 El
proyecto documental nació de otro proyecto de investigación
y un libro que estaban llevando a cabo por su cuenta dos de los
buceadores del equipo, Josep María Castellví y Josep
Guarro, sobre la I Guerra Mundial en aguas de Tarragona y la catalogación
de los pecios de esa época. Dada la historia que había
detrás de aquellos naufragios y las condiciones de buceo
que imponía la gran profundidad a la que se encontraban,
muchos de ellos inexplorados, propusieron convertirlo en un documental
del programa. La combinación de historia y profundidades
prohibitivas que podían plasmarse en imágenes daba
juego. El libro sigue otra vía mucho más histórica
y exhaustiva. El documental ha tenido que ceñirse a solo
algunos de los pecios. En TV o cine la imagen tiene todo el peso
y hay que ser más selectivo. AL final, de 7 pecios posibles,
se centraron en 3.
No hay atajo sin trabajo
El Golfo de Sant Jordi, entre Tarragona y el cabo Tortosa, estaba
a mitad de camino de la ruta oeste del Mediterráneo por la
que circulaban los barcos aliados que transportaban materiales y
energía en forma de carbón hacia Italia y Francia
durante la I Guerra Mundial. Al encontrar el Golfo en su ruta, muchos
capitanes optaban por salirse de las aguas neutrales españolas
y enfilaran directamente hacia Tarragona. Aunque fuera una maniobra
que llevaba poco tiempo, era aprovechada por los submarinos alemanes
para torpedearles en aguas internacionales.
Uno de las víctimas fue el Chulmleigh, allí
conocido por la gente de mar como el vapor del Momell,
en referencia a las señas de tierra. Era un carbonero inglés
que fue hundido en 1917 con dos torpedos, uno de los cuales cerca
de la proa, en su quilla, cuyo impacto han podido grabar. Está
a 11 millas de tierra, intacto, a 83 metros de profundidad y tumbado
a su costado de babor en 90 grados respecto al fondo. Precisamente
el hecho de estar de lado le ha salvado de que las redes arrancaran
las estructuras de sus cubiertas. Tiene todos sus elementos visibles:
hélices, cañón, mástiles...Es una verdadera
pieza de arqueología industrial.
Realizaron 10 inmersiones en este pecio, con permanencias de 15
minutos.
La
mayor tragedia
La estrella de la expedición fue sin embargo
el pecio del Medjerda, hundido también en 1917,
en la misma zona pero a 20 millas de puerto. Era el vapor-correo
que hacía la línea Port-Vendres (en el sur de Francia)
/ Oran. Está a 105 metros de profundidad y nunca antes se
había explorado. La imágenes obtenidas son fantásticas,
con el barco plano en el fondo, cubierto literalmente de peces que
a veces no dejan ver el casco. En este barco murieron alrededor
de 400 personas ya que fue torpedeado sin previo aviso y llevaba
soldados que regresaban de permiso hacia el frente. Murieron una
veintena de mujeres y 9 niños. Se salvaron 17 personas que
alcanzaron las playas del pueblo de la Ampolla y otras 167 que fueron
recogidas por un buque inglés que pasó por la zona
después del desastre. Durante varios meses estuvieron llegando
cadáveres a las playas a lo largo del litoral. Se filmó
dentro de la chimenea, bajo la cual se encuentra la sala de calderas
donde todavía deben estar los restos de 6 fogoneros españoles
que trabajaban allí. Desde el centro hacia la proa el buque
está muy bien conservado, aunque se nota que las redes han
pasado repetidas veces por encima ya que pescantes, tubos de ventilación,
barandillas y todo lo que era volátil ha desaparecido. No
se pudo filmar la popa.
El tercer pecio filmado fue el conocido allí como el Correo
que corresponde realmente al vapor Cavour, un barco
que llevaba emigrantes italianos a Argentina, hundido el mismo año
que los anteriores, sin víctimas. Está a 52 metros
y es un punto de inmersión muy conocido y visitado por los
buceadores deportivos.
Victima
y verdugo
El Cavour tiene mucha historia ya que en 1909 haciendo
la ruta hacia Nueva York, embistió al transatlántico
Republic a 150 millas de esa ciudad en medio de la niebla. El Republic
se hundió. Este gran barco era de la White Star Line, la
naviera del Titanic que aún estaba pendiente de ser construido.
Se cree que el barco transportaba una fortuna en oro para diversos
pagos del gobierno americano a Europa. Sea como sea el Cavour,
que en aquel tiempo se llamaba Florida, se salvó
y el Republic se fue a pique a 85 metros de profundidad
en medio del océano.
A raiz del libro que Castellvi y Guarro estaban preparando, contactaron
con la compañía que explota los derechos del pecio
y se consiguió que el equipo participara en la expedición
que el año pasado y este ha explorado los restos del Republic.
Son aguas muy oscuras, con corrientes hasta el fondo y los tiburones
merodeando alrededor del cabo de descompresión. De hecho,
hasta este año no se han conseguido obtener imágenes
ya que, por el mal tiempo, el año anterior se abortaron las
inmersiones. El lugar de la inmersión está en medio
del océano, en zona de nieblas y en ruta de los petroleros
que llegan a Estados Unidos. La expedición estuvo 4 días
en la zona, anclando por la noche a unas 10 millas del sitio, donde
se encuentra otro histórico del buceo extremo, el Andrea
Doria. Al final se hicieron tres inmersiones en la zona de
la proa. Lo importante de esta aventura es que, al igual que con
el Medjerda, era la primera vez que se obtenían imágenes
de este barco, y que cerraba una historia que comenzó en
la costa de Tarragona.
Inmersiones
al filo
Este tipo de inmersiones siempre conllevan un grado de estrés
alto porque no sólo estás buceando en extremo sino
que estás pendiente de un objetivo: obtener imágenes.
Eso hace que a menudo se olviden cosas que entonces se presentan
banales, como el frío. En Tarragona hubo más problemas
de corrientes y visibilidad en las imágenes del Cavour,
que está poco profundo, que en los otros barcos. También
es cierto que la influencia del Ebro en la visibilidad en las zonas
cercanas al litoral se hace notar. De todas formas cuando se graban
imágenes y hay todo un equipo de gente alrededor del mismo
objetivo, la mente se ocupa totalmente en ello. Cada barco tenia
su cota y por eso cada mezcla era distinta. En el Cavour
se trabajó con aire, pero en el Chulmleigh y
el Medjerda se usaron mezclas de Helio: en el primero,
a 83 metros se usó 16% O2 / 45% Helio y en el segundo a 105
metros 10% O2 / 60% Helio. Los gases de descompresión eran
50% Oxígeno / 50% Nitrógeno y en la última
cota 100% Oxígeno.
Normalmente se trabajaba con cuatro buceadores en el agua, dos de
ellos protagonistas, el operador de cámara y un apoyo para
este que también hacía funciones de iluminación.
Los mismos buceadores actúan como iluminadores mutuamente
o sobre el paisaje motivo de la toma. Las descompresiones se hacían
con una plataforma libre, compuesta de barras de apoyo cada 3 metros
hasta la superficie, que a partir de los 12 metros de profundidad
se soltaba del cabo de amarre y seguía su curso a la deriva.
Con ello evitaban las molestias de las corrientes superficiales.
El barco seguía las boyas y recogía al personal al
terminar. Alrededor de ella y ya desde los 40 metros, dos buceadores
de apoyo acompañaban al equipo. En superficie, siempre había
un buceador de seguridad con mezcla de fondo.
Imposibles filmables
Hay retos que el equipo de Al Filo descarta directamente por que
no están a su alcance por motivos económicos o de
evolución de la actividad en nuestro país. Los problemas
técnicos de filmación pesan bastante a la hora de
valorar los proyectos. Se puede plantear la gran aventura de una
vida, pero si no puede convertirse en imagen no sirve para el programa.
Eso no quiere decir que no tenga atractivo como proyecto humano
o técnico. De todas formas, las técnicas y el material
avanzan a pasos agigantados y haber podido rodar a 105 metros con
la misma calidad que se pueda hacer a 30 o 40 era algo inimaginable
hace muy pocos años. Si hoy hay aventuras imposibles de filmar,
sólo es cuestión de tiempo. Mañana seguro que
se podrá lograr.
En buceo técnico se depende mucho del material y de una minuciosa
planificación. Los tiempos para solucionar un problema son
muy pequeños. Hay mucho riesgo concentrado en poco tiempo.
En la alta montaña, sin embargo, se dispone de más
tiempo para reaccionar y pensar la jugada, excepto en
casos extremos, como las avalanchas. Hay también mucho riesgo
pero menos concentrado. Hay algo en lo que hay un cierto parecido
entre la alta montaña y las profundidades marinas, pero invertido
y mucho más acentuado en las actividades subacuáticas:
los cambios de presión y sus efectos sobre el cuerpo humano.
Realmente todo son techos donde el límite es la capacidad
de la persona de superar un ambiente hostil para integrarse en ese
medio. Así que no hay misión imposible para el equipo
de Al Filo.
Los protagonistas:
Enric Maestre
Xesus Manteca
Josep María Castellví
Javier Lusarreta
Carmen Portilla
Josep Guarro
Enrique Ballesteros
David Pérez
Mariano Izquierdo
Carles Alonso
Antonio Fuentes
Barco: Balas-Rivemar
Con la colaboración de:
Ayuntamiento de Ametlla de Mar
Cofradía de Pescadores de Ametlla de Mar
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