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ENTREVISTA
Michel Andre / Investigador
"Investigamos tecnologías para que las actividades humanas en el mar sean sostenibles"

Michel André nació en Francia en el año 1963 y reside desde hace más de 10 años en las Islas Canarias. En 1987 obtuvo el título de ingeniero en biotecnología del Instituto Nacional de Ciencias Aplicadas de Toulouse. Tras dedicarse varios años a la investigación de la bioacústica de cetáceos en Estados Unidos se traslada a Las Palmas de Gran Canaria en 1992. En 1997 recibió el título de doctor en ciencias biológicas de la Universidad de las Palmas de Gran Canaria. En la actualidad es profesor asociado de la Facultad de Veterinaria donde lleva impartiendo clases los últimos 5 años. Sus investigaciones le han valido el Premio Nacional de Medio Ambiente “Joven 1998” de la Universidad Complutense de Madrid, y el Premio Europeo “Felix Wankel 1999” de Investigación para la Protección de los Animales de la universidad Ludwing Maximillians de Munich y el Premio Rolex a la Iniciativa 2002 en Medio Ambiente, gracias al sistema WACS.
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Lleva años observando e investigando a los cetáceos ¿qué le apasiona de estos animales para dedicarles tanto tiempo y esfuerzo?
Los cetáceos constituyen un marco idóneo de estudio para la ciencia, ya que quedan por descubrir, conocer y entender muchos de los mecanismos evolutivos que rigen sus actividades, y esto representa la esencia de una actividad y dedicación investigadoras. Si, además, a este interés básico se añade la necesidad y urgencia de desarrollar sistemas de equilibrio que compensen o controlen los efectos negativos de las actividades humanas en el mar, nos encontramos ante un verdadero reto científico del cual depende la conservación de los océanos.

Sus investigaciones concluyen que estamos dejando sordos a los cetáceos porque somos escandalosamente ruidosos. ¿Si nos pusiéramos en sus pieles qué sentiríamos?
Sin duda, una de las adaptaciones al medio marino más interesantes de los cetáceos es su capacidad de producir y analizar señales acústicas muy complejas que vinculan la información necesaria al desarrollo de todas sus actividades vitales. La introducción en este espacio acústico de fuentes sonoras artificiales, compromete la buena recepción de esta información llegando incluso a inducir lesiones irreversibles y la muerte. A nuestro nivel, y como mamíferos terrestres, podríamos imaginar los efectos de esta contaminación acústica como la presencia de fuentes luminosas permanentes capaces de borrar o impedir la buena recepción de las imágenes que componen nuestro entorno y de las cuales dependemos para vivir.

¿Es el precio del mal llamado “progreso” o puede evitarse toda esta contaminación marina sin renunciar al también mal llamado “bienestar”?
El mar no ha sido considerado, hasta la fecha, como vulnerable a la contaminación acústica. El desarrollo, por otro lado necesario, de las actividades marítimas no ha integrado todavía, como factor de riesgo, el impacto negativo del ruido en el medio marino, y en particular sobre los cetáceos. Es imprescindible estudiar este impacto y poner en marcha medidas correctivas de control que permitan la convivencia entre todos los intereses en juego. No nos queda mucho tiempo.

Los cetáceos son un verdadero logro de ingeniería biológica y adaptaciónal medio, ¿podrían evolucionar y adaptarse a esta nueva situación y superarla ellos solos?
Existen mecanismos evolutivos a nivel auditivo que permiten a estos mamíferos minimizar los efectos de los cambios rápidos de presión durante las inmersiones. Es posible que estos mismos mecanismos les permitan compensar el impacto acústico de algunas fuentes sonoras, pero no existe ningún estudio científico que demuestre esta posibilidad. Lo que sí está demostrado sin embargo, es su vulnerabilidad frente a sonidos artificiales de diferentes intensidades, que tienen como consecuencia el desplazamiento de poblaciones, reacciones de aversión, lesiones irreversibles, varamiento y muerte de los individuos afectados. No podemos olvidar que los mecanismos de adaptación al medio marino de los cetáceos, incluidas sus capacidades de sonar, son el resultado de 50 millones de años de evolución, y que la introducción intensiva de ruido antropogénico (producido por el ser humano) es muy reciente, apenas unos 50 años.

El WACS es un sistema más sofisticado y por lo tanto suponemos que más caro que los sistemas actuales, basados en el modelo del espantapájaros. ¿Puede ser un obstáculo para su implantación?
La complejidad del sistema y su coste, no son o no deberían de ser un obstáculo para su implementación. Frente a los datos que demuestran el impacto negativo sobre el medio marino y la ineficacia de los sistemas acústicos activos (asociados a la producción de sonidos de gran intensidad), así como la necesidad urgente de actuar para evitar el declive de algunas poblaciones de cetáceos, un sistema de detección pasiva es la única alternativa sostenible que permita su conservación sin frenar el desarrollo de las actividades humanas. Constatar esta realidad significa asumir la responsabilidad del desarrollo tecnológico por parte de los científicos y la responsabilidad de su implementación por parte de las administraciones públicas y de los intereses privados involucrados.

¿Cómo se les ocurrió la idea de cambiar el sistema para que en vez de ahuyentarlos los detectemos y los esquivemos?
Los sistemas acústicos activos de detección en el mar no son eficaces con organismos vivos porque necesitan una gran resolución (frecuencias altas), para detectar “objetos” pequeños, que limita su propagación a pocas decenas de metros. Además, están asociados a niveles de intensidad importantes para permitir compensar el poder bajo de reflexión acústica de estos animales y analizar la información contenido en el eco producido por el blanco. En cuanto a los sistemas de alarma, han demostrado su limitación en el tiempo, debido al proceso rápido de tolerancia desarrollado por unas poblaciones expuestas a una gran cantidad de ruido ambiente. Igualmente, estos dos sistemas, para su funcionamiento, comparten la obligación de introducir fuentes importantes de contaminación acústica en el medio, y benefician únicamente al buque equipado. Ante esta evidencia y el incremento del tráfico marítimo (i.e. del número de barcos y de la contaminación acústica), era necesario encontrar un sistema pasivo, por lo tanto no invasivo, del cual además se podrían beneficiar todos los barcos que transitan por áreas de interés.

¿Cómo está resultando la prueba del sistema en Canarias?
Todos los estudios técnicos de viabilidad están terminados. Está previsto finalizar el demostrador técnico de WACS a finales de este año.

¿Qué aceptación está teniendo entre los principales afectados: armadores, pescadores, sector turístico, organizaciones medioambientales?
La aceptación del concepto es proporcional a la expectación de los resultados de la puesta en funcionamiento del sistema, que tiene la enorme ventaja, al margen de su interés tecnológico, de satisfacer a todas las partes.

Eliminada la amenaza de colisión, ¿van a inventar algo contra las demás amenazas?
El WACS es un sistema de monitorización dinámico que integra varias tecnologías punteras que nos permitirán, además de disminuir de forma
significativa la tasa de colisiones, mejorar nuestro conocimiento sobre la biología de estas especies de mamíferos, ya que se dispondrá, durante las 24 horas del día, de informaciones sobre sus actividades y comportamientos bajo el mar a través de una verdadera cámara acústica. Nuestra investigación tiene como principal objetivo el desarrollo de tecnologías benignas de conservación que permitan la implementación sostenible de las actividades humanas en el mar. El concepto de WACS tiene muchas aplicaciones que necesitarán el desarrollo de nuevos parámetros y su adaptación a diferentes conceptos asociados a una sociedad moderna, como la exploración petrolífera o las maniobras militares.

¿Tendrán una oportunidad los cetáceos en su competencia por el espacio con el ser humano?
Sin lugar a dudas, si los seres humanos tomamos conciencia, sin demora, de que no se trata de competir sino de buscar soluciones sostenibles.

¿Qué opinión le merece el boom del ecoturismo con avistamientos de cetáceos?
Responde a un verdadero interés de la sociedad por acercarse al mundo de los cetáceos. A este interés se debe de responder a su vez con un programa de educación que explique las necesidades de conservación de estas especies, si queremos continuar observándolas en su medio natural. Esta educación pasa por el respeto de reglas básicas de comportamiento a la hora de aproximarse a los cetáceos. Reglas que, como consumidores, somos desafortunadamente los primeros en olvidar y pedir que se salten para acercarnos cada vez más a ellos, comprometiendo su supervivencia.

¿Cómo fue su primer encuentro con un cetáceo?
En Estados Unidos, a mi llegada en el laboratorio de bioacústica en el cual iba a estudiar, me encargaron vigilar a un delfín hembra que llevaba varios días sin comer. Esta convivencia forzada me permitió el encuentro, literalmente hablando y por primera vez, con un cetáceo, encuentro decisivo para el resto de mi vida profesional.

¿Cree que finalmente, países como Japón o Noruega, dejarán sus prácticas depredadoras?
La caza ballenera en países como Japón o Noruega, forma parte de una cultura ancestral. Como toda cultura, se transmite en base al conocimiento y la evolución de los pueblos. A medida que se vayan presentando datos sobre la necesidad de conservación de los cetáceos como garantía de equilibrio de los océanos, no me cabe la menor duda que estos pueblos integrarán esta realidad en su cultura y desaparecerá esta industria.


El sistema WACS (Wale Anti-Collision System)

El sistema WACS (Wale Anti-Collision System) se desarrolla a partir de los estudios que revelan el progresivo ensordecimiento que sufren los cetáceos por la contaminación acústica de nuestros mares, ocasionando incidentes de desorientación, varamientos y colisiones con barcos, lo que provoca anualmente la muerte de decenas de animales. Los cetáceos tienen un sofisticado sistema de sonar biológico que les permite localizar alimento, orientarse y mantenerse unidos. Hasta ahora, los sistemas utilizados para evitar colisiones con buques se muestran poco eficaces a medio plazo y representan una amenaza para el equilibrio natural de los océanos por su agresivo carácter: invaden el espacio acústico de los cetáceos y les impide desarrollar su vida natural. Estos sistemas emiten fuertes señales acústicas que ahuyentan a los cetáceos o los hacen visibles al sónar. Pero, según Michel André, provocan una progresiva sordera que agrava el mal que pretenden evitar ya que no pueden detectar a los barcos con tiempo de esquivarlos. La innovación del WACS es que detecta, en tiempo real, la posición y movimientos de los cetáceos y consigue trasmitir esta información a los buques que transitan por la zona. Lo consigue creando una franja de seguridad formada gracias a 12 boyas situadas en intervalos de 10 km. Las boyas acústicas contienen hidrófonos (micrófonos sumergidos) y sensores capaces de captar los sonidos que emiten los cetáceos al comunicarse o desplazarse. Para poder detectar a los individuos más silenciosos, incorpora técnicas similares al “Ambient Noise Imaging” (imagen por ruido ambiente). Mientras los buques permanezcan dentro del rango de transmisión acústica de las boyas, recibirán información constante a tiempo real de la evolución de los cetáceos. El WACS no sólo representa una ventaja para la protección de estos animales frente al creciente tráfico marítimo, también representa un magnífico instrumento para poder estudiar sus comportamientos.

 

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