MEDICINA
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Respiración de líquidos
 

La respiración de líquidos ha sido siempre un sueño para los fisiólogos. Conseguirlo supondría la solución para muchos tratamientos médicos y permitiría aplicaciones en el deporte, en la cirugía, en la carrera espacial, en la interfase hombre-máquina, en la conquista de los abismos marinos y en otros terrenos científicos aun por descubrir. Que un organismo respire un líquido rico en oxigeno en lugar de aire tendría grandes ventajas.

Los orígenes de la ventilación liquida se remontan a los años 50 cuando el Dr. Stein afirmó que el intercambio de gases en los pulmones no sólo se podía producir en una interfase aire/liquido sino también entre liquido/liquido. Se experimentó en animales de laboratorio y se vio que el intercambio de oxigeno y de dióxido de carbono se realizaba correctamente.

El líquido que utilizó era el perfluorocarbono, un derivado del hidrocarbono al que se le han reemplazado los átomos de hidrógeno por átomos de fluor. Es inerte químicamente, inocuo para el organismo y de consistencia densa. Tiene una tensión superficial adecuada para mantener la estructura de los pulmones y además, el fluor que contiene no interfiere en el intercambio de oxigeno y dióxido de carbono con la sangre.
Hasta el momento la respiración de líquidos sólo se ha hecho efectiva en laboratorios médicos y de manera experimental. Se ha destinado al tratamiento de pacientes que tienen los alvéolos pulmonares colapsados como los bebes prematuros en los que la formación de los pulmones no se ha completado o personas con síndrome de insuficiencia respiratoria aguda (provocada por una infección, la inhalación de sustancias tóxicas, etc.). En el futuro, puede suponer un avance importante en el tratamiento de enfermedades relacionadas con el aparato respiratorio.

Otras aplicaciones potenciales de la respiración de líquidos son los viajes espaciales, para reducir el estrés físico provocado por la ausencia de gravedad, o el buceo profundo.
Cuando buceamos, la presión en el interior de los pulmones debe ser igual a la presión que existe fuera de nuestro cuerpo para evitar que estos se colapsen. La presión elevada tiene un efecto nocivo sobre el organismo sobre todo cuando estamos sumergidos y realizamos un ascenso rápido a superficie. La liberación de burbujas de nitrógeno en los tejidos del cuerpo provoca la enfermedad descompresiva y diferentes tipos de embolias. Los mamíferos marinos y los apneistas tienen menor riesgo de sufrir estos males porque se sumergen tan sólo con la bocanada de aire que cogen en superficie, una cantidad de aire pequeña y que supone una baja disolución de nitrógeno en los tejidos y por tanto no causa problemas durante el ascenso. Además, sus pulmones están casi totalmente colapsados.

Al leer estas líneas a muchos de nosotros nos viene a la cabeza la secuencia de la película Abyss en la que sumergen a una rata en un fluido rico en oxigeno y logra sobrevivir.

Si la ciencia avanza, puede que dentro de pocos años los buceadores recreativos utilicemos de manera sistemática esta nueva forma de respiración.


 
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