BIOLOGIA

TEXTO: M. Victoria Bengoa
FOTOS: J. Urkiaga/ABRA Aquarium, Getxo
Tridacnas: los bivalvos gigantes
¿Quién no ha oído hablar de las almejas asesinas?. Son enormes bivalvos de más de 2 metros de longitud y más de 250 kilos de peso. Uno se puede imaginar con horror a estos gigantescos animales atrapando a los buceadores que han tenido la mala suerte de caer entre sus valvas, y a los que les espera una muerte lenta y horrible. Pero esta fama no es cierta.
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Sus conchas han sido utilizadas en muchas iglesias como pila bautismal, y ya Julio Verne las describía en su libro 20.000 leguas de viaje submarino: “Allí se detuvo el capitán Nemo y nos hizo una indicación con la mano. Lo indicado era una ostra de una dimensión extraordinaria, una tridacna gigantesca, una pila que habría podido contener un lago de agua bendita, un pilón de más de dos metros de anchura y, consecuentemente, más grande que la que adornaba el salón del Nautilus”.
Entre el mito y la realidad, esos bivalvos no han sido estudiados con profundidad hasta finales del siglo XX. Son muy apreciados por los nativos que los consideran animales muy delicados y que han utilizado sus conchas en todos los momentos importantes de sus vidas. Los chinos valoran sus músculos abductores ya que creen que tienen poderes afrodisíacos.
Se han descrito ocho especies de tridacnas, entre las que destacan la Tridacna máxima, T. squamosa y T. crocea muy conocidas por su amplia difusión en los acuarios. Pero la mayor de todas es la T. gigas, el bivalvo de mayor tamaño del mundo, aunque las de mayor tamaño conocidas alcanzan solamente los 150 cm de longitud.

Entre animal y vegetal
Las tridacnas se encuentran en el océano Indo- Pacífico y en el mar Rojo, asociados a los arrecifes de coral, ya sea viviendo entre los corales o en las zonas arenosas adyacentes.
Las tridacnas se diferencian del resto de las almejas por presentar zooxantelas, es decir, microalgas en sus tejidos, como ocurre con los corales. Pero presentan una importante diferencia con éstos: mientras que en los corales las microalgas se encuentran en el interior de las células, en las tridacnas se encuentran entre las células, en un sistema de canales especiales en el manto. El manto es una extensión de los sifones. También presenta unos pigmentos denominados iridóforos, que contienen pigmentos, que dan los diferentes colores a las tridacnas, y cuya función es la protección del animal frete a las radiaciones UV. Asimismo las tridacnas poseen numerosos “ojos” en su manto capaces de captar cambio de luz o sombras, lo que le permite evitar posibles predadores. Igualmente pueden captar la luz, lo que ayuda a exponer sus zooxantelas a la luz necesaria para su optimo funcionamiento.
Tienen dos sifones, uno de entrada o inhalante, que consiste en una abertura mas o menos grande, y un sifón exhalante, que suele encontrarse en un pequeño cono. El agua pasa a través de las branquias que sirve tanto para respirar como para filtrar el agua en busca de alimento. Las zooxantelas proveen a las tridacnas de los alimentos que puedan necesitar, como son azucares y aminoácidos, haciéndoles independientes de los nutrientes que haya en el medio para sobrevivir. Por su parte, las zooxantelas utilizan los productos de desecho para vivir. Este ciclo de nutrientes entre las zooxantelas y la tridacna minimiza la pérdida de energía. Es importante destacar que si hay suficiente luz, las microalgas del manto de las tridacnas absorben amonio, nitratos, fosfatos y otros productos nocivos para el acuario, disminuyendo su concentración en el medio. Las tridacnas son hermafroditas. Los especimenes jóvenes son machos, pero al ir creciendo se desarrollan también los órganos femeninos, convirtiéndose en hermafroditas simultáneos. Pero no existe la autofecundación, ya que tanto el esperma como los huevos son liberados en diferentes momentos. Tras la fecundación, a las 12 horas surge una larva trocófora, de la que tras varias metamorfosis surgirá una pequeña tridacna que vivirá fija al sustrato.

Conchas centenarias
Al observar el tamaño que pueden alcanzar ciertas especies de tridacnas, se puede pensar que es debido a su edad. Aunque T. gigas puede alcanzar mas de 100 años de edad, normalmente su tamaño se debe a su rápido crecimiento, más de 10 cm al año. Otras especies de menor tamaño, como es el caso de T. maxima o T. crocea, crecen solamente 2-4 cm por año. Pero el crecimiento no es igual a lo largo de su vida.
Hoy en día las tridacnas, en vías de extinción, están protegidas. La leyenda de la “almeja asesina” no sólo no es cierta, sino que es el hombre quién la está destruyendo. Para muchos nativos, las tridacnas son una parte importante de su dieta, que la conservan desecándola. Sus conchas son utilizadas tradicionalmente en decoraciones, mosaicos y en la industria de azulejos y tejas. Con la llegada del hombre europeo la situación empeora. Al aumentar la explotación de las tridacnas, disminuye su número, lo que aumenta su precio y hace que siga aumentando su explotación.
Pese a lo negativo de esta situación existe un rayo de esperanza en la cría de estas especies en cautividad. Así por ejemplo, se realizó un experimento en las islas Salomón, y se observó que en dos años de crecimiento las T. gigas alcanzaban un tamaño adecuado para su venta para acuarios. Este experimento conllevó el desarrollo de esta industria y hoy día los mayores criaderos para el desarrollo de la Tridacna son el Centro de Acuicultura Costera de las Islas Salomón, el Centro Micronesio de Fomento de la Maricultura en Palau y la Universidad de James Cook en Australia.

 
 
   
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