Se
inició como monitor de buceo en 1961-1962 en
un centro de buceo inglés en la Costa Brava: el Dolphin
Club, con Robert Díaz y Josep Mª Bas, primero en Cala
Canyelles (Lloret) y luego en Tamaríu. Entonces sólo
había otros dos Centros en España: uno en Tossa
de Mar, de Antonio Ribera, y otro en Sant Feliu de Guixols, a
cargo del inglés Pat Harrison. A partir de ahí fue
alternando como pudo con sus estudios su trabajo como buceador
profesional, interviniendo en la instalación de los primeros
emisarios submarinos que se colocaban en España, en Calella
(Barcelona), Torremolinos , Palma Nova (Mallorca) y Aiguablava
(Costa Brava). Al mismo tiempo también se inició
en competiciones de pesca submarina. En enero de 1962 ya participaba
en su primera competición oficial. En 1965 quedó
Campeón de Cataluña y en 1966 fue seleccionado para
el Campeonato de Europa. Estuvo varios años compitiendo,
con resultados satisfactorios y fue seleccionado para el equipo
de España en varias ocasiones, entre ellas el Campeonato
Mundial de 1973, en Cadaqués, en que España resultó
vencedora. En 1967 ingresó en la junta de la Asociación
de Pesca Submarina de Barcelona, como secretario, en la que permaneció
durante dieciocho años. También entró a trabajar
como redactor de la sección Vida Submarina
de la revista Yate y Motonáutica. Durante dos
años editó y dirigió CRIS, Revista
de la Mar, la primera revista submarina que se editaba en
España. En 1968 participó en el II Curso de
Instructores Nacionales de Escafandrismo, organizado por
la FEDAS, donde obtuvo el título de Instructor. Alternaba
sus actividades con una colaboración estable con Nemrod,
en funciones de promoción y diseño de material,
además de prestar su aportación personal desinteresada
como instructor de la famosa Cátedra Ambulante
de la FEDAS (Federación Española de Actividades
Subacuáticas), dando cursos por toda España. Luego
empezó a trabajar como comercial en MARES y
poco después creó la empresa PRACTISUB (enero de
1978), que ha funcionado ininterrumpidamente hasta la fecha. Durante
veinte años formó parte de la Junta Directiva de
la Comisión de Pesca Submarina de la CMAS (Confederación
Mundial de Actividades Subacuáticas), de la que fue presidente
durante cuatro años. También fue miembro del Buró
Ejecutivo de la CMAS, durante cuatro años. Y de la Junta
Directiva de FEDAS durante varios años. Fue director de
la Escuela Nacional de Buceo Autónomo Deportivo de
FEDAS, donde inició el cambio de rumbo de la enseñanza
del buceo en España. Fue propietario y director de otra
revista: Vida Submarina, que estuvo realizando durante
más de dos años. Enemigo de las enemistades,
ha procurado siempre conciliar dos actividades hermanas que no
viven en armonía como deberían: el buceo y la pesca
submarina. En 1983 escribió El Libro Blanco de la
Caza Submarina, publicado por la CMAS, y en 2003 Coneguem
la Pesca Submarina (Conozcamos la pesca submarina), en catalán,
por encargo de la Generalitat de Catalunya, con el fin de dar
a conocer esta actividad a quienes no saben cómo se practica.
Actualmente es Presidente de la Asociación de Fabricantes
y Distribuidores de Material Subacuático (FADISUB), asociación
de ámbito nacional. En 1974 se casó con María
Rosa Ventulá en una histórica boda subacuática,
con más de 100 buceadores. Y por si quedaba alguna duda,
en 1999 celebraron las Bodas de Plata también bajo el agua,
exactamente en el mismo lugar.
De
no haber encontrado bajo las aguas de Blanes aquel fusil, ¿hubieras
dedicado tu vida al submarinismo? ¿Cuándo y cómo
fueron esos comienzos?
Desde la edad de 4 años
mi familia veraneaba haciendo camping en la Costa Brava, primero
en Palamós y después en Blanes. Yo tuve siempre
tendencia a bucear. Mi primera máscara me la construyó
mi padre con un pedazo de cámara de neumático de
automóvil, allá por 1952. Lo del hallazgo providencial
del fusil fue un paso importante, pero desde muy niño yo
ya quería ser hombre rana.
Fuiste miembro de la selección
española de pesca submarina en 1973, cuando esta consiguió
el campeonato del mundo. ¿Qué repercusión
tuvo aquella victoria?
Realmente la repercusión en cuanto a futuro no fue muy
importante: yo tenía entonces 31 años, me casé
al año siguiente y tuve que aplicar mis energías
más a situarme en la vida que a pescar.
Fuiste pionero y trabajaste en uno de los primeros centros de
buceo en la Costa Brava. ¿Quién buceaba entonces
y cómo se buceaba?
En aquella época había poquísimos clubes
en toda España. No existía la enseñanza comercializada
y los cursos se daban en los clubes, con la aportación
desinteresada del personal docente. Las inmersiones se hacían
en grupitos, bien de infantería, sin embarcación,
bien alquilando la embarcación de algún pescador,
bien (los más afortunados) con la embarcación de
recreo de algún amigo, lo que era muy poco frecuente.
¿Cómo empezaste a fotografiar? ¿Cuántas
cámaras ahogaste hasta dar con una verdadera caja estanca?
Tuve la suerte de iniciarme en la fotografía con el nacimiento
de la Nikonos. A pesar de ello, también tuve una Yashica
6X6 con una caja estanca Barracuda, sin problemas, y también
una Rolleimarin, afortunadamente sin un solo problema de entrada
de agua. Otra cosa era el flash, de bombillas, que funcionaba
cuando le daba la gana.
El interés por el buceo
era minoritario. ¿Cómo lograsteis divulgar la afición
y fijar los métodos de enseñanza?
El buceo, en todas sus facetas, es una actividad tan maravillosa
que tenía el éxito asegurado. Las películas
submarinas que se pasaban por televisión, las revistas
submarinas (que en aquella época constituían una
verdadera heroicidad)... Cualquier divulgación de imágenes
submarinas contribuía a despertar el interés de
la gente. Por otra parte, si bien el sistema de enseñanza
ya se estableció con unas normas de seguridad muy sensatas,
el verdadero avance se produjo cuando la enseñanza del
buceo se empezó a profesionalizar. Al principio toda la
enseñanza teórica del buceo se centraba en tres
libros: El Manual del Escafandrista, de Clemente Vidal,
La inmersión con Escafandra Autónoma,
de Ernesto Sánchez, y El Tercer Horizonte,
de Joaquín Saludes.
También
fuiste un precursor en revistas subacuáticas. ¿Cómo
fue la experiencia?
Desde el punto de vista económico, un desastre. Como experiencia
personal, muy gratificante. En aquella época no había
más que tres o cuatro marcas de material de buceo y tal
vez una veintena de tiendas en toda España (que no hacían
publicidad). Nosotros hacíamos todos los trabajos: redacción,
fotografía, fotomecánica (excepto el poco color
que nos podíamos permitir), ensobrado, transporte, etc.
etc. Yo realicé durante dos años Cris, Revista
de la Mar y posteriormente, durante otros dos años,
Vida Submarina.
¿Cómo comenzaste
con la aventura de dedicarte a fabricar tus propios materiales?
Entonces, como practicante, encontraba que el material de
fabricante no satisfacía completamente mis necesidades,
o sea, que empecé a hacer mis pequeñas modificaciones.
Luego, cuando trabajé en Nemrod, presenté algunos
pequeños inventos, como la boya Missil, los
guantes Pulpo, el Mosquetón Lastrado,
pero no les prestaron atención, de modo que me lancé
a la aventura de fabricarlos yo mismo.
¿Cuál ha sido el
invento que te ha reportado más éxito, el más
reconocido?
Por desgracia no ha habido un Cubo de Rubick o un
Trivial Pursuit capaces de hacer millonario a su creador.
Lo mío han sido pequeños inventos para hacer el
buceo más fácil. Tal vez el más reconocido
es la boya Misil, creada por mí en 1972 y copiada
en todo el mundo. También el fusil Rayo (que
no es un invento, sino un diseño personal con muchos detalles
que no todo el mundo sabe apreciar).
¿En qué novedades
trabajas en la actualidad (si no es un secreto industrial)?
Hay algunas en proceso de gestación, de las
que aún no puedo hablar, pero para muy pronto preparo un
sistema de lastre ecológico, una linterna potente
y manejable, un tubo anatómico de verdad...
Creo que tengo cuerda para rato.
¿Te
costó mucho convencer a un cura para que os casara bajo
el agua? ¿Cómo aguantasteis el tipo en las Bodas
de Plata con 25 años más en los trajes?
Lo del cura tuvo su miga, pues los trámites para lograr
el permiso eclesiástico fueron muy largos y el cura que
iba a celebrar la ceremonia colgó los hábitos
dos semanas antes de la boda, o sea que tuvimos que emplearnos
a fondo para encontrar a un cura subacuático.
Tuvimos la suerte de encontrar a Mossèn Dalmau, que aceptó
encantado y organizó una ceremonia subacuática maravillosa,
con una solemnidad comparable a la de una catedral. Además,
también asistió a nuestras Bodas de Plata, aunque
sólo desde la superficie, pues su estado de salud no le
permitió estar en el fondo con nosotros. En cuanto a los
trajes, hubo que cambiarlos, pues en los originales ya no cabíamos,
poco más o menos como ocurre con los trajes terrestres.
¿Continúas buceando
en la actualidad? ¿Qué consejos darías a
un buceador madurito para poder seguir buceando muchos años?
Pues sí: buceo y pesco (bueno, esto último lo intento,
pues ahora los peces saben más y yo puedo menos). A pesar
de que la modernización del material de buceo hace la actividad
mucho más cómoda, lo más difícil es
la entrada y salida del agua. Por lo tanto hay que elegir bien
las facilidades que ofrece en este sentido el centro de buceo
elegido y renunciar a la inmersión cuando las condiciones
personales o meteorológicas no son propicias. Con buena
salud no hay edad límite para el buceo.
El papel de tu generación
fue abrir camino. ¿Cuál es el papel de los jóvenes
buceadores actuales?
Su papel consiste en disfrutar del buceo y permitir que las generaciones
futuras puedan seguir haciendo lo mismo. Pero que no se dejen
llevar por un falso proteccionismo ni por una excesiva mecanización
de la actividad. El buceador no puede limitarse a una participación
pasiva en el buceo: tiene que vivir el mar en su totalidad, impregnarse
de él, integrarse... Basta con que sepa bucear sin que
su paso se note. Que el fondo quede igual que antes de haber pasado
él. Los problemas del mar hay que resolverlos con una visión
total. Un consejo final: no protejas, que es peor: limítate
a no perjudicar.
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