Sin embargo
los corales son animales marinos que pertenecen a los Antozoos,
también llamados por su aspecto animales-flor, y que comprenden
unas 6.000 especies que habitan en todos los mares, desde la línea
de bajamar hasta profundidades de más de 5.000 metros. Forman
los conocidos arrecifes de coral, uno de los ecosistemas más
antiguos y biológicamente más diversos de la Tierra.
Aparecieron hace más de 2.000 millones de años, si
bien algunos tipos de corales que viven hoy día tienen 150
millones de años. Los arrecifes de coral son uno de los ecosistemas
más productivos y complejos del planeta y forman la comunidad
viviente más grandiosa, colosal y fantástica que puebla
los mares. La capacidad de los corales de construir esqueletos de
carbonato cálcico les permiten formar una estructura sólida
donde conviven gran cantidad de formas de vida, que aprovechando
los numerosos hábitats y microhábitats presentes en
los arrecifes, pueden reproducirse y obtener refugio y alimento.
Duros y blandos
Existen dos tipos esenciales de corales, los duros y los blandos.
Los corales duros tienen un esqueleto calcáreo (carbonato
cálcico) duro, que permanece cuando éste muere, mientras
que los corales blandos presentan esqueletos flexibles, con escleritos
en su interior, que se pueden mover con las corrientes. La unidad
básica del coral es el pólipo, que se agrupan para
formar colonias. Un pólipo es un animal sencillo con el cuerpo
en forma de saco cuyas paredes están formadas por dos capas,
la epidermis y la gastrodermis con la mesoglea entre ambas, que
rodean la cavidad gastrovascular, donde tiene lugar la digestión.
Esta cavidad se abre al exterior por un solo orificio que ejerce
las funciones de boca y ano. La boca, rodeada de una corona de tentáculos,
se comunica con esta cavidad mediante la faringe. En su extremo
inferior el pólipo presenta un disco basal o disco pedio
que sirve para adherirse al sustrato.
Rojos
y longevos
La naturaleza animal del coral rojo, Corallium rubrum, fue comprendida
por el naturalista Peysonnel en 1722. El coral rojo pertenece al
fylum Cnidaria, a la clase Antozoa, orden Gorgonacea o Alcyonacea,
familia Coralliidae. Vive exclusivamente en el Mediterráneo,
principalmente en el Mediterráneo occidental y el mar Adriático,
y en el Atlántico Oriental (Portugal, Canarias y Cabo Verde)
en cuevas y grietas con poca luz y en aguas profundas, desde los
15-30 m hasta los 300 m de profundidad, aunque se han encontrado
colonias en Sicilia a más de 600-800 m de profundidad. Forma
colonias rojizas de hasta 50 cm de longitud en forma de árbol
con ramas irregulares generalmente ramificadas en un solo plano.
Su color rojizo se debe a la presencia de sales de hierro en su
estructura de carbonato cálcico. Sus pólipos son blanquecinos
con ocho tentáculos. Sus pólipos son de dos tipos,
los que tienen tentáculos, que se encargan de la alimentación,
y otros con forma de poro, que se encargan de hacer circular el
agua por el sistema interior de la colonia. Se reproducen sexual
y asexualmente. El pólipo macho libera esperma que nada libre
hasta el pólipo hembra, donde se produce la fecundación
en su interior, normalmente en marzo. Las larvas van creciendo en
el interior de la hembra, que los protege hasta que en julio-agosto
salen al exterior donde nadan libremente un par de días hasta
fijarse en un substrato próximo, reproduciéndose entonces
por bipartición para formar una nueva colonia. Su crecimiento
es muy lento, de 2-8 mm al año. No alcanzan su madurez sexual
hasta como mínimo los 2-5 años, pudiendo vivir más
de 100 años, incluso varios siglos.
Un tesoro codiciado
El coral rojo ha sido utilizado desde la antigüedad, encontrándose
ornamentos de coral rojo en tumbas del neolítico de más
de 25000 años en Alemania, Suiza e Italia y en tumbas egipcias.
Así mismo los romanos creían que el coral rojo protegía
a los niños de cualquier peligro, que curaba la picaduras
de serpientes y escorpiones y que se podía diagnosticar diferentes
enfermedades ya que cambiaba de color. Incluso a principios de la
Era cristiana existía una gran demanda de este coral en China
e India. En la actualidad y debido a la especial estructura de su
esqueleto, formado por pequeñas espículas fáciles
de trabajar, les hace muy apreciados en joyería. Desde los
años 50 hasta la actualidad su abundancia en el Mediterráneo
ha disminuido drásticamente. Además debido a sus especiales
características, es decir, su lento crecimiento, su maduración
tardía y su larga longevidad, les hace particularmente vulnerables
a la sobreexplotación. Hoy en día mayoría de
las colonias del Mediterráneo son de pequeño tamaño,
el 90% de las colonias son de 3-5 cm y 2/3 de ellas aún no
han alcanzado la madurez sexual. A causa de su escasez, se ha convertido
en un objeto de gran valor, pudiéndose vender a más
de 25.000 dólares una vez pulidos y engarzados en forma de
collar. En España el 89% de las colonias en zonas de pesca
se encuentra debajo del tamaño legal. Según los expertos,
para permitir a las colonias seguir siendo productivas indefinidamente,
la producción máxima sostenible se estima a 98 años
de antigüedad. Hoy en día las colonias explotadas apenas
llegan a los 14 años. En la actualidad se recogen anualmente
más de 60 toneladas. Además la pesca furtiva es un
problema muy preocupante.
 Protección
El coral rojo esta protegido en el Anexo V de la Directiva Hábitat,
Anexo del protocolo sobre zonas especialmente protegidas y la diversidad
biológica en el Mediterráneo y su explotación
está regulada por diferentes leyes españolas. Sin
embargo aunque en julio del 2007 casi fue introducida en el CITES,
en la actualidad sigue sin esta protección a pesar de los
esfuerzos de muchas organizaciones. Sin embargo existen diferentes
reservas marinas en el Mediterráneo cuyo objetivo es proteger
zonas donde crecen estas colonias. Así un estudio llevado
a cabo por científicos españoles y franceses han demostrado
la eficacia de estas reservas como un solución lenta pero
eficaz para proteger esta frágil especie. El estudio se llevó
a cabo en las reservas más antiguas del Mediterráneo,
la de Banyuls, Carry-le-Rouet y Scandola, todas francesas y de más
de 25-30 años, ya que debido al lento crecimiento del coral
rojo, se necesita un largo periodo de tiempo para comprobar la eficacia
de las reservas marinas. Los científicos han encontrado colonias
extraordinariamente grandes a profundidades inferiores a 50 m, profundidades
donde en zonas no protegidas las colonias son explotadas y de pequeño
tamaño, lo que demuestra que las reserva marinas ofrecen
una excelente oportunidad para la recuperación de esta especie.
Sin embargo este estudio ha demostrado que 30 años no son
suficientes para que las colonias lleguen al tamaño observado
en 1960, lo que sugiere que la recuperación de esta especie
requiere décadas de protección, sin ningún
tipo de influencia humana.
Por otra parte, los autores de este estudio denuncian que si la
presión pesquera sobre esta especie se mantiene en el ritmo
actual se producirán graves extinciones locales. Además
sin un plan de gestión y conservación, a medio y largo
plazo su distribución podría verse gravemente disminuida.
Por desgracia no solo la sobrepesca pone en peligro al coral rojo,
que también se ve amenazado por el cambio climático,
sobre todo las colonias superficiales, en las que en los últimos
años se han observado mortalidades masivas debido a las altas
temperaturas.
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