Psiquiátricos.
Además de las patologías graves de la mente,
la claustrofobia o los estados de ansiedad considerables pueden
ocasionar situaciones muy graves debajo del agua por lo que
se consideran también contraindicaciones absolutas.
Así mismo, cualquier medicación que actúe
sobre el sistema nervioso, como los antidepresivos y los tranquilizantes,
es capaz de interferir y alterar el metabolismo del organismo,
así como influir negativamente en los efectos del nitrógeno
sobre el cuerpo.
Dentro de las contraindicaciones relativas existen numerosas
situaciones y alteraciones que pueden impedir temporalmente
el buceo. Algunas de ellas son:
Afecciones del oído.
En general, cualquier problema que incida sobre el oído
medio, el tímpano o el equilibrio requieren de su curación
previa y posterior valoración médica (tapones
de cera, otitis, perforaciones timpánicas, etc.)
Afecciones de la boca.
Las caries u otros problemas bucales deben ser tratados y
reparados correctamente para evitar dolores y molestias.
Afecciones nasales
como las desviaciones del tabique y los pólipos tienen
que valorarse en cada situación.
Obesidad. Un
peso superior al 25 % del peso idóneo puede favorecer
la aparición de enfermedad descompresiva, ya que el
tejido graso tiene mayor tasa de acumulación de nitrógeno
que otros tejidos. Por tanto, una persona obesa debe extremar
las precauciones, puesto que es más propensa a padecer
un ataque de descompresión. Para estos sujetos son
recomendadas paradas de descompresión más prolongadas.
Si bien no es necesario estar en excelente plena forma, un
buen estado general físico y mental es esencial para
evitar accidentes innecesarios.
Como recomendación final, una revisión médica
cada dos años es más que aconsejable. De hecho,
ya en muchos destinos de buceo, se le exige al buceador que
presente, además de título, seguro y libro de
registro de inmersiones, su certificado médico.
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