ENTREVISTA

Manuel Melchor / Pionero de buceo y empresario
"El buceo es una actividad tan maravillosa que tenía el éxito asegurado "
Ya de niño tenía gran afición por bucear y se dedicaba a perseguir peces tanto como podía, con un tridente con asta de madera. En 1956 coincidió en la Costa Brava con una familia francesa que practicaba la pesca submarina. Un día, nadando con máscara y tubo, se encontró bajo el agua, semienterrado en la arena y cargado, un fusil submarino: un pequeño “Hurricane” de gomas, exactamente el mismo modelo que se había anotado para comprarlo en cuanto ahorrase lo suficiente. Su iniciación en el mundo submarino con una escafandra fue a los 18 años, porque era la edad mínima autorizada entonces. En abril de 1960 se sumergió por primera vez con unas botellas a la espalda: VI Cursillo de Escafandrismo del C.R.I.S.. Recién terminado el cursillo ya estuvo colaborando activa y desinteresadamente en la construcción de un puente en La Palomera (Blanes), con empleo de explosivos subacuáticos incluido.
 

Se inició como “monitor de buceo” en 1961-1962 en un centro de buceo inglés en la Costa Brava: el Dolphin Club, con Robert Díaz y Josep Mª Bas, primero en Cala Canyelles (Lloret) y luego en Tamaríu. Entonces sólo había otros dos Centros en España: uno en Tossa de Mar, de Antonio Ribera, y otro en Sant Feliu de Guixols, a cargo del inglés Pat Harrison. A partir de ahí fue alternando como pudo con sus estudios su trabajo como buceador profesional, interviniendo en la instalación de los primeros emisarios submarinos que se colocaban en España, en Calella (Barcelona), Torremolinos , Palma Nova (Mallorca) y Aiguablava (Costa Brava). Al mismo tiempo también se inició en competiciones de pesca submarina. En enero de 1962 ya participaba en su primera competición oficial. En 1965 quedó Campeón de Cataluña y en 1966 fue seleccionado para el Campeonato de Europa. Estuvo varios años compitiendo, con resultados satisfactorios y fue seleccionado para el equipo de España en varias ocasiones, entre ellas el Campeonato Mundial de 1973, en Cadaqués, en que España resultó vencedora. En 1967 ingresó en la junta de la Asociación de Pesca Submarina de Barcelona, como secretario, en la que permaneció durante dieciocho años. También entró a trabajar como redactor de la sección “Vida Submarina” de la revista “Yate y Motonáutica”. Durante dos años editó y dirigió “CRIS, Revista de la Mar”, la primera revista submarina que se editaba en España. En 1968 participó en el “II Curso de Instructores Nacionales de Escafandrismo”, organizado por la FEDAS, donde obtuvo el título de Instructor. Alternaba sus actividades con una colaboración estable con Nemrod, en funciones de promoción y diseño de material, además de prestar su aportación personal desinteresada como instructor de la famosa “Cátedra Ambulante “ de la FEDAS (Federación Española de Actividades Subacuáticas), dando cursos por toda España. Luego empezó a trabajar como “comercial” en MARES y poco después creó la empresa PRACTISUB (enero de 1978), que ha funcionado ininterrumpidamente hasta la fecha. Durante veinte años formó parte de la Junta Directiva de la Comisión de Pesca Submarina de la CMAS (Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas), de la que fue presidente durante cuatro años. También fue miembro del Buró Ejecutivo de la CMAS, durante cuatro años. Y de la Junta Directiva de FEDAS durante varios años. Fue director de la “Escuela Nacional de Buceo Autónomo Deportivo de FEDAS”, donde inició el cambio de rumbo de la enseñanza del buceo en España. Fue propietario y director de otra revista: “Vida Submarina”, que estuvo realizando durante más de dos años. “Enemigo de las enemistades”, ha procurado siempre conciliar dos actividades hermanas que no viven en armonía como deberían: el buceo y la pesca submarina. En 1983 escribió “El Libro Blanco de la Caza Submarina”, publicado por la CMAS, y en 2003 “Coneguem la Pesca Submarina” (Conozcamos la pesca submarina), en catalán, por encargo de la Generalitat de Catalunya, con el fin de dar a conocer esta actividad a quienes no saben cómo se practica. Actualmente es Presidente de la Asociación de Fabricantes y Distribuidores de Material Subacuático (FADISUB), asociación de ámbito nacional. En 1974 se casó con María Rosa Ventulá en una “histórica” boda subacuática, con más de 100 buceadores. Y por si quedaba alguna duda, en 1999 celebraron las Bodas de Plata también bajo el agua, exactamente en el mismo lugar.


De no haber encontrado bajo las aguas de Blanes aquel fusil, ¿hubieras dedicado tu vida al submarinismo? ¿Cuándo y cómo fueron esos comienzos?
Desde la edad de 4 años mi familia veraneaba haciendo camping en la Costa Brava, primero en Palamós y después en Blanes. Yo tuve siempre tendencia a bucear. Mi primera máscara me la construyó mi padre con un pedazo de cámara de neumático de automóvil, allá por 1952. Lo del hallazgo providencial del fusil fue un paso importante, pero desde muy niño yo ya quería ser “hombre rana”.

Fuiste miembro de la selección española de pesca submarina en 1973, cuando esta consiguió el campeonato del mundo. ¿Qué repercusión tuvo aquella victoria?
Realmente la repercusión en cuanto a futuro no fue muy importante: yo tenía entonces 31 años, me casé al año siguiente y tuve que aplicar mis energías más a situarme en la vida que a pescar.
Fuiste pionero y trabajaste en uno de los primeros centros de buceo en la Costa Brava. ¿Quién buceaba entonces y cómo se buceaba?
En aquella época había poquísimos clubes en toda España. No existía la enseñanza comercializada y los cursos se daban en los clubes, con la aportación desinteresada del personal docente. Las inmersiones se hacían en grupitos, bien “de infantería”, sin embarcación, bien alquilando la embarcación de algún pescador, bien (los más afortunados) con la embarcación “de recreo” de algún amigo, lo que era muy poco frecuente.
¿Cómo empezaste a fotografiar? ¿Cuántas cámaras ahogaste hasta dar con una verdadera caja estanca?
Tuve la suerte de iniciarme en la fotografía con el nacimiento de la Nikonos. A pesar de ello, también tuve una Yashica 6X6 con una caja estanca Barracuda, sin problemas, y también una Rolleimarin, afortunadamente sin un solo problema de entrada de agua. Otra cosa era el flash, de bombillas, que funcionaba cuando le daba la gana.

El interés por el buceo era minoritario. ¿Cómo lograsteis divulgar la afición y fijar los métodos de enseñanza?
El buceo, en todas sus facetas, es una actividad tan maravillosa que tenía el éxito asegurado. Las películas submarinas que se pasaban por televisión, las revistas submarinas (que en aquella época constituían una verdadera heroicidad)... Cualquier divulgación de imágenes submarinas contribuía a despertar el interés de la gente. Por otra parte, si bien el sistema de enseñanza ya se estableció con unas normas de seguridad muy sensatas, el verdadero avance se produjo cuando la enseñanza del buceo se empezó a profesionalizar. Al principio toda la enseñanza teórica del buceo se centraba en tres libros: “El Manual del Escafandrista”, de Clemente Vidal, “La inmersión con Escafandra Autónoma”, de Ernesto Sánchez, y “El Tercer Horizonte”, de Joaquín Saludes.

También fuiste un precursor en revistas subacuáticas. ¿Cómo fue la experiencia?
Desde el punto de vista económico, un desastre. Como experiencia personal, muy gratificante. En aquella época no había más que tres o cuatro marcas de material de buceo y tal vez una veintena de tiendas en toda España (que no hacían publicidad). Nosotros hacíamos todos los trabajos: redacción, fotografía, fotomecánica (excepto el poco color que nos podíamos permitir), ensobrado, transporte, etc. etc. Yo realicé durante dos años “Cris, Revista de la Mar” y posteriormente, durante otros dos años, “Vida Submarina”.

¿Cómo comenzaste con la aventura de dedicarte a fabricar tus propios materiales?
Entonces, como practicante, encontraba que el material “de fabricante” no satisfacía completamente mis necesidades, o sea, que empecé a hacer mis pequeñas modificaciones. Luego, cuando trabajé en Nemrod, presenté algunos pequeños inventos, como la boya “Missil”, los guantes “Pulpo”, el “Mosquetón Lastrado”, pero no les prestaron atención, de modo que me lancé a la aventura de fabricarlos yo mismo.

¿Cuál ha sido el invento que te ha reportado más éxito, el más reconocido?
Por desgracia no ha habido un “Cubo de Rubick” o un “Trivial Pursuit” capaces de hacer millonario a su creador. Lo mío han sido pequeños inventos para hacer el buceo más fácil. Tal vez el más reconocido es la boya “Misil”, creada por mí en 1972 y copiada en todo el mundo. También el fusil “Rayo” (que no es un invento, sino un diseño personal con muchos detalles que no todo el mundo sabe apreciar).

¿En qué novedades trabajas en la actualidad (si no es un secreto industrial)?
Hay algunas en “proceso de gestación”, de las que aún no puedo hablar, pero para muy pronto preparo un sistema de “lastre ecológico”, una linterna potente y manejable, un tubo “anatómico de verdad”... Creo que tengo cuerda para rato.

¿Te costó mucho convencer a un cura para que os casara bajo el agua? ¿Cómo aguantasteis el tipo en las Bodas de Plata con 25 años más en los trajes?
Lo del cura tuvo su miga, pues los trámites para lograr el permiso eclesiástico fueron muy largos y el cura que iba a celebrar la ceremonia “colgó los hábitos” dos semanas antes de la boda, o sea que tuvimos que emplearnos a fondo para encontrar a un “cura subacuático”. Tuvimos la suerte de encontrar a Mossèn Dalmau, que aceptó encantado y organizó una ceremonia subacuática maravillosa, con una solemnidad comparable a la de una catedral. Además, también asistió a nuestras Bodas de Plata, aunque sólo desde la superficie, pues su estado de salud no le permitió estar en el fondo con nosotros. En cuanto a los trajes, hubo que cambiarlos, pues en los originales ya no cabíamos, poco más o menos como ocurre con los trajes “terrestres”.

¿Continúas buceando en la actualidad? ¿Qué consejos darías a un buceador madurito para poder seguir buceando muchos años?
Pues sí: buceo y pesco (bueno, esto último lo intento, pues ahora los peces saben más y yo puedo menos). A pesar de que la modernización del material de buceo hace la actividad mucho más cómoda, lo más difícil es la entrada y salida del agua. Por lo tanto hay que elegir bien las facilidades que ofrece en este sentido el centro de buceo elegido y renunciar a la inmersión cuando las condiciones personales o meteorológicas no son propicias. Con buena salud no hay edad límite para el buceo.

El papel de tu generación fue abrir camino. ¿Cuál es el papel de los jóvenes buceadores actuales?
Su papel consiste en disfrutar del buceo y permitir que las generaciones futuras puedan seguir haciendo lo mismo. Pero que no se dejen llevar por un falso proteccionismo ni por una excesiva mecanización de la actividad. El buceador no puede limitarse a una participación pasiva en el buceo: tiene que vivir el mar en su totalidad, impregnarse de él, integrarse... Basta con que sepa bucear sin que su paso se note. Que el fondo quede igual que antes de haber pasado él. Los problemas del mar hay que resolverlos con una visión total. Un consejo final: no protejas, que es peor: limítate a no perjudicar.


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