Vacaciones en el mar

Cuando estudiaba publicidad recuerdo que hacíamos una distinción de grupos humanos en función de la influencia que sobre ellos tenía la publicidad y de cómo incorporaban nuevos valores y hábitos de consumo o nuevos productos a su vida diaria. No los recuerdo todos pero, a grosso modo, había cuatro grandes grupos: la élite innovadora, los líderes de opinión, las clases medias-altas y el mogollón. La élite innovadora son los raros, los snob, los artistas, los científicos... Son élite no en función de su capacidad económica sino en función de su capacidad creativa o intelectual. Aman la soledad, la aventura y huyen de la vulgaridad, de las aglomeraciones... Son los primeros en probar algo pero nunca se dejan influir por la publicidad sino por sus apetencias. Entre ellos están los primeros que se tatuaron, los primeros que hicieron una comuna en Ibiza, los primeros que bucearon por diversión, los primeros en lanzarse al vacío desde un puente... Los líderes de opinión tratan de imitar a estos aventureros. Normalmente son gente con recursos y capacidad de influir en los demás, pero a diferencia de los primeros, buscan más el confort que la aventura, aunque también detestan las masificaciones. Con ellos se instalan los primeros hoteles de lujo justo donde antes se ubicaba la comuna, los primeros yates de buceo justo donde antes había un pescador que tenía un compresor de aire oxidado. Las clases medias se enteran por las revistas del corazón de lo que hacen los líderes de opinión y comienza la invasión de la zona. Apartamentos, hoteles de menor categoría, clubes de todo tipo...Pero lo peor está aun por llegar. La industria turística ve que hay posibilidades y empiezan las promociones para todo el mundo, las urbanizaciones, los chiringuitos... Llega el mogollón. La calidad de los servicios se hace mínima y todo se satura. Para entonces los líderes de opinión ya han volado siguiendo a la élite innovadora que se fue en cuanto llegó el primer turista corriente. Y así comenzará de nuevo el ciclo.

En el buceo estamos ya en la tercera fase. Hace unos años decir que buceabas era sinónimo de ser un aventurero. Hoy sólo el mogollón lo ve todavía como algo a probar. Las clases medias empiezan a sentir la presión y ven que ya no vale con bucear en Canarias, hay que ir más lejos, donde ahora están los líderes de opinión: Mar Rojo, Maldivas, Caribe... La élite innovadora está por la Antártida o la Patagonia...pero se le acaba el planeta. ¿Que harán cuando los líderes de opinión construyan un balneario en el Polo Norte o empiecen a pasar sus vacaciones en un submarino nuclear soviético? Supongo que verán el modo de desplazarse a la luna para hacer surf en el Mar de la Tranquilidad. Aunque también he oído decir que los innovadores comienzan a pasar sus vacaciones en las grandes urbes: los únicos lugares que se quedan vacíos. Además de relajante es más barato y se puede aprovechar para descubrir sitios insólitos que, a pesar de haber estado siempre ahí alado, con las prisas ni te habías fijado que existían. ¿Conseguirán arrastrar de nuevo a toda la cadena de imitadores y se quedarán vacías las playas? Ojalá, porque yo, sin embargo, coincido con una amiga mía en que sólo son verdaderas vacaciones las que te permiten zambullirte en el mar y tomar el sol plácidamente. El monte está bien para un puente, para los campamentos infantiles o para un fin de semana en primavera o en otoño. Pero donde haya una calita, un poco de sol, un barquito y una inmersión, que pasen las modas y los mogollones que yo me quedo con mis vacaciones en el mar.


Javier Salaberria


 
Copyright (c) 2001 BUCEO XXI - S.G.I. Asociados - Todos los derechos reservados