¿Cómo
surge su afición por el buceo?
En mi infancia no había tantas facilidades
de diversión como ahora. Pero tenía al mar en frente
de casa y disfrutaba descubriendo la vida marina entre las rocas
de Ondarreta, donde estaba la cárcel que ahora no existe.
No había gafas ni tubos ni aletas ni nada. Pero un día,
cuando yo tenía 7 u 8 años, apareció un señor
embotado en un traje de goma blanco, con aletas, gafas, tubo,
y alquiló un velomar. A mi me pareció un marciano.
Se echó al agua y comenzó sacar peces y peces. Yo
le esperaba en la playa a que él llegara y el tercer día
me habló un poquito en francés y como yo aprendí
francés en el colegio me entendí con él y
me invitó a acompañarle. Me dejó sus gafas
y pude gozar del fondo marino por vez primera. Era un militar
ruso zarista que se llamaba Dimitri Remikov que se había
ido a vivir a la Costa Azul y escribió un libro titulado
“la aviación submarina”.
Sus inicios en el buceo fueron duros...
No había material, todo se improvisaba. Había que
ir a Francia a comprarlo todo. Nemrod era una de las primeras
marcas que utilizábamos. Pero lo peor era que nadie te
creía cuando le hablabas de lo que habías visto
allí abajo y ese fue el principal motivo por el que decidimos
montar el Ciclo Internacional de cine Submarino, para mostrar
a los vecinos, amigos y parientes lo que veíamos allí
abajo y que explicaba esa pasión que teníamos por
el buceo.
¿Cómo arrancó el Ciclo de Cine Submarino?
Éramos de un club, la sección de Subacuáticas
de la Real Sociedad, recién creado. Y empezamos pidiendo
películas a las embajadas (Francia, Alemania, Canadá,
Italia...) ya que estas disponían de buenas filmotecas
de películas en 35mm. y 16mm. sobre sus países,
que dejaban gratis o casi gratis. Fue tanto el éxito del
público que nos animó a seguir. Más adelante,
cuando ya conseguimos financiación empezamos a comprar
películas o derechos de proyección y contactamos
con realizadores directamente. Al principio resultaba extraño
que se pudiera asistir gratis a una película, sin tener
que rezar o cantar un himno político, y que además
fuera sobre algo tan extraordinario y desconocido como la vida
submarina. Por eso el éxito fue abrumador. El público
aplaudía espontáneamente durante las proyecciones.
¿Cómo
fueron los orígenes de las federaciones de buceo?
El origen fue un órgano dentro de la Federación
Española Pesca que se llamó “Comité
de Actividades Subacuáticas” presidido por D. Eugenio
Calderón Sola de Santander. Las actividades subacuáticas
crecieron y se fue pidiendo emancipación a la Delegación
Nacional de Educación Física y Deportes, que presidió
el general Moscardó, solicitándole una nueva Federación
Española “de Actividades Subacuáticas”.
Se hicieron reuniones con los que éramos presidentes de
las federaciones provinciales. Yo entonces era delegado de Actividades
Subacuáticas dentro de la Federación Guipuzcoana
de Pesca y Actividades Subacuáticas, por lo que acudí
representando a Guipúzcoa. Democráticamente en una
época de dictadura yo escribí a los clubes federados
para proponer unas elecciones y proponer un presidente para la
recién creada Federación Guipuzcoana de Actividades
Subacuáticas. Se propuso a dos candidatos, hubo un empate
y al final se decidió que fuera yo el primer presidente
de la Federación Guipuzcoana. En las primeras reuniones
de la FEDAS, que fueron en Barcelona, no nos pagaban ni el desplazamiento
ni las comidas, sólo las habitaciones del hotel.
¿Cuáles fueros los comienzos
de la enseñanza del buceo en España?
Principalmente se distinguió desde un principio el escafandrismo,
o buceo autónomo con botellas, del buceo a pulmón
o apnea. Los que buceaban en apnea aprendían a base de
acompañar a los más veteranos y para el escafandrismo
se creó la primera escuela en España y se formaron
los primeros monitores o instructores. Para eso se hizo un examen
a los más veteranos, que ya sabían bucear con botellas,
y fueron los primeros instructores, que hicieron cursos y editaron
un primer libro para escafandristas. Sólo había
dos titulaciones: escafandrista de primera y de segunda, ya que
entonces no había estrellas. La mayoría de las licencias
eran de pesca submarina ya que el equipo autónomo era muy
caro.
¿Ha cambiado mucho el buceo desde
entonces?
Ha mejorado mucho la técnica. Mejores equipos, mejores
trajes, mejor enseñanza. Antes todo era voluntarioso y
desinteresado. Por poner un ejemplo: yo me pagaba los viajes a
Paris para asistir a las reuniones de la CEMAS, la FEDAS no los
pagaba, y sin embargo te llegaban a decir “a ver si consigue
un campeonato del mundo de fotografía submarina para Mallorca”,
y lo conseguimos. Se celebró en Muro pero no fui invitado.
Pero en general todo ha mejorado. Las cámaras de fotos,
por ejemplo, antes eran enormes, pesadas, y envueltas en carcasas
artesanales. Ahora son pequeñas y ligeras, aguantan profundidades
increíbles y, sin embargo, obtienen imágenes de
gran calidad.
Y el mar ¿también ha cambiado?
Si, pero en este caso a peor, desgraciadamente. Y eso duele de
verdad. Estamos acabando con los recursos del mar y da verdadera
pena bucear en lugares que antes has visto llenos de vida y ahora
están empobrecidos. No se preocupan del mar. Antes un señor
ponía dinero, se hacía armador, mandaba a unos pescadores
por ahí y le venían repletos de peces, haciendo
verdaderas fortunas y sin preocuparse lo más mínimo
por las consecuencias de sus actos. Aquellos besugos, merluzas,
anchoas, bonitos...están desapareciendo. Las especies que
se recuperan un poquito lo hacen porque se dejaron de explotar
por no ser ya rentables.
Por su trayectoria ha conocido a grandes
figuras del buceo...
Sí y no debemos olvidarnos de esos pioneros gracias a los
cuales hoy podemos bucear como lo hacemos: Un militar, Jacques
Yves Cousteau y un ingeniero, Emile Ganan, hicieron posible el
buceo autónomo tal como lo conocemos, aunque hubo otros
antes que ellos que ya idearon formas de buceo autónomo,
incluso con circuito cerrado. He tenido el gusto de conocer personalmente
a pioneros como Hans Hass, que todavía vive, o Dumas que
en 1947 consiguió un record bajando a 94 m. en el mar mediterráneo
con un regulador Aqua Lung. También he conocido a Mayol,
a Enzo Maiorca, Pellizari, que es maravilloso, a Pipin Ferreras,
o a otro de los tres “musquemers” Philippe Tailliez,
así como figuras locales como José Mancisidor, de
Zumaia, uno de los sacrificados buzos históricos que hicieron
des esta actividad su profesión.