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BIOLOGIA
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Con
los pelos de punta |
Los equinodermos forman una antigua familia de animales que poseen
simetría en forma de cinco radios, sin cabeza ni cerebro pero
con una increíble adaptación al medio marino. En el
caso de los erizos, las placas de carbonato de calcio que forman su
esqueleto se cubren de espinas que han sido una buena protección
contra muchos depredadores, pero que no les sirven de mucho contra
la habilidad de los buzos que los pescan por considerarlos un manjar.
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Estos
parientes cercanos de las estrellas de mar y de las holoturias
o pepinos de mar, nos han acompañado en casi todas
nuestras inmersiones. Más de uno nos hemos llevado
una de sus púas en la carne por apoyarnos en una
roca sin demasiadas precauciones. Sin embargo, empiezan
a escasear en algunos fondos. Ya en 1986 se capturaron
96.161 toneladas de erizos, según la FAO, siendo
Chile y Japón sus mayores depredadores. Esto quiere
decir que se capturaron unos 674 millones de erizos en
un año, porque los biólogos calculan que
se necesitan 7 individuos para lograr un kilo de gónadas,
que es la parte del erizo que se come y que corresponde
a sus órganos sexuales. Con este panorama no es
de extrañar que se esté intentando, sin
éxito, cultivarlos en cautividad. Pronto será
una especie al borde de la extinción. Su extracción
se consigue mediante buzos que realizan inmersiones en
apnea. Una vez en la lancha se les extraen con una cucharilla
sus órganos sexuales y el resto vuelve al mar.
Triste final para un pacífico herbívoro
que pace por la noche entre algas cuyo aspecto agresivo
es sólo disuasorio y ni siquiera puede defenderle
de algunos cangrejos, focas y pájaros.
Los más comunes en nuestras costas son el erizo
negro (Tetrapygus níger) y el erizo comestible,
conocido como erizo colorado, aunque más bien es
de color verde pálido, pero viven en todas las
costas rocosas del mundo, preferentemente en la rompiente.
Durante el verano y parte del otoño sus gónadas,
que son cinco y se encuentran colocadas radialmente, expulsan
los gametos masculinos y femeninos que se unirán
para formar una larva llamada nauplius, que nadará
libremente hasta fijarse. Es precisamente en esa época
cuando se los pesca sin cuartel dado que las gónadas
aumentan de volumen y toman una coloración amarilla
intensa, por lo que están más gorditos y
apetitosos, con lo que el destrozo es mayor dado que se
interrumpe su ciclo reproductivo. |
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Simple
y sofisticado diseño
Los esqueletos de erizo, que más de una vez hemos
recogido del fondo como trofeo en nuestras inmersiones
infantiles, están recubiertos de numerosas placas
calcáreas pentagonales que se sueldan y se ordenan
en diez husos esféricos que han inspirado a algunos
arquitectos en sus obras costeras. Cinco de ellos, los
llamados radiales, tienen las placas perforadas y por
sus orificios discurren los pies ambulacrales, capaces
de estirarse por encima de las espinas y utilizados para
desplazarse, y las espinas o púas. Los otros cinco
husos, interradiales, están formados por placas
anchas. Su boca está en la parte inferior, el ano
se encuentra en el extremo opuesto, es decir arriba. La
boca tiene un conjunto de dientes finos y muy fuertes
llamados linterna de Aristóteles. A
veces utiliza la boca para trepar y desplazarse, sujetándose
con los dientes. Poseen un original sistema respiratorio
que consiste en una serie de filtros a través de
los que pasa un flujo constante de agua marina que se
dirige a los canales inferiores, situados en las placas
perforadas, concretamente en la placa madrepórica.
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El tamaño de su
cuerpo puede variar, dependiendo de la especie, entre los 4
y 10 centímetros de nuestras especies o entre los 15
y 30 de especies más explotadas comercialmente, como
las californianas.
Sin embargo, sus defensas son la característica más
reconocible. Aunque quizás no las conozcamos lo suficientemente.
Además de las púas, de las que seguramente ya
hemos probado su eficacia, posee unas espinas especiales llamadas
pedicelarios que, cuando están cerradas, parecen inofensivas.
Tienen el aspecto de diminutos bulbos situados en el extremo
de las espinas delgadas, que se mezclan con las más gruesas.
Pero si tocamos una de ellas, se abre rápidamente mostrando
tres hojas curvas muy afiladas que se abren y cierran para morder
cualquier cosa que se ponga a su alcance. Sus bordes dentados
son capaces de emponzoñar la herida que producen gracias
a que están unidos a una glándula venenosa. Estas
pinzas las utiliza también para la higiene de su caparazón. |
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