extensas o reacciones
con afectación del estado general, el paciente debe
ser trasladado al centro hospitalario más cercano.
Además de las lesiones por celentéreos, ya descritas,
haremos referencia a las causadas por los animales microscópicos
llamados protistes. Por su ingente número llegan a
colorear el agua con tonos pardo, marrón, rojizo, etc.,
y originan una reacción inflamatoria local otitis,
rinitis, conjuntivitis... al entrar en contacto con
zonas mucosas de nuestro cuerpo.
Estas lesiones tienen una evolución benigna tratadas
con pomadas o colirios corticoides.
También mencionaremos las lesiones producidas por contactos
eléctricos originados a partir de unas células
hexagonales llenas de una sustancia gelatinosa denominadas
electroplaxas.
Son causantes de estas lesiones los torpedos: tremielga (Torpedo
torpedo), tembladera (Torpedo marmorata) y tremielga negra
(Torpedo nobiliana). Los primeros producen una descarga de
unos 45 voltios, mientras que la última puede emitir
descargas de hasta 220. |