MEDICINA
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Ahogamientos dulces, salados, azules y blancos
 
 

Aunque el submarinismo se encuentra entre los deportes que se catalogan como “de riesgo”, no se le puede aplicar realmente este término de forma general. Los conocimientos adquiridos que se aprenden a lo largo de un curso específico y obligatorio para bucear, tienen muy presente los riesgos, las normas y recomendaciones fundamentales para que no ocurra ningún accidente.
Salvo contadas excepciones por fallo del equipo, prácticamente todos los sustos y problemas serios debajo del agua van íntimamente unidos a la imprudencia y negligencia de los buceadores. El ahogamiento puede ocurrir en cualquier circunstancia en la que el aire no pueda pasar a través de las vías respiratorias, puesto que la canalización del mismo se encuentra interrumpida. Según el diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, el término “ahogado” se define como aquella persona que muere por falta de respiración, especialmente en el agua. Por este motivo, el término sumersión resulta más preciso, si cabe. Aunque el anegamiento de agua pueda parecer la única y lógica causa para el ahogamiento, se ha observado en investigaciones que aproximadamente entre un 10% y un 30% de los ahogados (Cot, 1934 y Moritz, 1934) mueren sin haber aspirado agua en los pulmones. Por este motivo, una clasificación muy utilizada clásicamente aunque actualmente anticuada, distingue 2 tipos de ahogamientos:

* Ahogado azul. Existe anegamiento de agua en los pulmones. La muerte es por una combinación de la asfixia y las reacciones secundarias por la aspiración de la misma. Se denomina así por la coloración azulada de la piel y mucosas.
* Ahogado blanco. Ahogado sin aspiración de agua. Hay una asfixia aguda por el laringoespasmo y subsiguiente cierre de la glotis que no permiten la ventilación normal.
Debido a que la hemoglobina, proteína de la sangre encargada de transportar el oxígeno, pierde el oxígeno, cambia a una coloración azulada y por eso se denomina ahogado azul. El problema de esta clasificación es que la diferencia entre ambos ahogados no es tan patente como cabría esperar, puesto que según transcurre el tiempo, el ahogado blanco evoluciona al azul.

Por otra parte, como ahogado implica muerte, existe una situación intermedia, que recibe el nombre de “semi-ahogamiento”, cuando el paciente, tras ahogarse es reanimado correctamente tanto haya aspirado agua o no, independientemente de cual sea su evolución posterior.
También existen diferencias en la fisiopatología de los ahogados en agua dulce y agua salada, siendo mucho más graves y más difíciles de reanimar los primeros que los segundos. En el caso del agua salada, como ésta tiene una alta concentración de sustancias disueltas, se produce un fenómeno osmótico y existe paso de líquido del torrente sanguíneo a los pulmones. Como consecuencia, se produce un encharcamiento de los mismos más o menos intenso. A nivel del sistema sanguíneo no surgen tantos problemas como en el ahogado de agua dulce, puesto que los hematíes no se destruyen ni los trastornos del ritmo cardiaco son tan marcados.
En el agua dulce todo se complica debido al fenómeno de difusión, puesto que el agua es hipotónica respecto a la sangre, y penetra rápidamente en el torrente sanguíneo. Se produce una sobrecarga a nivel cardiaco que rápidamente afecta a su ritmo e intensidad. También causa graves problemas a nivel de las membranas de los glóbulos rojos que cesan su capacidad de transporte de oxígeno, sin olvidarnos de la anoxia y las graves consecuencias de ésta.

En cualquier caso, y si el estado clínico del paciente lo requiere, es necesario la reanimación cardiorrespiratoria de inmediato. Es importante no perder tiempo en el intento de extraer agua de los pulmones, porque existe el peligro de que estas maniobras provoquen una regurgitación gástrica, aparte de que no suponen ninguna mejoría patente de la ventilación. Los diferentes tipos de respiración de rescate (boca-boca, boca-nariz, etc.) son muy efectivos, y por otra parte presentan la gran ventaja de que son de fácil aprendizaje (cursos de socorrismo, de primeros auxilios). Con este tipo de ventilación se ha demostrado que en pocos segundos aumenta la concentración de oxígeno en la sangre. La hipotermia producida por aguas frías, favorece positivamente la posibilidad de reanimación, porque el frío protege de la anoxia cerebral, existiendo casos de ahogados que han llegado a sobrevivir después de 30 minutos de apnea.
Todo el mundo debería conocer y practicar de vez en cuando las técnicas de respiración de rescate y reanimación cardiopulmonar. En el caso de los buceadores esta destreza debería ser obligatoria para obtener el título.


 
 

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