MEDICINA
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Picadura de serpientes marinas
 

De las 2300 especies de serpientes que existen en la actualidad sólo alrededor de 50 son marinas. Se hallan distribuidas en todos los mares cálidos del planeta aunque faltan en aguas del Atlántico. Habitan desde arrecifes de coral hasta desembocaduras de ríos y estuarios. Encontramos incluso algunas especies que se han adaptado al agua dulce. Su tamaño oscila desde el medio metro hasta casi tres.

Aunque son animales que poseen pulmones y necesitan subir a superficie a respirar, presentan ciertas adaptaciones, en mayor o menor grado a su vida acuática. Entre ellas destaca una posición más elevada de las ventanas nasales en la cabeza y su cierre a través de válvulas para evitar la entrada de agua cuando se sumergen, el aplastamiento lateral del cuerpo, la cola en forma de remo para direccionar el movimiento o variaciones en el tamaño de las escamas dorsales y ventrales, puesto que ya no las necesitan para reptar por el suelo. Es necesario recalcar que estas adaptaciones no se producen en todas las especies por igual, pues encontramos especies de serpientes marinas que viven toda su vida en el mar como la serpiente marina del género Aipysurus(5) mientras que otras precisan ir a tierra firme en determinados momentos y no están tan bien adaptadas al medio acuático, como la culebra marina del género Laticauda(6), una de las especies más frecuentes durante la inmersión. Su cuerpo esta recorrido por bandas transversales, oscuras y claras alternas. Con esta coloración de advertencia intentan intimidar, disuadir y avisar del peligro que representan.

Las serpientes marinas son mucho más venenosas que las terrestres. Su veneno apenas produce dolor durante la inoculación, aunque resulta quince veces más potente que el de una cobra. Aparte de su poder neurotóxico, destruye las fibras musculares y en algunos casos provoca fallos renales. La causa principal de la muerte en humanos por la picadura de las serpientes marinas es la parada respiratoria.
Los síntomas generales de un veneno de estas características incluyen debilidad muscular generalizada y parestesias en la cara, brazos o piernas. Después, la persona tiene dificultad para hablar y deglutir, los párpados apenas se mantienen abiertos, la visión se hace borrosa y los movimientos respiratorios se ralentizan y se hacen cada vez más débiles. El paciente entra en un estado semiinconsciente, aparecen convulsiones, cianosis y finalmente muere.

La mordedura de estos animales deja unas marcas muy características consistentes en dos hileras prácticamente paralelas de incisiones, donde las dos primeras se hallan visiblemente más marcadas.

Aunque en el mar no existe posibilidad de confusión con otros ofidios, las señales de mordedura de las distintas serpientes nos dan idea de que familia se trata y en muchas circunstancias es esencial para aplicar el tratamiento.

Son animales que evitan los enfrentamientos y no suelen mostrar ni agresividad ni interés por los buceadores. Además, la escasa longitud de sus dientes impide que puedan morder a través del traje de neopreno, no así a través de una lycra.

Si un buceador se comporta correctamente, son animales a los que se les puede considerar prácticamente inofensivos.


 
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