ENTREVISTA
Peter Alexander Reiser / Fotógrafo
Los delfines en el arco iris
Nació un 30 de Agosto de 1935 en Rosenheim, Baviera. Este fotógrafo alemán ha transformado los fondos marinos en su propio y singular estudio fotográfico. Allí da rienda suelta a su imaginación, creando un nuevo mundo mestizo hijo de la observación y la fantasía. Comenzó su relación con la fotografía subacuática en 1957 con una cámara “Robot Junior 24 x 24”. El mismo define su fotografía como “una mezcla de técnica y fantasía”
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¿Cómo conseguía trasladar estudios de fotografía terrestre al fondo del mar?
Desde el año 1975, tengo un centro de buceo - Subfari - en el Portinatx, en el norte de la isla de Ibiza y en el centro un taller con las herramientas requeridas para construir efectos especiales. “Estudio 13” es un rincón de la cala Portinatx a 300 metros desde la base y consiste en una superficie de arena libre de sedimentos. A una profundidad de 15 metros realizo la mayoría de mis fotos trasladando debajo del agua las experiencias que anteriormente he recogido de estudios terrestres. Utilizo como modelos los mejores buceadores de mi centro.

¿Cómo fueron sus inicios y su vida en la Marina Alemana?
En la Marina Militar Alemana realice un cursillo de escafandrismo en 1957 y durante los años 1958 a 1963 fui instructor de buceo de la misma.

¿Se considera el inventor de la fotografía creativa?
Hacer de fotógrafo creativo, con tus propias creaciones, siempre es considerado algo propio de un aficionado, pero es una forma muy divertida de usar el cerebro.

Usted está considerado como uno de los mejores fotógrafos subacuáticos, ¿no es así?
Mis fotos se han publicado en los cinco continentes en diversas publicaciones de todo tipo. Estuve invitado a un festival submarino en Antibes, y se han presentado mis fotos en la televisión alemana, española y de los EE.UU.

Se le considera innovador, sensible y con una técnica especial, ¿qué puede decir al respecto?
La técnica se puede aprender y dominar. La fantasía es, por una parte un don, y por otra parte se tiene que desarrollar tras observar el ambiente con los ojos muy abiertos. De ese modo se seleccionan y se transforman los elementos para una obra, que se funde gracias a un determinado tipo de mentalidad, educación, inteligencia, talentos y deseos. Un ejemplo de ello es el uso del láser bajo el agua. Lo introduje porque tenía ganas de probar como se comportaba la luz más avanzada en un entorno subacuático. Para mí, además, es muy importante conservar la salud, la fuerza y energías suficientes para poder seguir realizando bajo el agua todas las fantasías que expreso con ayuda de mi cámara.

¿Por qué eligió España y concretamente Ibiza, como su base de operaciones?
Como submarinista, he visitado España muchas veces desde el año 58, y durante los años 71 y 74 fui director de un centro de buceo en Cala Figuera, en las Isla de Mallorca.
En 1975 elegí el norte de la Isla de Ibiza por sus formaciones geológicas, sus cristalinas aguas, y la conservación de la fauna y flora submarina que estas aguas contienen. Allí monté mi propio centro de buceo en Cala Portinatx.

¿Por qué se decidió por el formato 6 x 6?
En el año 1963 compré la primera Hasselblad 500 C con caja estanca, por la mejor calidad de la película y la obturación central de los lentes, que permite usar cualquier tiempo con flashes electrónicos.

 

Con las aletas del Pegaso

En lo alto de la suave colina, allí, donde estaba el chico sentado con su bloc de dibujo, las vistas sobre el Salzach y hacia el fuerte de Hohenzalzbuch eran maravillosas, y si se miraba con atención, de vez en cuando, era posible divisar el funicular trotando monte arriba o valle abajo. El chico se sentaba cada tarde en el alto de la colina y llenaba su bloc con dibujos. Un día, llegó paseando su profesor. Tras saludarse mutuamente, el joven con respeto, el hombre inclinando afablemente la cabeza, le pidió al chico que le dejara ver su trabajo. Así se quedó largo rato contemplando la hoja del bloc que tenía delante y se fue después sin decir palabra. En la hoja aparecía de forma más o menos lograda el salón del rey Arturo con su mesa redonda.
La mente humana posee el don único capaz de pensar fantasías. Aunque claro, imitar las creaciones del autor originario de esas fantasías corresponda a un nivel de amateur, quizá sea la forma más distinguida de utilizar nuestra masa gris. Sin esta fantasía probablemente Platón, Alejandro Magno, Leonardo da Vinci o Napoleón nunca se hubieran hecho famosos. Ni Goethe hubiera escrito su Fausto, ni Beethoven su Novena Sinfonía. Ni tampoco se hubiera inventado la rueda, ni se hubiera aterrizado en la luna. Las pirámides, como también la catedral de Colonia se han construido en base a la fantasía. Estas formidables obras de construcción serían tan inútiles como cualquier otro objeto, si no sirviesen para adorar productos procedentes de la imaginación humana, la veneración a Dios y la inmortalidad.
Dentro de la serie de herramientas ópticas con las que nos encomendamos la tarea de descubrir, comprender y documentar nuestro mundo, entre la sonda espacial y el microscopio electrónico también se ha asentado la cámara fotográfica. Una cámara moderna es un pequeño milagro técnico. Aunque en el fondo no se trate más que de materia genialmente deformada, algo de metal, unos gramos de plástico, cristal pulido de Zeiss o Zeissaki más o menos caro, si uno sabe utilizarla correctamente, podrá también documentar el maravilloso mundo subacuático. En tiempos en los que tanto se destruye la naturaleza, ir de fotógrafo es sin duda un propósito muy noble. Aquellos que vengan detrás de nosotros podrán admirar las “fotos de la vida salvaje” igual que nosotros contemplamos los cuadros creados sobre las manadas de búfalos en América antes del cambio de siglo. Al bosque se puede ir para buscar o retratar ciervos o liebres, helechos u hongos. Pero también se puede fotografiar allí a Hänsel y Gretel o al legendario ogro Rübezahl. El que uno sea reflejador o realizador de imágenes es cuestión de mentalidad. Los fotógrafos son personas de vitalidad visual. No obstante se diferencian entre los que toman los objetos tal como se les presentan y los que los manipulan a su antojo. Yo no tengo salvación, incluso de niño prefería a Münchhausen, Hondini y Dominik que a Brehm o Rosegger. Ya en las Maldivas disfrutaba más realizando dobles exposiciones y con los indios submarinos que con fotografiar el gran tiburón o la garganta del diablo. En África olvidé con “The neptun factor” una película de ficción que pude ver en un autocine de Dar Es Salam, todo el maravilloso mundo submarino que a tiro de piedra de Silversands se abría ante mí a diario.
El agua, los mares, no se trata únicamente de un enorme parque subacuático salvaje. También ofrecen al fotógrafo submarinista la posibilidad de configurar posibilidades que sus colegas, los terrícolas, no serían capaces ni de soñar: aunque también sería algo simplista sólo obtener efectos por esta posibilidad, o de fotografiar por llamar la atención.
La fantasía o la capacidad de imaginación, la creatividad de lograr algo nuevo sorprende y a su vez provoca inseguridad. Sólo puede ser acometida con determinación y tolerancia.
Pegaso es el caballo de los poetas. Según la mitología griega nació de la sangre derramada por Medusa. Acaso, ¿no sería posible que el caballo en vez de alado tuviera aletas? Tan sólo se trata de hasta donde podemos o queremos imaginarlo.

Peter Alexander Reiser

 

 

 

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