ssss
sss

BIOLOGIA
¡Calamares voladores!

TEXTO: Mª Victoria Bengoa Dra. Biología


Muchos son los animales que vuelan, desde pequeños invertebrados como los insectos hasta mamíferos como los murciélagos. No obstante, al hablar de volar siempre pensamos con envidia en las aves. Pero incluso animales marinos vuelan, como los peces voladores. Se conocen más de 40 especies de peces capaces de volar, todos de aguas cálidas y templadas, muchas veces incluso quedan atrapados en las cubiertas de los barcos. Estos peces tienen adaptaciones que les permiten volar, como grandes aletas pectorales o la aleta caudal modificada. Sin embargo más desconocidos son los invertebrados marinos voladores, como los calamares. Desde hace más de un siglo se conocía su existencia, pero ahora, gracias a los fotógrafos Bob y Deb Hulse, se han conseguido pruebas fehacientes de su existencia, pruebas que podrán aclarar ciertos misterios sobre estos animales y su capacidad de volar. Aunque no todos.

En el 2001 la bióloga marina Silvia Maciá y el dr. Michael Robison observaron animales volando, que no simplemente planeando, sobre las aguas de Jamaica. Aunque en principio pensaron en peces, enseguida se percataron que eran calamares. Ante tal sorprendente acontecimiento se pusieron en contacto con otros científicos que también habían presenciado este fenómeno y comprobaron que diversas especies de calamares a lo largo y ancho del planeta eran capaces de volar. De esto surgió un artículo publicado en una importante revista científica, aunque carecían de pruebas fotográficas, pruebas que recientemente han sido publicadas por Ferris Jabr en la revista Scientific American, fotos únicas que también son publicadas en este artículo.

Los más evolucionados
Los calamares son invertebrados pertenecientes a los moluscos, más exactamente, a los cefalópodos, entre los que se encuentran los calamares, las sepias y los pulpos. Son un grupo muy antiguo que surgieron hace unos 500 millones de años, en el Cámbrico tardío, a partir de unos pequeños animales de no más de 20 mm. En menos de 15 millones de años los mares eran surcados por gran número de cefalópodos, en la que se podría denominar la edad de los cefalópodos. En el Ordovícico, hace unos 440 millones de años, comenzó el declive de los cefalópodos. En la actualidad existen sólo unas 700 especies de cefalópodos que han evolucionado muchísimo y que en muchos casos su típica concha de molusco se ha hecho interna (sepias, calamares) o incluso ha desaparecido (pulpos). Aunque el número de especies no es muy grande, su biomasa e importancia económica son enormes ya que muchas de las pesquerías actuales se sustentan principalmente en estas especies. Se los puede encontrar en los mares y océanos de todo el planeta, desde los Polos al Ecuador, excepto en el mar Negro y en el Báltico, quizás debido a que la salinidad en ambos mares es muy baja. Su tamaño es muy variado, desde los 8 mm del calamar enano (Idioepius sp) a los más de 20 m del calamar gigante Architeuthis sp.
El comportamiento de los cefalópodos ha sido estudiado desde muy antiguo por el ser humano, comenzando por Aristóteles 350 años a.C. No es de extrañar el interés que despiertan estos animales ya que son considerados los invertebrados marinos más evolucionados, con unos órganos de los sentidos muy elaborados, un gran cerebro, un sistema nervioso muy desarrollado y un comportamiento muy complejo, comparable al de los peces. Gracias a un sofisticado control neural, los cefalópodos son los animales de camuflaje más cambiante del planeta, pudiendo "esconderse" rápidamente en su entorno y, si esto fallara, puede escapar rápidamente expulsando tinta, esconderse en la arena o incluso volar. Los misterios del sistema del camuflaje de los cefalópodos y su comunicación aún no pueden ser bien explicada, permaneciendo en secreto, secreto que quiere desentrañar el ejército de USA para utilizarlo en sus tropas.

Eligen su estrategia
La respuesta de los cefalópodos ante los depredadores es diferente dependiendo del enemigo del que se trate, comportamiento éste, aunque común entre los vertebrados, único entre los invertebrados. Así por ejemplo ante peces teleósteos, que basan su ataque en la visión, en principio optan por el camuflaje. Sin embargo, si el predador es un cangrejo que caza utilizando señales químicas o un tiburón que capta los campos eléctricos de las presas, su respuesta es la huida inmediata. Una de éstas formas de escape es volar sobre la superficie, estrategia observada en varias especies, como Onychoteuthis spp., Dosdicus gigas, Nototodarus gouldi y Loligo pealeii entre otras. Los calamares han desarrollado un excelente sistema de propulsión gracias a su manto "superhinchable" que llena de agua y expulsa a presión a través del sifón, que mueve para cambiar la dirección del movimiento. Aunque en general es utilizado para nadar, en algunas especies la fuerza de propulsión es suficiente para salir completamente fuera del agua y poder volar. Así por ejemplo, Silvia Maciá observó a varios individuos de Sepioteuthis sepioidea volando una distancia superior a 10 m, es decir, 50 veces el tamaño del animal, a una altura de unos 2 m y a una velocidad inicial estimada en 6,3 m/sg (22,7 km/h). Incluso han sido observados utilizando sus tentáculos para frenar el movimiento y provocar su caída al agua. Otro científico ha observado en aguas australianas a un grupo de cientos de Nototodarus gouldi volando a más de 3 m de altura y más de 8-10 m de distancia, a una velocidad inicial estimada de 7,8 m/sg (28 km/h). Este comportamiento es conocido desde hace tiempo, con informes presentados ya en 1892. Se conocen casos de calamares que han volado más de 45-55 m de distancia y que han alcanzado hasta los 3 m de altura. Se cree que es una respuesta a predadores o a molestias como el ruido de las maquinarias de las embarcaciones.

Propulsión a chorro y aerodinámica
A pesar de que las aletas de estos calamares voladores no están tan desarrolladas como aquellas de los peces voladores, estos animales sí presentan ciertas características morfológicas y de comportamiento que les ayudan a volar. El primer impulso para elevarse lo obtienen gracias a la fuerza de expulsión del agua a través del sifón. Para volar después algunas especies parecen que han desarrollado una suerte de mucus entre los tentáculos formando así una especie de aleta temporal que le ayudaría a volar. En otros casos, como en la especie Onychoeuthis banksi, poseen una especie de membrana en algunos de sus tentáculos, así como aletas bastante grandes, lo que también facilitaría el vuelo. Otras especies extienden horizontalmente sus tentáculos y ondulan sus aletas, o adoptan diversas posturas como extender sus aletas y enrollar sus tentáculos para poder volar. Las fotos tomadas por Bob y Deb Hulse en aguas de Brasil constituyen la mejor evidencia de los calamares voladores obtenida hasta el momento. Fueron enviadas a diversos especialistas para su análisis para poder así llegar a entender mejor la aerodinámica de estos animales, poco estudiada debido a la falta de material. En ellas se observaron que estos animales se propulsan fuertemente fuera del agua a través del aire, extendiendo sus aletas para guiar su trayectoria y poder planear. Entre otras cosas se espera poder llegar a calcular no solo la velocidad inicial del vuelo, sino la variación de la misma a lo largo de la duración de todo el vuelo. Sin embargo, los especialistas no se ponen de acuerdo sobre qué especie se trata, aunque se cree que podrían ser o Stenothuthis pteropus o Illex argentinus. Aunque todavía no se comprende del todo los mecanismos por los que estos calamares son capaces de volar, se sabe que es un fenómeno común en docenas de especies y que está extendido por todo el planea. En realidad no es extraño encontrase estos animales en la borda de los barcos. Ahora gracias a las fotografías tomadas en Brasil se espera poder desvelar parte de este misterio. Hasta que se obtengan más evidencias.

Copyright (c) 2001 BUCEO XXI - S.G.I. Asociados - Todos los derechos reservados