Muchas de las cuestiones de salud que preocupan al buceador están relacionadas con el oído. En esta ocasión nos vamos a centrar en un tipo de otitis externa que se denomina otomicosis. El término procede del prefijo griego oto = oído y mykés = mico= hongos. Efectivamente, se trata de una infección del conducto auditivo externo, en adelante CAE, causado por bacterias u hongos principalmente de los géneros Aspergillus y Candida.
Conozcamos antes de nada como es el CAE, es un conducto de unos dos centímetros y medio que se localiza en el hueso temporal del cráneo. La piel que lo recubre es similar a la de otras zonas del cuerpo como el cuero cabelludo. Esta recubierta de pelillos cortos que evitan la entrada de partículas extrañas, de glándulas que producen cerumen para evitar la entrada de polvo y de otro tipo de glándulas que se llaman “de ovillo” que proporcionan color al cerumen. En condiciones normales, la zona presenta una flora bacteriana y fúngica propia.
El problema aparece cuando, debido a las condiciones externas o a unos hábitos de higiene poco adecuada, los hongos o las bacterias se comportan como patógenos y se desencadena un proceso infeccioso. Puede ocurrir por una limpieza excesiva del oído con bastoncillos u otros elementos, por el lavado continuado con agua sobretodo en nadadores y a los buceadores o por el uso de artefactos que cubren el oído como cascos o aparatos auditivos.
Las otomicosis constituyen aproximadamente el 10% de otitis externas. Afectan a personas de cualquier edad y a ambos sexos, aunque a partir de los cincuenta años es más frecuente en mujeres que en hombres. En pacientes con otras afecciones previas como seborrea o psoriasis el establecimiento del patógeno en el CAE se ve favorecido.
La manifestación de una otomicosis incluye picazón, descamación, exudación purulenta y derrame de líquido denso y cremoso. Si el paciente se rasca porque le pica o porque cree que tiene un cuerpo extraño en el oído además se puede producir inflamación, edema o fisuras en el conducto auditivo.
En estados avanzados de la infección el paciente experimenta dificultades al masticar y para oír –acúfenos-. El desprendimiento del tejido del CAE puede producir material de colores distintos al habitual del cerumen como negro, gris o verde.
Cuando con estos síntomas acudimos al especialista este confirmará que se trata de una otomicosis mediante una exploración física del conducto auditivo externo y un análisis micológico de material extraído del conducto. Si el causante es un hongo se observan estructuras propias del organismo como las hifas, los conidioforos y los conidios.
A nivel profiláctico entre los buceadores esta muy extendido el uso de alcohol boricado - ácido bórico al 5% en alcohol isopropílico al 60-70%- con el fin de secar y desinfectar el oído después de las inmersiones. Su uso debe ser comedido e incluso algunos facultativos no lo recomiendan por ser demasiado fuerte.
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