Los manuales de buceo recreativo, para el buceo con aire, establecen un límite máximo de profundidad de 40 metros. Generalmente se recomienda no sobrepasar los 30 metros, reservando para casos excepcionales la franja entre los 30 y 40 metros.
Estas recomendaciones están plenamente justificadas, ya que a estas profundidades entran en juego nuevos factores que el buceador debe conocer.
La temperatura, la iluminación, el comportamiento del regulador y del chaleco, el consumo de aire, la flotabilidad del traje y la densidad del aire respirado sufren cambios importantes que dificultan el buceo.
Sumergido a 40 metros, el buceador somete a su organismo a fenómenos fisiológicos poco recomendables: el nitrógeno del aire respirado se disuelve masivamente en sus tejidos, el frío acelera el proceso. El efecto narcótico aparece sutilmente y enseguida se degrada su capacidad de razonamiento, su coordinación y su memoria.
El esfuerzo físico, el descenso rápido, la información visual decreciente y los ligeros estados de ansiedad, provocan inevitablemente una excitación celular y, consecuentemente, el aumento del CO2 en el sistema: la guinda para completar un cocktail peligroso.
En estas circunstancias un pequeño incidente puede transformarse en un serio problema: nuestro equipo responde de manera mediocre, nuestra mente está enrarecida y lenta, nos encontramos a 40 metros y llevamos una enorme carga de nitrógeno disuelto que nos amenaza con estallar si ascendemos rápidamente. Ojalá no pase nada.
Las inmersiones profundas deben ser planificadas teniendo en cuenta estas consideraciones. Las buenas prácticas como buceador, el buen estado físico, la experiencia en número de inmersiones y los conocimientos en la teoría del buceo son imprescindibles para preparar una inmersión de este tipo. El equipamiento también es importante. Todo el material debe responder en condiciones de máxima exigencia y debemos llevar sistemas redundantes de seguridad. Nunca deberíamos sumergirnos a cuarenta metros sin un compañero de buceo bien preparado y atento.
El buceo profundo es espectacular, proporciona una enorme satisfacción de autocontrol y de dominio y abre las puertas al conocimiento de nuevos sistemas de sumergirse, utilizando mezclas respirables adaptadas a la profundidad y equipo de alto rendimiento. Es muy recomendable para jóvenes buceadores interesados en aprender más.
A los que, sin embargo, les gusten las actividades de alto riesgo, pueden encontrar una muy peligrosa buceando a cuarenta metros sin recibir formación específica, sin disponer del material o si lo tienen, sin saber utilizarlo, sin estar en buena forma y sin un buen buceador al lado.
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