Lleva
años observando e investigando a los cetáceos
¿qué le apasiona de estos animales para dedicarles
tanto tiempo y esfuerzo?
Los cetáceos constituyen un marco idóneo
de estudio para la ciencia, ya que quedan por descubrir, conocer
y entender muchos de los mecanismos evolutivos que rigen sus
actividades, y esto representa la esencia de una actividad
y dedicación investigadoras. Si, además, a este
interés básico se añade la necesidad
y urgencia de desarrollar sistemas de equilibrio que compensen
o controlen los efectos negativos de las actividades humanas
en el mar, nos encontramos ante un verdadero reto científico
del cual depende la conservación de los océanos.
Sus investigaciones concluyen
que estamos dejando sordos a los cetáceos porque somos
escandalosamente ruidosos. ¿Si nos pusiéramos
en sus pieles qué sentiríamos?
Sin duda, una de las adaptaciones al medio marino más
interesantes de los cetáceos es su capacidad de producir
y analizar señales acústicas muy complejas que
vinculan la información necesaria al desarrollo de
todas sus actividades vitales. La introducción en este
espacio acústico de fuentes sonoras artificiales, compromete
la buena recepción de esta información llegando
incluso a inducir lesiones irreversibles y la muerte. A nuestro
nivel, y como mamíferos terrestres, podríamos
imaginar los efectos de esta contaminación acústica
como la presencia de fuentes luminosas permanentes capaces
de borrar o impedir la buena recepción de las imágenes
que componen nuestro entorno y de las cuales dependemos para
vivir.
¿Es el precio del mal
llamado progreso o puede evitarse toda esta contaminación
marina sin renunciar al también mal llamado bienestar?
El mar no ha sido considerado, hasta la fecha, como vulnerable
a la contaminación acústica. El desarrollo,
por otro lado necesario, de las actividades marítimas
no ha integrado todavía, como factor de riesgo, el
impacto negativo del ruido en el medio marino, y en particular
sobre los cetáceos. Es imprescindible estudiar este
impacto y poner en marcha medidas correctivas de control que
permitan la convivencia entre todos los intereses en juego.
No nos queda mucho tiempo.
Los
cetáceos son un verdadero logro de ingeniería
biológica y adaptaciónal medio, ¿podrían
evolucionar y adaptarse a esta nueva situación y superarla
ellos solos?
Existen mecanismos evolutivos a nivel auditivo que permiten
a estos mamíferos minimizar los efectos de los cambios
rápidos de presión durante las inmersiones.
Es posible que estos mismos mecanismos les permitan compensar
el impacto acústico de algunas fuentes sonoras, pero
no existe ningún estudio científico que demuestre
esta posibilidad. Lo que sí está demostrado
sin embargo, es su vulnerabilidad frente a sonidos artificiales
de diferentes intensidades, que tienen como consecuencia el
desplazamiento de poblaciones, reacciones de aversión,
lesiones irreversibles, varamiento y muerte de los individuos
afectados. No podemos olvidar que los mecanismos de adaptación
al medio marino de los cetáceos, incluidas sus capacidades
de sonar, son el resultado de 50 millones de años de
evolución, y que la introducción intensiva de
ruido antropogénico (producido por el ser humano) es
muy reciente, apenas unos 50 años.
El WACS es un sistema más
sofisticado y por lo tanto suponemos que más caro que
los sistemas actuales, basados en el modelo del espantapájaros.
¿Puede ser un obstáculo para su implantación?
La complejidad del sistema y su coste, no son o no deberían
de ser un obstáculo para su implementación.
Frente a los datos que demuestran el impacto negativo sobre
el medio marino y la ineficacia de los sistemas acústicos
activos (asociados a la producción de sonidos de gran
intensidad), así como la necesidad urgente de actuar
para evitar el declive de algunas poblaciones de cetáceos,
un sistema de detección pasiva es la única alternativa
sostenible que permita su conservación sin frenar el
desarrollo de las actividades humanas. Constatar esta realidad
significa asumir la responsabilidad del desarrollo tecnológico
por parte de los científicos y la responsabilidad de
su implementación por parte de las administraciones
públicas y de los intereses privados involucrados.
¿Cómo se les
ocurrió la idea de cambiar el sistema para que en vez
de ahuyentarlos los detectemos y los esquivemos?
Los sistemas acústicos activos de detección
en el mar no son eficaces con organismos vivos porque necesitan
una gran resolución (frecuencias altas), para detectar
objetos pequeños, que limita su propagación
a pocas decenas de metros. Además, están asociados
a niveles de intensidad importantes para permitir compensar
el poder bajo de reflexión acústica de estos
animales y analizar la información contenido en el
eco producido por el blanco. En cuanto a los sistemas de alarma,
han demostrado su limitación en el tiempo, debido al
proceso rápido de tolerancia desarrollado por unas
poblaciones expuestas a una gran cantidad de ruido ambiente.
Igualmente, estos dos sistemas, para su funcionamiento, comparten
la obligación de introducir fuentes importantes de
contaminación acústica en el medio, y benefician
únicamente al buque equipado. Ante esta evidencia y
el incremento del tráfico marítimo (i.e. del
número de barcos y de la contaminación acústica),
era necesario encontrar un sistema pasivo, por lo tanto no
invasivo, del cual además se podrían beneficiar
todos los barcos que transitan por áreas de interés.
¿Cómo
está resultando la prueba del sistema en Canarias?
Todos los estudios técnicos de viabilidad están
terminados. Está previsto finalizar el demostrador
técnico de WACS a finales de este año.
¿Qué aceptación
está teniendo entre los principales afectados: armadores,
pescadores, sector turístico, organizaciones medioambientales?
La aceptación del concepto es proporcional a la expectación
de los resultados de la puesta en funcionamiento del sistema,
que tiene la enorme ventaja, al margen de su interés
tecnológico, de satisfacer a todas las partes.
Eliminada la amenaza de colisión,
¿van a inventar algo contra las demás amenazas?
El WACS es un sistema de monitorización dinámico
que integra varias tecnologías punteras que nos permitirán,
además de disminuir de forma
significativa la tasa de colisiones, mejorar nuestro conocimiento
sobre la biología de estas especies de mamíferos,
ya que se dispondrá, durante las 24 horas del día,
de informaciones sobre sus actividades y comportamientos bajo
el mar a través de una verdadera cámara acústica.
Nuestra investigación tiene como principal objetivo
el desarrollo de tecnologías benignas de conservación
que permitan la implementación sostenible de las actividades
humanas en el mar. El concepto de WACS tiene muchas aplicaciones
que necesitarán el desarrollo de nuevos parámetros
y su adaptación a diferentes conceptos asociados a
una sociedad moderna, como la exploración petrolífera
o las maniobras militares.
¿Tendrán una
oportunidad los cetáceos en su competencia por el espacio
con el ser humano?
Sin lugar a dudas, si los seres humanos tomamos conciencia,
sin demora, de que no se trata de competir sino de buscar
soluciones sostenibles.
¿Qué opinión
le merece el boom del ecoturismo con avistamientos de cetáceos?
Responde a un verdadero interés de la sociedad por
acercarse al mundo de los cetáceos. A este interés
se debe de responder a su vez con un programa de educación
que explique las necesidades de conservación de estas
especies, si queremos continuar observándolas en su
medio natural. Esta educación pasa por el respeto de
reglas básicas de comportamiento a la hora de aproximarse
a los cetáceos. Reglas que, como consumidores, somos
desafortunadamente los primeros en olvidar y pedir que se
salten para acercarnos cada vez más a ellos, comprometiendo
su supervivencia.
¿Cómo fue su
primer encuentro con un cetáceo?
En Estados Unidos, a mi llegada en el laboratorio de bioacústica
en el cual iba a estudiar, me encargaron vigilar a un delfín
hembra que llevaba varios días sin comer. Esta convivencia
forzada me permitió el encuentro, literalmente hablando
y por primera vez, con un cetáceo, encuentro decisivo
para el resto de mi vida profesional.
¿Cree que finalmente,
países como Japón o Noruega, dejarán
sus prácticas depredadoras?
La caza ballenera en países como Japón o Noruega,
forma parte de una cultura ancestral. Como toda cultura, se
transmite en base al conocimiento y la evolución de
los pueblos. A medida que se vayan presentando datos sobre
la necesidad de conservación de los cetáceos
como garantía de equilibrio de los océanos,
no me cabe la menor duda que estos pueblos integrarán
esta realidad en su cultura y desaparecerá esta industria.
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