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Al trabajo
Domenec, en su carrera como buzo profesional, ha participado
en diferentes trabajos de soldadura, unos sencillos y rápidos,
y otros más complicados.
Uno de esos trabajos consistió en un barco que tenía
serios problemas de gobernación. Domenec inspeccionó
la hélice y el timón. El flap del timón
(similar al flap de las alas de un avión) estaba desencajado
y se movía a su antojo.
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Después de debatir la situación, se propuso
al capitán que una solución podría ser
la de fijar el flap al timón, para que trabajara todo
como una sola pieza. El capitán dio su aprobación.
De esta manera podría llegar a Marsella, donde los
astilleros restablecerían el normal funcionamiento
del timón y el flap.
Recibida la aprobación, el equipo puso manos a la obra
y empezó a traer todos los equipos y a preparar unas
traviesas de hierro. Estas traviesas serán las que,
una vez soldadas, unirán el flap con el timón
y dejarán el flap fijo. Una vez cortadas las traviesas
a un metro de longitud, se les dio la forma del lugar a donde
irían soldadas. Las traviesas tenían cuatro
centímetros de espesor por un metro de largo y veinte
centímetros la parte más ancha. Se hicieron
ocho traviesas, todas eran de diferente forma y dos de ellas
eran sólo de recambio en caso de que alguna cayera
al fondo.
Después de cuatro horas cortando y moldeando las traviesas,
había llegado la hora de soldarlas, Domenec dio las
indicaciones a su compañero para que limpiara la pintura
y el óxido del lugar donde iban las traviesas. Y, a
la vez, puso a punto el grupo de soldadura, comprobó
el estado de los electrodos e hizo algunas soldaduras en tierra
para verificar que todo funciona bien. De esta manera pudo
decidir con qué intensidad empezaba a soldar en el
agua, teniendo en cuenta que una vez sumergida la pinza de
soldar, necesitará mas intensidad.
Protección
Si importante es tener el equipo a punto, aún lo es
más que la zona donde se vaya a soldar esté
bien limpia. Cuando el compañero acabó su limpieza,
Domenec se puso el traje seco (equipo indispensable para reducir
al máximo las enrampadas de corriente, aunque alguna
que otra no podrá ser evitada). También se puso
un par de guantes que guarda y prepara con cuidado, pues son
las manos las que más sufren los calambres de corriente.
En esta ocasión utilizó un narguile (manguera
de aire atóxica y anticoca) para mantener la distancia
respecto al arco eléctrico de la soldadura y evitar
cosquillas en los labios. Finalmente recibieron la señal
del jefe de equipo y se introdujeron en el agua nuevamente.
Eran las once de la noche cuando empezó a soldar y
a las siete de la mañana se dio el trabajo por terminado.
Fueron ocho largas horas contrareloj, donde pasó de
todo: frío, hambre, sueño, calambres, e incluso
cayó al fondo una de las traviesas inferiores al intentar
situarla. En total se realizaron unos doce metros lineales
de soldadura, ya que las traviesas iban soldadas por la parte
superior y por la parte inferior. Todo el trabajo estuvo supervisado
por una compañía inspectora, Lloids Register,
para la cual tuvieron que hacer una filmación al terminar
el trabajo. Dicha compañía les felicitó
por el trabajo realizado.
Cuando el buque llegó a Marsella, otra compañía
de submarinismo inspeccionó el estado en que había
llegado el timón. De nuevo volvieron a recibir elogios
por el trabajo realizado, ya que las soldaduras habían
llegado intactas.
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