ENTREVISTA
Alex Aguilar / Biólogo
Los daños que se producen en el mar se notan a largo plazo
Alejandro Aguilar, Doctor en Ciencias Biólogicas por la Universidad de Barcelona, profesor titular de la misma. Director del Grumm, grupo de investigación dedicado al estudio de problemas ambientales, principalmente relacionados con la pesca y los mamíferos marinos. Premio Europeo a la conservación de la Naturaleza y del Patrimonio Histórico-Artístico, Premio de conservación de Especies Protegidas, Premio 2001 Pew Marine Conservation Fellowship. Concedido por a fundación The Pew Charitable Trusts, Boston, EE.UU.
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La inteligencia nos colocó en la cumbre de la pirámide depredadora, ¿se ha equivocado la evolución condenando al planeta? ¿qué ha salido mal?
El hombre ha experimentado un crecimiento demográfico formidable. Se estima que hace diez mil años la población mundial era tan sólo de 4 millones de habitantes. En los tiempos de Jesucristo había aumentado hasta los 170 millones, pero hacia 1900 ya se alcanzaban los 1.700 millones. Hoy somos unos 6.000 millones y las previsiones son de que cada década se incremente esta cifra en 1.000 millones de personas más. La gran pregunta es cómo puede conciliarse este crecimiento, y las necesidades de espacio, materiales y alimento que genera, con la conservación del entorno natural.

¿No son los propios pescadores, al igual que ocurre con los cazadores, los primeros interesados en conservar la fauna?
Efectivamente, habrían de serlo. No obstante, la percepción que el hombre tiene del medio terrestre y del medio acuático es muy distinta. Las consecuencias de los impactos que se producen en tierra firme son claramente visibles, mientras que el mar es opaco y los daños que en él se producen son menos aparentes o sólo se notan a largo plazo.
En el caso de la pesca, además, esta situación se agrava pues no existe la posibilidad de acotar como sucede comúnmente con las especies cinegéticas en tierra firme. El pescador no es propietario de una parcela de mar; cualquiera puede ir allí a pescar y esto conduce a una actitud de que “lo que no pesque yo, lo pescará el vecino”. De esta manera a nivel individual se hacen difíciles, o como mínimo raras, las actitudes conservadoras.
La responsabilidad de la gestión de los recursos pesqueros no puede dejarse en manos de los pescadores, sino que debe ser asumida por las administraciones, que sí disponen de tecnologías que permiten comprender los impactos causados en los recursos y diseñar estrategias globales de conservación. En pesca, las decisiones individuales no sirven y cualquier medida debe ser siempre comunitaria.

Que opinas de la afirmación: Quizás debamos pasar de la “moral” conservacionista a la “economía” conservacionista.
Es una afirmación extremadamente peligrosa. En muchos casos el medio ambiente no tiene un valor que podamos, al menos hoy en día, medir con baremos económicos. Por ejemplo, el calentamiento global o la disminución en la capa de ozono tendrán sin duda consecuencias económicamente negativas para las sociedades afectadas, pero la dimensión y alcance de éstas es impredecible e incuantificable, por lo que no pueden diseñarse medidas preventivas teniéndolas en cuenta. Los modelos economicistas son de alcance limitado y restringidos a mercados concretos. Las consecuencias de una mala conservación del medio ambiente son globales o, como mínimo, exceden ampliamente el ámbito de los mercados económicos.

¿Cómo hacer compatible el desarrollo agrícola masivo con la no contaminación de acuíferos?
La compatibilidad es difícil, pero necesariamente pasa por el uso de técnicas agrícolas menos agresivas. Los pesticidas persistentes deberían desaparecer totalmente del mercado y los fertilizantes y abonos deberían utilizarse de una manera limitada. La diversificación de cultivos atenúa también en gran medida los impactos que comúnmente se asocian al monocultivo extensivo.

¿Sigue siendo el mar la despensa de la humanidad?
El mar tiene una capacidad limitada. Si excedemos esta capacidad y extraemos más de lo que se produce, como está sucediendo en muchos caladeros en la actualidad, la consecuencia obvia es que se colapsarán los recursos. En algunas localidades y con algunas especies comerciales esto ya ha pasado, pero en el futuro próximo los casos de recursos que deban cerrarse a la explotación se harán mucho más frecuentes.
Globalmente, en los últimos cincuenta años, la cantidad de productos de la pesca se ha multiplicado por cinco. Parte de este aumento ha sido por una mejora en el aprovechamiento de lo que se pesca y por la extensión de la actividad a regiones previamente no explotadas, como las aguas polares y los trópicos. Pero, también, en buena medida, este aumento es consecuencia de la progresiva sobre-explotación de los recursos tradicionales. Esta tendencia no puede progresar indefinidamente y se debería llegar a una estabilización, y en algunos casos a una reducción, de los volúmenes de pesca extraídos.
Qué opinas de la afirmación: Miles de instituciones no han sido capaces de convencer al coloso americano que deje de calentar el planeta...
La economía norteamericana se fundamenta en un consumo exacerbado. Poner un freno a este consumo es frenar la economía, y esto es algo que preocupa a una sociedad materialista como la americana. Desde luego, la arrogancia y el perfil ideológico de Bush no ayudan a encauzar las cosas...

¿Cuál es el futuro inmediato de los mares y costas españolas? ¿Cuáles son los principales retos ecológicos de nuestras costas?
A veces se es demasiado alarmista. Es falso que el Mediterráneo esté a punto de morir, como se repite frecuentemente. La salud de los mares que nos rodean es buena, si bien el Mediterráneo sufre niveles de contaminación excesivamente elevados, en especial por compuestos químicos del tipo de los organoclorados (DDT, bifenilos policlorados, dioxinas, etc.), y algunos recursos pesqueros están sobre-explotados. Si se disminuyera la presión pesquera y se regulara el vertido de productos tóxicos, la situación de nuestros mares mejoraría rápidamente. El litoral ya es otra cosa. Lamentablemente, el turismo y el desarrollo urbano han destruido el 80% de nuestra franja costera, y esto tiene difícil remedio.

¿Qué especies se hallan hoy más fuertemente amenazadas en nuestras aguas y qué se está haciendo para protegerlas?
Dejando a parte algunas especies que han sido o están siendo explotadas comercialmente de manera excesiva, como ciertos túnidos o el coral, el grupo de animales que sin duda sufre de manera más clara el impacto humano son los mamíferos marinos (focas, delfines y ballenas). La Dirección General de Conservación de la Naturaleza del Ministerio de Medio Ambiente tiene diversos programas para asegurar su conservación. Así, ha puesto en marcha proyectos para atenuar o evitar los conflictos de los delfines con la pesca y está realizando un estudio de identificación en el Mediterráneo, la región con mayores problemas de conservación, de las zonas marinas que deben protegerse para asegurar la conservación de estos animales. Por otra parte, la Universidad de Barcelona y la Generalitat de Cataluña han creado recientemente el Banco Medioambiental de Tejidos Biológicos, donde se conservarán tejidos de las especies marinas amenazadas con la finalidad de evitar pérdidas irreversibles de variantes genéticas hoy raras.

¿Cuál es tu parecer sobre la actitud de los buceadores en el fondo del mar sobre las especies?
Los buceadores, al igual que el resto de usuarios del medio marino, tienen una responsabilidad en su conservación. Las prácticas agresivas, como la pesca subacuática o la extracción de especies, ya sea para consumo, coleccionismo u otras finalidades, deben limitarse en lo posible y, desde luego, realizarse ajustándose a la normativa. Por otra parte, el buceador debe vigilar no sólo el impacto que puede causar durante la inmersión, sino también el asociado a otros elementos de su actividad. Por ejemplo, debe evitar el fondeo en praderas de Posidonia, el vertido de basuras, la contaminación por las embarcaciones que utiliza, etc.

 

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