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BIOLOGIA
La estrella que se enfría

TEXTO: Mª Victoria Bengoa.
FOTOS: S. Pincebourde; Biodidac


Uno de los animales más curiosos que se pueden encontrar en el mar son las estrellas de mar. Según la mitología de ciertas tribus de indios americanos, las estrellas de mar fueron el primer intento de los dioses para crear al hombre, un ser con cinco brazos que se alimentaría de los orgullosos mejillones que hasta ese momento carecían de enemigos. Pero como el resultado no les gustó lo tiraron al mar y crearon al ser humano tal como lo conocemos hoy día. Sin embargo ese primer intento no solo no murió, sino que sigue vivo en el mar alimentándose principalmente de moluscos. Además a causa de sus formas llamativas, estos animales han sido admirados por muchos pueblos tanto de la antigüedad como en la actualidad, siendo la estrella de mar uno de los símbolos de la vida marina.

 

Las estrellas de mar son equinodermos, al igual que las ofiuras, los erizos de mar, los lirios de mar o los pepinos marinos. Son animales exclusivamente marinos que a pesar de su extraño aspecto son mucho más comunes de lo que parece, encontrándose en todo tipo de fondos, tanto rocosos como de fango o de arena, pudiendo habitar desde cerca de la orilla hasta grandes profundidades. En la actualidad a este grupo pertenecen más de 6.000 especies pero si se contara el registro fósil aumentarían hasta 20.000. Esto se debe a que los equinodermos fueron dominantes en los mares en la Era Paleozoica, hace 525-225 millones de años, donde el número de especies eran muy superior al actual. Al final de esta Era sufrieron una drástica disminución tanto en el número de especies como en la diversidad en la conocida como Primera Gran Extinción, durante la cual, y debido a una larga glaciación, despareció más del 95% de la vida de los océanos, sobreviviendo escasos peces y algunos pocos invertebrados.

Efectos medicinales
Los equinodermos actuales se clasifican en cinco grupos diferentes: la clase Crinoidea, o lirios de mar; la clase Asteroidea, o estrellas de mar; la clase Ophiuroidea, u ofiuras; la clase Echinoidea, o erizos de mar; y la clase Holothuroidea, o cohombros y pepinos de mar.
Este curioso grupo de animales, los equinodermos, ha permitido a los científicos conocer fenómenos tan interesantes como la regeneración y la partenogénesis, por lo que su estudio representa un campo de gran interés científico. Además últimos estudios genéticos han revelado llamativas similitudes entre estas extrañas criaturas y el ser humano. Según estos estudios, los equinodermos y el ser humano comparten un antepasado común que debió vivir hace unos 540 millones de años, dando origen a los deuteróstomos, un gran grupo de animales al que pertenecen tanto los equinodermos como los vertebrados entre otros. Otros estudios realizados por investigadores gallegos han revelado que comer equinodermos como estrellas y erizos de mar reduce el riesgo de sufrir infartos, ya que su carne posee un elevado contenido en proteínas cuya ingesta disminuye la concentración de colesterol y el índice de riesgo cardiovascular, favoreciendo además la respuesta ante dolencias como la arteriosclerosis, cataratas, diabetes o enfermedades degenerativas y ciertos tipos de cáncer.

Termorregulación
Pero ahora un grupo de científicos ha descubierto que algunas estrellas de mar poseen un curioso método de controlar su temperatura corporal evitando así las temperaturas extremas, estrategia única y nunca vista antes en el reino animal. El Dr. Pincebourde y su grupo de la Universidad de Carolina del Sur trabajaron con la estrella de mar ocre, Pisaster ochraceus, una estrella muy abundante en la costa de California. Habita la zona intermareal, es decir, aquella zona de la costa que está influenciada por las mareas, quedando al descubierto en marea baja y cubierta cuando ésta sube. Así todos los seres que habitan esta zona, tanto animales como vegetales, tienen que estar adaptados tanto a las rápidas variaciones de temperatura y salinidad que estos cambios de marea conllevan, como a la desecación o su exposición al aire. En especial esta estrella, un voraz depredador, se alimenta principalmente de mejillones, abundantes en las partes más altas de la zona intermareal, por lo que al bajar la marea, si las estrellas quieren encontrarse cerca de su presa, también quedan expuestas al aire, a la merced de la climatología adversa, sobre todo en verano, cuando la temperatura del aire puede ser muy alta al recibir directamente la radiación solar. Estas estrellas tienen la capacidad de acumular agua fría del mar en el interior de su cuerpo en respuesta a las altas temperaturas en marea baja. Es decir, si un día sufren altas temperaturas en marea baja, al subir ésta las estrellas acumulan en su celoma agua procedente del mar, que siempre está más fría que la temperatura del aire diurno. El celoma es una cavidad interna que poseen los equinodermos ente otros y que en el caso de la estrella ocre constituye el 30% de su masa corporal. El mecanismo fisiológico exacto que permite a las estrellas ocre acumular agua fría en su cuerpo aún no es conocido, pero se piensa que está relacionado con el madreoporito, una placa externa, perforada, localizada en la superficie de la estrella, y que está relacionada con el sistema ambulacral, sistema de locomoción típico de los equinodermos.


Calentamiento del mar

Aún está por determinar si otras estrellas de mar u otros equinodermos como pepinos de mar o erizos poseen un sistema similar para evitar el estrés térmico, pero se ha observado cambios estacionales del volumen de los líquidos celó micos en ciertas especies de equinodermos, como en una estrella que habita en la Antártica.
Pero esta estrategia única de enfriamiento solo funciona cuando el animal puede acumular agua fría en su cuerpo. Si el agua de mar se calentara, como esta ocurriendo en los últimos años, este sistema no funcionaría, dejando a la estrella, importante controlador de las poblaciones de mejillones en esta costa, a merced del sol y de un fuerte estrés térmico que podría llevar a su desaparición, lo que conllevaría a un drástico cambio en su hábitat de consecuencias insospechadas.

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