Sus
conchas han sido utilizadas en muchas iglesias como pila bautismal,
y ya Julio Verne las describía en su libro 20.000 leguas
de viaje submarino: Allí se detuvo el capitán
Nemo y nos hizo una indicación con la mano. Lo indicado era
una ostra de una dimensión extraordinaria, una tridacna gigantesca,
una pila que habría podido contener un lago de agua bendita,
un pilón de más de dos metros de anchura y, consecuentemente,
más grande que la que adornaba el salón del Nautilus.
Entre el mito y la realidad, esos bivalvos no han sido estudiados
con profundidad hasta finales del siglo XX. Son muy apreciados por
los nativos que los consideran animales muy delicados y que han
utilizado sus conchas en todos los momentos importantes de sus vidas.
Los chinos valoran sus músculos abductores ya que creen que
tienen poderes afrodisíacos.
Se han descrito ocho especies de tridacnas, entre las que destacan
la Tridacna máxima, T. squamosa y T. crocea muy conocidas
por su amplia difusión en los acuarios. Pero la mayor de
todas es la T. gigas, el bivalvo de mayor tamaño del mundo,
aunque las de mayor tamaño conocidas alcanzan solamente los
150 cm de longitud.
Entre
animal y vegetal
Las tridacnas se encuentran en el océano Indo- Pacífico
y en el mar Rojo, asociados a los arrecifes de coral, ya sea viviendo
entre los corales o en las zonas arenosas adyacentes.
Las tridacnas se diferencian del resto de las almejas por presentar
zooxantelas, es decir, microalgas en sus tejidos, como ocurre con
los corales. Pero presentan una importante diferencia con éstos:
mientras que en los corales las microalgas se encuentran en el interior
de las células, en las tridacnas se encuentran entre las
células, en un sistema de canales especiales en el manto.
El manto es una extensión de los sifones. También
presenta unos pigmentos denominados iridóforos, que contienen
pigmentos, que dan los diferentes colores a las tridacnas, y cuya
función es la protección del animal frete a las radiaciones
UV. Asimismo las tridacnas poseen numerosos ojos en
su manto capaces de captar cambio de luz o sombras, lo que le permite
evitar posibles predadores. Igualmente pueden captar la luz, lo
que ayuda a exponer sus zooxantelas a la luz necesaria para su optimo
funcionamiento.
Tienen dos sifones, uno de entrada o inhalante, que consiste en
una abertura mas o menos grande, y un sifón exhalante, que
suele encontrarse en un pequeño cono. El agua pasa a través
de las branquias que sirve tanto para respirar como para filtrar
el agua en busca de alimento. Las zooxantelas proveen a las tridacnas
de los alimentos que puedan necesitar, como son azucares y aminoácidos,
haciéndoles independientes de los nutrientes que haya en
el medio para sobrevivir. Por su parte, las zooxantelas utilizan
los productos de desecho para vivir. Este ciclo de nutrientes entre
las zooxantelas y la tridacna minimiza la pérdida de energía.
Es importante destacar que si hay suficiente luz, las microalgas
del manto de las tridacnas absorben amonio, nitratos, fosfatos y
otros productos nocivos para el acuario, disminuyendo su concentración
en el medio. Las tridacnas son hermafroditas. Los especimenes jóvenes
son machos, pero al ir creciendo se desarrollan también los
órganos femeninos, convirtiéndose en hermafroditas
simultáneos. Pero no existe la autofecundación, ya
que tanto el esperma como los huevos son liberados en diferentes
momentos. Tras la fecundación, a las 12 horas surge una larva
trocófora, de la que tras varias metamorfosis surgirá
una pequeña tridacna que vivirá fija al sustrato.
Conchas
centenarias
Al observar el tamaño que pueden alcanzar ciertas especies
de tridacnas, se puede pensar que es debido a su edad. Aunque T.
gigas puede alcanzar mas de 100 años de edad, normalmente
su tamaño se debe a su rápido crecimiento, más
de 10 cm al año. Otras especies de menor tamaño, como
es el caso de T. maxima o T. crocea, crecen solamente 2-4 cm por
año. Pero el crecimiento no es igual a lo largo de su vida.
Hoy en día las tridacnas, en vías de extinción,
están protegidas. La leyenda de la almeja asesina
no sólo no es cierta, sino que es el hombre quién
la está destruyendo. Para muchos nativos, las tridacnas son
una parte importante de su dieta, que la conservan desecándola.
Sus conchas son utilizadas tradicionalmente en decoraciones, mosaicos
y en la industria de azulejos y tejas. Con la llegada del hombre
europeo la situación empeora. Al aumentar la explotación
de las tridacnas, disminuye su número, lo que aumenta su
precio y hace que siga aumentando su explotación.
Pese a lo negativo de esta situación existe un rayo de esperanza
en la cría de estas especies en cautividad. Así por
ejemplo, se realizó un experimento en las islas Salomón,
y se observó que en dos años de crecimiento las T.
gigas alcanzaban un tamaño adecuado para su venta para acuarios.
Este experimento conllevó el desarrollo de esta industria
y hoy día los mayores criaderos para el desarrollo de la
Tridacna son el Centro de Acuicultura Costera de las Islas Salomón,
el Centro Micronesio de Fomento de la Maricultura en Palau y la
Universidad de James Cook en Australia.
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