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BIOLOGIA

FOTOS: ZOEA
Sopa de plancton  
La mayor parte de los procesos biológicos, físicos y químicos fundamentales para la vida del planeta son inapreciables a simple vista. Los organismos microscópicos del mar despliegan una frenética actividad que repercute posteriormente no sólo en los demás seres vivos del mar sino en los de todo el planeta. Ellos son los principales responsables, entre otras cosas, de fijar el CO2 y producir oxígeno, actuando como el mayor pulmón del planeta. Pero a veces pueden dejarse ver en grandes mareas de distintos colores o en forma de turbidez del agua, intoxicando moluscos y peces de forma peligrosa para nosotros. Son las llamadas Mareas Rojas.
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El mar está plato. No ha habido actividad tormentosa, ni grandes lluvias, ni mar de fondo. Sin embargo la visibilidad es escasa. ¿Qué ocurre? Un incremento repentino de la luminosidad y la abundancia de nutrientes ha favorecido el crecimiento desmedido de fitopancton. El plancton vegetal es la base de la cadena trófica marina y el mayor productor, por tanto, de materia orgánica. En general es unicelular aunque muchas especies se unen formando cadenas o filamentos que pueden ser visibles. Las diatomeas y los dinoflagelados -estos últimos entre el reino vegetal y el animal- son los representantes más grandes del fitoplancton, sin embargo el nanoplancton es el más abundante y el que más materia orgánica produce. Dependiendo de sus pigmentos (clorofila y carotenos), con los que captan la energía solar para realizar la fotosíntesis, las algas, unicelulares en su mayor parte, tiñen los mares cuando se produce un “bloom” o floración exagerada debida a condiciones ambientales excepcionales. Para realizar su fotosíntesis necesitan luz y nutrientes así como dióxido de carbono que extraen del agua o de la atmósfera. Terminado el proceso químico por el que producen materia orgánica para su desarrollo excretan parte de la materia orgánica sobrante, que será pasto de infinidad de bacterias, y oxígeno. Es la variación de esos dos condicionantes, nutrientes y luz, los que provocan la superpoblación o la escasez de fitoplancton. La temperatura del agua influye en cuanto a que produce variaciones en los flujos de corrientes de agua superficiales y profundas, más ricas en nutrientes. En verano, por ejemplo, ese flujo no se produce por la existencia de fuertes termoclinas, lo que hace que los nutrientes se agoten y las algas acaben por desaparecer.

Migraciones circadianas
El fitoplancton se concentra en las capas más superficiales hasta 200 metros de profundidad. Por eso las aguas de la plataforma continental son las más propicias para su desarrollo. En aguas oceánicas abiertas hay mucha luz, pero los nutrientes escasean o se encuentran demasiado profundos. La turbidez también limita el crecimiento del fitoplancton, por lo que su excesiva acumulación produce un mecanismo de autorregulación al disminuir la transparencia. Muchos organismos plnctónicos, fundamentalmente del zooplancton, realizan migraciones circadianas, o en otras palabras, migraciones diurnas y nocturnas. Algunas especies suben de día y bajan de noche y otras siguen el recorrido contrario. Entre las primeras encontramos a varios representantes de fitoplancton que buscan la luz. Pero las migraciones más abundantes son por la noche ya que la mayor parte del zooplancton tiene fototactismo negativo y son como los vampiros, huyen de la luz. Es más, gran parte es incluso fluorescente.

Mareas rojas
El incremento antinatural de nutrientes, por vertidos incontrolados de fertilizantes o deshechos orgánicos, o bien por causas naturales como corrientes de fondo que hacen ascender muchos nutrientes depositados en el fondo del mar, producen un estallido de fitoplancton que puede llegar a colorear el mar con densidades de 0,5 a 36 millones de células por litro de agua. Estos blooms exagerados provocan consecuencias desastrosas a corto plazo para ecosistema de la zona afectada. Se puede producir una asfixia de los organismos de la zona porque la marea consume todo el oxígeno, dado los complejos mecanismos químicos que origina y la acción de las bacterias que consumen oxígeno y desprenden CO2. También puede darse la asfixia física de algunos peces y moluscos por oclusión de sus branquias. Pero el peligro más importante para el ser humano viene dado por la toxicidad de algunas algas que envenenan a toda la cadena trófica. Los primeros afectados son los bivalvos filtradores, pero los moluscos, crustáceos y peces acaban incorporando esas toxinas que se acumulan según ascendemos en la escala depredadora. Estas toxinas no afectan aparentemente al comportamiento o apariencia de los animales por lo que su consumo pasa inadvertido hasta que comienzan a manifestarse los síntomas de su toxicidad. Entre las toxinas podemos encontrar venenos que afectan principalmente al marisco y que son paralizantes, diarreicos, anestésicos, o neurotóxicos, así como la Ciguatera y la Terodotoxina que afectan, sobre todo, a peces tropicales.

Continuo ciclo vital
Las algas necesitan carbono, hidrógeno y oxígeno para elaborar los azúcares y las grasas, y el nitrógeno y fosfatos para las proteínas, ácidos nucleicos, encimas y vitaminas. También requieren, en proporciones menores, calcio, magnesio, potasio y hierro. Estos nutrientes se encuentran tanto flotando en la superficie como en suspensión en la columna de agua, y preferentemente en el fondo marino, en forma de sedimentos orgánicos e inorgánicos. Las bacterias aprovechan los residuos de las algas y a veces a éstas mismas a las que atacan cuando están débiles, y producen dióxido de carbono. Su actividad química es la opuesta a la de las algas, pero ayudan a “distribuir la materia orgánica” para que sea más digerible por otros organismos: los protozoos flagelados. Éstos se comen a las bacterias, las digieren y excretan nutrientes que volverán a ser aprovechados por las algas. Los copépodos, pequeños crustáceos junto a sus larvas comen algas, en una acción que llamamos “pastoreo”. Ellos son el alimento principal de mucha fauna marina: medusas, esponjas, corales, larvas de peces y pequeños alevines. Pero sobre todo son el alimento de los mayores animales del mundo: los super filtradores rorcuales. Si un pequeño arenque juvenil captura diariamente 120.000 copépodos que a su vez han ingerido 14.000 millones de diatomeas, un rorcual de unos 8 metros consume en verano entre 1 y 1,5 toneladas de plancton, concretamente de krill (pequeños camarones eufásidos). Si un metro cúbico de agua contiene 2 gramos de krill: ¡imaginemos los cientos de miles de litros que necesitan filtrar con sus barbas y tratemos de hacernos una idea de las algas unicelulares que precisaremos para producir semejante cantidad de zooplancton!
Los restos de todos los animales muertos volverán a ser descompuestos en nutrientes orgánicos e inorgánicos que activarán nuevamente el ciclo al ser aprovechados por las algas.

 

Caviar y paté de Krill

Las ballenas abren sus fauces, que tienen el velo del paladar muy arqueado, las llenan con la sopa planctónica, aprietan la lengua contra el paladar y expulsan el agua por los lados de la boca filtrándola con sus barbas. El olor de ese revoltijo se diminutos seres vivos es desagradable. Por la noche se asemeja a una papilla fluorescente compuesta de diminutos crustáceos, que componen el krill, huevos de pescado que flotaban en superficie, larvas de peces, moluscos, cangrejos en miniatura, medusillas y pequeños seres que parecen fantasmillas de celofán.

Esta gelatina viva tiene colores diversos según las zonas donde se haya recolectado: pardo, rojo, gris o verde. Sin embargo, las ballenas son excelentes gourmets, y saben que a pesar de su aspecto poco apetecible el plancton les aportará grandes cantidades de aceites, lo que les proporcionará reservas energéticas y aislamiento térmico suficientes para sus periplos oceánicos. Estos aceites se adquieren porque los pterópodos que forman el krill tienen hasta un 20% de su peso en aceite, adquirido porque comen radiolarios que llenan su célula con estas grasas. Pero además, las ballenas disfrutan con el sabor de este manjar. Si tuviéramos el valor de poner en la boca una cucharada de esta sopa planctónica distinguiríamos dos sabores básicos. Si el plancton es mayoritariamente krill el sabor sería parecido al de un paté de langosta o cangrejo. Si por el contrario, abundaran las larvas y huevos de peces, sabría a caviar y, a veces, incluso a ostras. ¡Bon appetit!

 

 
 
   
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