La foca monje del Mediterráneo es uno de los mamíferos más amenazados del mundo, con una población inferior a 600 individuos. Pertenece a la familia Phocidae, como el resto de las focas, y al género Monachus, junto a la foca del Caribe, a la que se considera extinta (aunque se cree que pudiera existir un pequeño grupo en alguna perdida playa jamaicana), y la foca monje de Hawai, cuya población ha ido aumentando en los últimos años gracias a su exhaustiva protección. En cambio, y a pesar de los enormes esfuerzos realizados, la población de foca mediterránea continua en recesión. En la actualidad su reducida población está fragmentada en dos poblaciones aisladas, una en el nordeste mediterráneo, en Grecia, y otra en las costas atlánticas africanas, frente al Sahara. Sin embargo en el pasado la situación era muy diferente. Era común encontrarse abundantes colonias de más de mil individuos en muchas playas del Mediterráneo y del Mar Negro, en las costas africanas, en Cabo Verde, Canarias, Madeira y Azores. A lo largo de la historia Aristóteles, Plutarco y Galileo entre otros ya escribieron sobre ella, incluso se pensaba que tenían poderes mágicos y que eran protegidos por Apolo. Pero debido a su extensa explotación en busca de su piel, grasa y carne, primero en Grecia y sobre todo en el Imperio romano, para seguir su caza en el Renacimiento, su persecución por los exploradores portugueses y españoles y su exterminio por parte de pescadores, que las consideran una plaga para la pesca, en la actualidad su población ha quedado casi totalmente erradicada. Hoy en día se halla en la categoría "En peligro crítico". A nivel nacional se encuentra incluido en la categoría "en peligro de extinción" del Catálogo Nacional de Especies Amenazadas. En la Unión Europea está incluida en el Anexo II y IV de la Directiva de Hábitats, estando considerada como especie prioritaria y de interés comunitario.
De aguas cálidas
El grupo de focas monje son el único grupo de fócidos adaptadas a vivir en aguas cálidas tropicales y subtropicales, incluso evitan las aguas frías. Son capaces de soportar altas temperaturas disminuyendo su metabolismo mientras duermen. Sobre el origen de los Monachinae existen dos teorías. Según la primera, se originarían hace unos 14-15 millones de años en el Atlántico americano, ocurriendo su radiación hacia el Caribe y Hawai hace 15 millones de años y hacia Europa hace 14 millones de años. La segunda teoría proclama que su origen estaría en el Atlántico europeo, extendiéndose por el Mediterráneo, para trasladarse más tarde hacia América y el Caribe, y aún más tarde, hace 3-4 millones de años, hacia Hawai.
Monachus monachus, una de las focas más grandes del mundo, es un animal de unos 2,4 m de longitud y 250-300 kg de peso, siendo la hembra de menor tamaño que el macho. Los machos adultos suelen ser negros con una mancha blanca en el pecho, mientras que las hembras suelen ser marrones o grises oscuras. No es raro observar numerosas cicatrices sobre su piel tanto en machos como en hembras, debido principalmente a sus interacciones sociales. Se cree que alcanzan su madurez sexual a los 4 años de edad. El macho suele tener un territorio que defiende de otros machos. Tras la copulación y tras casi un año nacen las crías, generalmente en cuevas muy alejadas de la acción humana. Las crías, de unos 80 cm de longitud y 15-20 kg de peso, nacen con un pelaje lanudo no apto para la natación, que mudan a los 50 días. Por ello permanecen en las cuevas durante sus primeras semanas, siendo alimentadas por las hembras, no necesariamente por su propia madre. Durante al menos 120 días dependen totalmente de la madre. Los nacimientos, aunque ocurren a lo largo de todo el año, son mucho más abundantes entre marzo y octubre. Su vida es de unos 40-45 años. Son diurnas, alimentándose preferentemente de pescado, cefalópodos y crustáceos, pudiendo llegar a mover rocas en busca de alimento. Aunque la mayor parte del tiempo la pasan en tierra, son capaces de bucear durante unos 8 minutos y alcanzar los 50-60 m de profundidad. 
La mayoría de las focas utiliza las playas para criar. Parece ser que en el pasado las focas monje del Mediterráneo seguía este mismo patrón, pero la presión del hombre las ha obligado a esconderse en cuevas prácticamente inaccesibles para criar. En la colonia sahariana las crías sufren una elevada mortalidad en sus primeras semanas de vida, debido a las tormentas que abaten contra estas cuevas que las golpea contra las rocas o las arrastran con las corrientes. Así la tasa de mortalidad es del 50%, elevándose hasta el 70% para aquellas crías nacidas entre octubre y marzo. Además estas focas se enfrentan a otros peligros, como son la destrucción de la costa debido al turismo, la matanza por parte de los pescadores, la disminución de su alimento, la pesca accidental y diversas enfermedades, a parte de la contaminación marina.
Cazadas desde el neolítico
Estudios arqueológicos han encontrado en depósitos neolíticos de la costa atlántica huesos de focas quemados, lo que indicaría que los antiguos habitantes de la zona las utilizaban como alimento. En España también se han encontrado restos de ellas en yacimientos neolíticos de Málaga, Mallorca y Fuerteventura. Sin embargo hasta ahora no se habían encontrado restos tan al norte como el Golfo de Vizcaya. Investigadores de la Universidad de Cambridge, del Instituto Internacional de Investigaciones Prehistóricas de Cantabria (IIIPC) de la Universidad de Cantabria y de la Universidad Autónoma de Barcelona han identificado en la Cueva de La Fragua, en la falda sureste del monte Bucinero, en Santoña (Cantabria), un resto fósil de un hueso perteneciente a una foca monje. En la zona existían muchas otras cuevas utilizadas en el Neolítico por el hombre, que basaba su vida en la caza de animales salvajes y en la recolección de productos vegetales, marisco y pesca. Esta pequeña cueva era utilizada a finales de verano y principios de octubre para hacer acopio de alimentos para el invierno. 
En tiempos modernos se ha visto muy esporádicamente individuos de esta especie en el norte peninsular. Desde el punto de vista arqueológico solo se ha descrito resto datados en 4000 años AC en la ría de Arousa. Estos datos refuerzan la teoría de que esta especie fue capaz de llegar al norte peninsular, al menos durante un periodo del Holoceno medio, una época cálida hace unos 6000 años, lo que indicaría que el actual sistema de corrientes marinas del Atlántico (corriente del Golfo) ya se habría establecido en esa época. Gracias a la influencia de estas corrientes, la presencia del hombre en esta estrecha franja situada entre la cordillera Cantábrica y el mar fue intensa. La presencia de la foca monje y la de especies de moluscos de aguas templadas-cálidas en el norte peninsular hace suponer que en esa época la temperatura media era al menos 1-2ºC superior a la actual, al menos en esta región. Sin embargo, los estudios realizados hasta ahora, basados en el polen, indicarían que a pesar de que en el norte de Europa el clima era más calido que en la actualidad, en el sureste europeo, es decir, España, Italia y sur de Francia, la temperatura era 1-1,5º C inferior a la actual. Esta contradicción podría ser explicada por las corrientes marinas (Corriente del Golfo), que serían similares a las actuales. Sin embargo, y según los descubridores de estos restos, esta teoría debería ser mejor estudiada, sobre todo teniendo en cuenta que los datos climáticos de esa época, una época de calentamiento global, son la base para la realización de estudios sobre predicciones climáticas en el futuro, causados por el calentamiento global que estamos sufriendo en la actualidad.
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