Carl Brasher fue el primer oficial afroamericano
de la marina EE.UU. y participó en la localización
y recuperación de la famosa bomba nuclear de Palomares, aquella
que dio lugar al famoso baño de Fraga para demostrar que
no había peligro para el turismo. Eran otros tiempos y otras
mentalidades. A pesar del típico sabor genuinamente americano
que destila esta historia de héroes entregados a la causa
de servir a su país, la película no está exenta
de valores cinematográficos y humanos. Desde el punto de
vista del buceo sirve para descubrir el arriesgado, duro e invisible
trabajo de los buceadores profesionales, tanto civiles como militares.
La capacidad de sufrimiento, la obstinación, el ingenio,
el compañerismo y el valor, a veces temerario, componen los
ingredientes de unos hombres duros como el metal de las escafandras
que se colocaban.
En su trabajo no sólo tenían
que enfrentarse a la diversidad de los elementos sino también
a la tensión emocional con sus familias y con los propios
compañeros buceadores, así como con los mandos y capataces
que en ocasiones no comprendían las necesidades y el carácter
de estos hombres.
Sin embargo, tal y como el propio Brasher le dice a su esposa, cuando
ella pretende que él se retire, no eran hombres que pudieran
vivir cortando el césped de su casa o sacando a pasear al
perro. Para ellos el riesgo formaba parte inseparable de sentirse
vivos, y la valentía y la dureza que demostraban día
a día les daba el honor y el orgullo sin los cuales perdían
el apetito por vivir.
Javier Salaberria
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