El Neumotórax
se puede definir como el resultado de la entrada de aire a presión
en el espacio virtual entre los pulmones y la pared interna
del tórax, también llamado cavidad pleural. Las
pleuras son unas membranas que recubren tanto los pulmones como
la pared interna del tórax y constituyen un espacio cerrado.
La entrada de aire a presión en su interior conlleva
grandes riesgos pues ello supone un colapso, en mayor o menor
grado, del pulmón afecto.
Existen varios tipos de neumotórax que se pueden clasificar
de acuerdo con la causa:
= Neumotórax espontáneo.
= Neumotórax traumático.
El neumotórax espontáneo afecta con mayor frecuencia
a hombres altos y delgados de edades comprendidas entre los
20 y los 40 años. Se produce por la rotura de un pequeño
saco lleno de aire llamado bulla, que puede aparecer en el
pulmón de forma anómala. Antecedentes familiares
y el hábito de fumar, contribuyen a un mayor riesgo
de padecer esta afección, así como complicaciones
de una enfermedad pulmonar subyacente como asma, fibrosis
quística, tuberculosis, etc. Entre el 30% y el 50%
de los pacientes con neumotórax espontáneo experimentan
recurrencia, pero sin complicaciones a largo plazo. La incidencia
es de 1 caso por cada 10.000 personas. Los síntomas
frecuentemente aparecen repentinamente y a menudo durante
el sueño.
El neumotórax traumático es el resultado de
una lesión o accidente directamente en el tórax.
Puede producirse por múltiples motivos como, heridas
de arma blanca, heridas de bala, accidentes de automóvil,
de buceo, inclusive por actuaciones médicas de alto
riesgo como algunos tipos de biopsias, anestesias por punción
intracostal, etc.
Como consecuencia de un gran volumen de aire acumulado en
la cavidad pleural, cualquiera de los dos tipos de colapso
pulmonar puede desembocar en lo que se conoce como neumotórax
a tensión. En este caso, el aire que entra al espacio
pleural, se acumula allí en cada inspiración.
Como resultado, se produce una excesiva presión sobre
el pulmón, que ocasiona taquicardia grave, hipotensión,
desviación mediastínica (el mediastino es el
espacio comprendido entre una y otra pleura, y divide el pecho
en dos partes laterales), y/o desviación traqueal.
Los síntomas del neumotórax, espontáneo
y traumático, son dolor torácico en el lado
afectado, dificultad respiratoria, respiración entrecortada,
limitación de movimiento en hemitórax afectado
con tendencia a doblarse hacia dicho lado, cianosis de piel,
labios, debajo de uñas, etc. Aunque dependiendo de
la cantidad de aire acumulado en el espacio pleural, la sintomatología
varía de muy leve hasta muy grave e incluso muerte.
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Centrándonos en los buceadores, y en el caso de que
el neumotórax se produzca bajo el agua, cuando el buceador
asciende y se produce por tanto la disminución de presión,
el volumen de aire encerrado aumenta y empuja el pulmón
dañado y al corazón hacia el lado opuesto del
tórax. El colapso que se produce y el cambio de posición
del corazón produce síntomas de shock, y si
son lo suficientemente graves, la muerte.
La auscultación del tórax durante un examen
físico revela una reducción de los sonidos respiratorios,
y se detecta mediante radiografía de tórax y
gases en sangre arterial.
El tratamiento del neumotórax consiste en extraer
el aire, por medio de un aparato de succión o jeringa,
tras perforar la cavidad torácica, para acceder a la
bolsa de aire, llevar a cabo el vaciado y conseguir con ello,
la reexpansión pulmonar. Algunos neumotórax
pequeños se resuelven por si mismos reabsorbiéndose
el aire del espacio pleural.
El neumotórax espontáneo está considerado
una contraindicación absoluta por el riesgo de recurrencias,
mientras que el neumotórax traumático es una
contraindicación relativa debiendo valorarse en cada
caso la posibilidad de que el pacienta pueda o no volver a
bucear.
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