 El
mar está plato. No ha habido actividad tormentosa, ni grandes
lluvias, ni mar de fondo. Sin embargo la visibilidad es escasa.
¿Qué ocurre? Un incremento repentino de la luminosidad
y la abundancia de nutrientes ha favorecido el crecimiento desmedido
de fitopancton. El plancton vegetal es la base de la cadena trófica
marina y el mayor productor, por tanto, de materia orgánica.
En general es unicelular aunque muchas especies se unen formando
cadenas o filamentos que pueden ser visibles. Las diatomeas y los
dinoflagelados -estos últimos entre el reino vegetal y el
animal- son los representantes más grandes del fitoplancton,
sin embargo el nanoplancton es el más abundante y el que
más materia orgánica produce. Dependiendo de sus pigmentos
(clorofila y carotenos), con los que captan la energía solar
para realizar la fotosíntesis, las algas, unicelulares en
su mayor parte, tiñen los mares cuando se produce un bloom
o floración exagerada debida a condiciones ambientales excepcionales.
Para realizar su fotosíntesis necesitan luz y nutrientes
así como dióxido de carbono que extraen del agua o
de la atmósfera. Terminado el proceso químico por
el que producen materia orgánica para su desarrollo excretan
parte de la materia orgánica sobrante, que será pasto
de infinidad de bacterias, y oxígeno. Es la variación
de esos dos condicionantes, nutrientes y luz, los que provocan la
superpoblación o la escasez de fitoplancton. La temperatura
del agua influye en cuanto a que produce variaciones en los flujos
de corrientes de agua superficiales y profundas, más ricas
en nutrientes. En verano, por ejemplo, ese flujo no se produce por
la existencia de fuertes termoclinas, lo que hace que los nutrientes
se agoten y las algas acaben por desaparecer.
Migraciones circadianas
El fitoplancton se concentra en las capas más superficiales
hasta 200 metros de profundidad. Por eso las aguas de la plataforma
continental son las más propicias para su desarrollo. En
aguas oceánicas abiertas hay mucha luz, pero los nutrientes
escasean o se encuentran demasiado profundos. La turbidez también
limita el crecimiento del fitoplancton, por lo que su excesiva acumulación
produce un mecanismo de autorregulación al disminuir la transparencia.
Muchos organismos plnctónicos, fundamentalmente del zooplancton,
realizan migraciones circadianas, o en otras palabras, migraciones
diurnas y nocturnas. Algunas especies suben de día y bajan
de noche y otras siguen el recorrido contrario. Entre las primeras
encontramos a varios representantes de fitoplancton que buscan la
luz. Pero las migraciones más abundantes son por la noche
ya que la mayor parte del zooplancton tiene fototactismo negativo
y son como los vampiros, huyen de la luz. Es más, gran parte
es incluso fluorescente.
Mareas
rojas
El incremento antinatural de nutrientes, por vertidos incontrolados
de fertilizantes o deshechos orgánicos, o bien por causas
naturales como corrientes de fondo que hacen ascender muchos nutrientes
depositados en el fondo del mar, producen un estallido de fitoplancton
que puede llegar a colorear el mar con densidades de 0,5 a 36 millones
de células por litro de agua. Estos blooms exagerados provocan
consecuencias desastrosas a corto plazo para ecosistema de la zona
afectada. Se puede producir una asfixia de los organismos de la
zona porque la marea consume todo el oxígeno, dado los complejos
mecanismos químicos que origina y la acción de las
bacterias que consumen oxígeno y desprenden CO2. También
puede darse la asfixia física de algunos peces y moluscos
por oclusión de sus branquias. Pero el peligro más
importante para el ser humano viene dado por la toxicidad de algunas
algas que envenenan a toda la cadena trófica. Los primeros
afectados son los bivalvos filtradores, pero los moluscos, crustáceos
y peces acaban incorporando esas toxinas que se acumulan según
ascendemos en la escala depredadora. Estas toxinas no afectan aparentemente
al comportamiento o apariencia de los animales por lo que su consumo
pasa inadvertido hasta que comienzan a manifestarse los síntomas
de su toxicidad. Entre las toxinas podemos encontrar venenos que
afectan principalmente al marisco y que son paralizantes, diarreicos,
anestésicos, o neurotóxicos, así como la Ciguatera
y la Terodotoxina que afectan, sobre todo, a peces tropicales.
 Continuo
ciclo vital
Las algas necesitan carbono, hidrógeno y oxígeno para
elaborar los azúcares y las grasas, y el nitrógeno
y fosfatos para las proteínas, ácidos nucleicos, encimas
y vitaminas. También requieren, en proporciones menores,
calcio, magnesio, potasio y hierro. Estos nutrientes se encuentran
tanto flotando en la superficie como en suspensión en la
columna de agua, y preferentemente en el fondo marino, en forma
de sedimentos orgánicos e inorgánicos. Las bacterias
aprovechan los residuos de las algas y a veces a éstas mismas
a las que atacan cuando están débiles, y producen
dióxido de carbono. Su actividad química es la opuesta
a la de las algas, pero ayudan a distribuir la materia orgánica
para que sea más digerible por otros organismos: los protozoos
flagelados. Éstos se comen a las bacterias, las digieren
y excretan nutrientes que volverán a ser aprovechados por
las algas. Los copépodos, pequeños crustáceos
junto a sus larvas comen algas, en una acción que llamamos
pastoreo. Ellos son el alimento principal de mucha fauna
marina: medusas, esponjas, corales, larvas de peces y pequeños
alevines. Pero sobre todo son el alimento de los mayores animales
del mundo: los super filtradores rorcuales. Si un pequeño
arenque juvenil captura diariamente 120.000 copépodos que
a su vez han ingerido 14.000 millones de diatomeas, un rorcual de
unos 8 metros consume en verano entre 1 y 1,5 toneladas de plancton,
concretamente de krill (pequeños camarones eufásidos).
Si un metro cúbico de agua contiene 2 gramos de krill: ¡imaginemos
los cientos de miles de litros que necesitan filtrar con sus barbas
y tratemos de hacernos una idea de las algas unicelulares que precisaremos
para producir semejante cantidad de zooplancton!
Los restos de todos los animales muertos volverán a ser descompuestos
en nutrientes orgánicos e inorgánicos que activarán
nuevamente el ciclo al ser aprovechados por las algas.
Caviar y paté de Krill
Las ballenas abren sus fauces, que tienen el velo del
paladar muy arqueado, las llenan con la sopa planctónica,
aprietan la lengua contra el paladar y expulsan el agua
por los lados de la boca filtrándola con sus
barbas. El olor de ese revoltijo se diminutos seres
vivos es desagradable. Por la noche se asemeja a una
papilla fluorescente compuesta de diminutos crustáceos,
que componen el krill, huevos de pescado que flotaban
en superficie, larvas de peces, moluscos, cangrejos
en miniatura, medusillas y pequeños seres que
parecen fantasmillas de celofán.
Esta gelatina viva tiene colores diversos según
las zonas donde se haya recolectado: pardo, rojo, gris
o verde. Sin embargo, las ballenas son excelentes gourmets,
y saben que a pesar de su aspecto poco apetecible el
plancton les aportará grandes cantidades de aceites,
lo que les proporcionará reservas energéticas
y aislamiento térmico suficientes para sus periplos
oceánicos. Estos aceites se adquieren porque
los pterópodos que forman el krill tienen hasta
un 20% de su peso en aceite, adquirido porque comen
radiolarios que llenan su célula con estas grasas.
Pero además, las ballenas disfrutan con el sabor
de este manjar. Si tuviéramos el valor de poner
en la boca una cucharada de esta sopa planctónica
distinguiríamos dos sabores básicos. Si
el plancton es mayoritariamente krill el sabor sería
parecido al de un paté de langosta o cangrejo.
Si por el contrario, abundaran las larvas y huevos de
peces, sabría a caviar y, a veces, incluso a
ostras. ¡Bon appetit!
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